“La caridad nunca deja de ser”: Una conversación sobre la Sociedad de Socorro
El élder Jeffrey R. Holland del Quórum de los doce Apóstoles y su esposa, Patricia T. Holland, comparten su conocimiento acerca de la función que cumple la Sociedad de Socorro.
“No puedo imaginarme la vida sin la Sociedad de Socorro”, dice Patricia T. Holland en una entrevista con el personal de las revistas de la Iglesia sobre la importancia de la Sociedad de Socorro. “Eso es porque no puedo imaginarme la vida sin el Evangelio, y la Sociedad de Socorro ha sido un lugar donde personalmente he aprendido mucho acerca del Evangelio”.
La hermana Holland y su esposo, el élder Jeffrey R. Holland, reconocen el poder del Evangelio en sus vidas. También agradecen la influencia de la Sociedad de Socorro para edificar un hogar fuerte. “La Sociedad de Socorro siempre ha sido una fortaleza para la Iglesia”, dice el élder Holland. “Siempre ha ayudado a proporcionar lo que hiciese falta en cada etapa del desarrollo de la Iglesia. En la actualidad, su contribución es más intensa debido a los tiempos difíciles en que vivimos. No es un programa en sí; es el Evangelio, el Evangelio en acción en la vida de nuestras extraordinarias mujeres. En tiempos difíciles nos damos cuenta de que ofrece a sus miembros y, por extensión, a toda la Iglesia, exactamente lo que necesitamos como ayuda ahora mismo”.
Aquí el élder y la hermana Holland comparten sus pensamientos acerca de la Sociedad de Socorro y de la fortaleza que viene a las familias y a los barrios y ramas, cuando los líderes del sacerdocio y de la Sociedad de Socorro trabajan juntos.
¿Cuál es la función de la Sociedad de Socorro en cuanto a fortalecer la fe y las familias?
Hermana Holland: La Sociedad de Socorro se necesita ahora más que nunca debido a los desafíos que enfrentamos en el mundo de hoy. Las mujeres de la Iglesia tienen una mayor necesidad de ser justas, de vivir cerca del Espíritu y de ser fieles. Además, las mujeres se necesitan las unas a las otras a fin de mantener y sustentar su fe.
Élder Holland: Lo que hace la Sociedad de Socorro es ayudar a enseñar el Evangelio de una forma singularmente poderosa, con la voz de mujeres especiales. La Sociedad de Socorro es uno de los vehículos para llevar las doctrinas y los valores del Evangelio a la vida de las mujeres. Recuerden, sin embargo, que los principios del Evangelio no están restringidos a un género. El amor, la caridad y la compasión, así como la fortaleza, el liderazgo y la capacidad de decisión, son virtudes del Evangelio. Todos, tanto los hombres como las mujeres, debemos adoptar la mayor cantidad posible de esas virtudes.
Cada uno de los que realizamos el viaje por la senda del Evangelio es una persona individual, una hija o un hijo de Dios. Como miembros individuales, debemos ser completamente sólidos como una roca. Ninguna organización va a ser más fuerte que sus miembros, ningún hogar más fuerte que sus cimientos.
Hermana Holland: Cuando pienso en todas las bendiciones que como Santos de los Últimos Días compartimos en nuestros templos, nuestros barrios y ramas, nuestros matrimonios y nuestra familia, me doy cuenta de que todo tiene que ver con la forma en que el sacerdocio y la Sociedad de Socorro, los hombres y las mujeres, trabajan juntos en el hogar así como en la Iglesia.
Élder Holland: Las mujeres regresan de la Sociedad de Socorro a su casa cada semana y comparten con los hombres de su vida lo que han aprendido. Del mismo modo, mi esposa y mis hijas han sido bendecidas a lo largo de los años por medio de las instrucciones del sacerdocio que nuestros hijos y yo hemos recibido y compartido.
Hermana Holland: Creo que puede decirse que, dados los desafíos a los que se enfrentan las mujeres y las familias, ninguna otra organización del mundo va a ser de más ayuda en el futuro que la Sociedad de Socorro. Tenemos que reafirmar a las mujeres de la Iglesia en sus llamamientos como líderes y como “capitanas” del bienestar de los niños, especialmente ahora que estamos viendo el desmoronamiento de la familia. Tenemos que marchar juntos, de la mano, para poder llevar a término la obra.
¿Cómo los ha fortalecido a ustedes y a su familia la Sociedad de Socorro?
