Recurrimos a la oración
Miguel Troncoso, Santa Cruz, Argentina
Un domingo, nuestra estaca recibió la magnífica noticia de que el élder Carlos H. Amado, de los Setenta, iría a hablarnos a nuestra estaca el martes por la tarde. Mi familia y yo estábamos entusiasmados, aunque a mí me preocupaba cómo hallaríamos tiempo para asistir a la reunión.
Por ser maestro de escuela secundaria, tenía que enseñar una clase el martes por la tarde. Desafortunadamente, rara vez se me concedía licencia. Aunque no estábamos seguros sobre qué hacer, dado que estábamos resueltos a escuchar al élder Amado, mi familia y yo recurrimos a la oración, esperando que el Señor proporcionara la manera de hacerlo.
El día antes de la conferencia me sentí inspirado a hablar con la directora en cuanto a salir veinte minutos más temprano de modo que mi familia y yo pudiéramos llegar a la reunión. Llegué a su oficina, y antes de que pudiera decir palabra alguna, me preguntó si me importaría cambiar el horario de inicio de mi clase de los martes dos horas antes de lo normal. Eso significaba que mi clase se terminaría dos horas más temprano.
Qué bendición fue eso para nosotros. Llegamos a la reunión con tiempo suficiente y sentimos el Espíritu en presencia de uno de los discípulos del Señor. Incluso nuestro hijo de cinco años tuvo el maravilloso privilegio de compartir un abrazo y una breve conversación con el élder Amado antes de que comenzara la reunión. Junto al resto de la congregación, disfrutamos de una gran efusión del Espíritu. Además, como familia obtuvimos un testimonio de que el Padre Celestial conoce nuestros deseos y escucha nuestras oraciones.