Hermana Holland: La influencia de la Sociedad de Socorro en mí comenzó aun antes de que yo naciera, porque tanto mi madre como mi abuela sirvieron en la Sociedad de Socorro. Cuando era niña, aprendí de ellas; yo quería ser como ellas. Me contaban relatos de mi bisabuela Elizabeth Schmutz Barlocker, que sirvió como presidenta de la Sociedad de Socorro durante 40 años. Ella dio todo lo que tenía, incluso su propia comida y ropa, a sus hermanas en el Evangelio. Tenía fe en que Dios la protegería y bendeciría en ese servicio, y Él así lo hizo. El ejemplo de estas tres mujeres y de su servicio en la Sociedad de Socorro aún me inspira hoy día.
Élder Holland: Yo no he asistido a la Sociedad de Socorro, pero ésta moldeó mi vida mientras crecía. Mi madre sirvió en la presidencia de la Sociedad de Socorro de nuestro barrio durante gran parte de mi adolescencia. Fue algo maravilloso de contemplar para un muchacho. Indudablemente, podemos recibir esas bendiciones de nuestros antepasados y bendecir a nuestros hijos y a nuestros nietos.
Pero mi testimonio de la Sociedad de Socorro también ha venido por medio de mi esposa. Me enorgullece estar casado con una ex presidenta de la Sociedad de Socorro. He sido bendecido de forma directa gracias a su devoción. Cuando me casé con Patricia Terry sabía la clase de mujer que era porque la había visto al servicio del Señor. Ella se había puesto a la altura de la tarea y asumido la responsabilidad del reino. Para mí, ella era más grande que la vida. Ahora esos valores y virtudes bendicen nuestro matrimonio y a nuestros hijos. De modo que, ¿me ha bendecido la Sociedad de Socorro? ¡Absolutamente!
¿Cómo pueden los líderes del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares trabajar juntos para fortalecer un barrio o una rama?
Hermana Holland: La Sociedad de Socorro fue organizada siguiendo el modelo del sacerdocio. Esto muestra un hermoso paralelismo entre el sacerdocio y la Sociedad de Socorro, y reafirma la idea de que los hombres y las mujeres refuerzan la rectitud que existe dentro de ambos. Los hombres necesitan las bendiciones de las mujeres y las mujeres necesitan las bendiciones de los hombres; eso lo aprendemos intensamente en el templo. Los barrios y ramas serán más fuertes cuanto más unidos trabajen los líderes del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares. Hemos visto el poder de las reuniones de consejo de barrio en todos los lugares en los que hemos vivido.
Los hombres y las mujeres son todos miembros del cuerpo de Cristo y ¡qué grande es ser miembro de él! En las Escrituras aprendemos que “si no sois uno, no sois míos” (D. y C. 38:27) y que “Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito” (1 Corintios 12:21).
Élder Holland: Con los problemas complejos de la actualidad, los líderes de barrio o rama necesitan trabajar juntos. El obispo es el que tiene las llaves del sacerdocio para dirigir el barrio. La reunión de consejo de barrio o rama es el lugar donde se lleva a cabo la coordinación necesaria. Cuanto mejor funcione el consejo, mejor funciona la Iglesia. Esto es verdad en todos los barrios o ramas.
El obispo puede usar las reuniones de consejo de barrio como el momento para que él y los demás líderes analicen las necesidades del barrio. ¿Hay miembros con necesidades temporales? ¿Se está preparando algún hombre joven para ir a la misión? ¿Se están preparando los matrimonios para ir al templo? ¿Qué podemos hacer como consejo de barrio para ayudar?
Recuerden que no se pueden desligar las preocupaciones de una madre de las necesidades de sus hijos y de su esposo. Por medio de las maestras visitantes, la presidenta de la Sociedad de Socorro ve las necesidades de toda la familia, así como de cada miembro individual. Ése es un recurso poderoso al cual se puede recurrir en el consejo de barrio.
¿Cómo puede la Sociedad de Socorro ayudar a la Iglesia a afrontar los desafíos de siglo XXI?
Élder Holland: El presente malestar económico mundial ha cambiado financieramente la superficie de la tierra. Sin embargo, el enseñar los principios de prestar socorro y de una vida providente siempre ha sido parte de la Sociedad de Socorro. Para el mundo puede parecer anticuado envasar fruta o hacer colchas en el siglo veintiuno; sin embargo, en la actualidad hay personas que pasan hambre y frío. Para ellos, un poco de fruta en conserva y una manta son literalmente regalos del cielo. La vida providente nunca pasará de moda. Esto no es retroceder al siglo diecinueve, sino es la dirección que debemos seguir al movernos con ímpetu hacia el siglo veintiuno. Las mismas prácticas e ideas que la Sociedad de Socorro siempre ha defendido poseen muchas de las respuestas a los desafíos que enfrentamos en el mundo.
“La caridad nunca deja de ser” es un estandarte bajo el cual toda la familia humana puede unirse. No es un programa, es un toque de clarín del Evangelio (véase 1 Corintios 14:8–10). El Evangelio jamás fallará, de manera que es adecuado que “La caridad nunca deja de ser” sea el lema de la Sociedad de Socorro (1 Corintios 13:8). Reafirma el hecho de que los hombres y mujeres Santos de los Últimos Días trabajan hacia la misma meta: llegar a ser discípulos de Cristo.
Y si los vientos soplan, soplan; si las tormentas vienen, vienen; el Evangelio siempre es la respuesta, sea cual sea la pregunta, siempre prevalecerá. Estamos edificados sobre la roca que es Jesucristo, y es Su evangelio firme como una roca que nos ayudará a sobrellevar los momentos difíciles.
Hermana Holland: Yo creo que en el corazón de las mujeres existe el deseo de ayudar a los necesitados; no importa si la mujer es joven o anciana, si está casada o soltera. La Sociedad de Socorro brinda la oportunidad perfecta para que ella preste servicio, porque siempre hay otras personas con necesidades. Asimismo, toda mujer, en algún momento, necesitará que le presten servicio. “La caridad nunca deja de ser” es verdaderamente un principio eterno con un poderoso mensaje en base al cual cualquiera puede vivir.
Élder Holland: Recuerden que el servicio de la Sociedad de Socorro no se limita a prestar servicio a los miembros de la Iglesia. Todos procuramos cuidar de los nuestros, pero la gran solidaridad de la Sociedad de Socorro —y específicamente el servicio caritativo— no conoce fronteras. Eso nos ayuda a asociarnos con la familia que vive al lado nuestro y que no es de nuestra fe, o a participar en una actividad para ayudar a una escuela de los barrios marginados, o a ayudar a mantener un entorno limpio y seguro en nuestros vecindarios y comunidades.
¿Qué papel desempeñará la Sociedad de Socorro en el futuro?
Hermana Holland: Evidentemente la Sociedad de Socorro desempeñará un papel fundamental en el futuro. Cuanto más oscuro se ponga el mundo, más fuerte brillará la luz del Evangelio. La Sociedad de Socorro es clave para enseñar las doctrinas del Evangelio a nuestras hermanas. Entre las más importantes de esas enseñanzas están la de que Dios, nuestro Padre Celestial, envió a Su Hijo Unigénito, Jesucristo, a la tierra; que la expiación, la resurrección y el ejemplo de Cristo nos enseñan a tener fe en Él, a arrepentirnos, a hacer convenios y a amarnos los unos a los otros; que Jesucristo es la luz que nunca deja de ser, la luz brillante que atravesará la oscuridad.
Élder Holland: En Mateo 7:16 dice: “Por sus frutos los conoceréis”. Por ejemplo, aun cuando nuestros hijos eran muy jóvenes, se daban cuenta de la devoción de su madre por el Evangelio y del papel que la mujer desempeña en él. Con frecuencia estaban con ella cuando prestaba servicio a sus hermanas de la Sociedad de Socorro. A veces tenían que orar para que nuestro viejo automóvil arrancara. La vieron vestida con un viejo abrigo caminando con dificultad por la nieve para ir a ayudar a sus hermanas de la Sociedad de Socorro en Nueva Inglaterra. Ellos eran pequeños, pero nunca lo han olvidado. Vieron el sacrificio y la fidelidad de su madre, y como resultado de ello, nuestra hija es una mujer Santo de los Últimos Días profundamente comprometida al servicio; y nuestros hijos varones tienen un profundo respeto y admiración por la dedicación y devoción de nuestras nueras. Queda claro que, gracias al ejemplo de su madre, nuestros hijos conocen el lugar crucial y exaltado que ocupan las mujeres en la vida de ellos y en el reino de Dios.
De la misma manera, otras personas se fijarán en el ejemplo de los “frutos” de la vida de los Santos de los Últimos Días, los frutos que vienen al esforzarnos para llegar a ser discípulos del Dios viviente. Éste es el resplandor que nunca puede oscurecerse. El futuro de la Sociedad de Socorro es brillante porque el Evangelio es brillante. La luz del reino de Dios jamás se apagará; y a medida que aumente la necesidad humana, el toque de clarín del Evangelio sonará cierto. A la vanguardia de quienes porten ese mensaje y ofrezcan su contribución caritativa, se encontrarán los justos hombres del sacerdocio y las mujeres justas de la Sociedad de Socorro de la Iglesia.