Jóvenes
Lo veré de nuevo
Papá hacía que cada uno de sus hijos se sintiera especial. Nos amaba y perdonaba fácilmente; se empeñaba por asegurarse de que cada uno de nosotros fuera feliz y dejó bien en claro que deseaba lo mejor para nosotros. Yo lo quería mucho.
Cuando yo estaba en el sexto grado de la escuela, mi papá murió en un accidente automovilístico. Mi familia y yo estábamos completamente desolados; había un vacío grande en nuestra familia. Papá era en el que yo me apoyaba, a quien acudía si tenía problemas. En vez de buscar ayuda, dejé que el enojo y el dolor se arraigaran en mí. Finalmente decidí que era culpa de Dios; dejé de leer las Escrituras y de orar; iba a la Iglesia sólo porque mamá quería que fuera, pero trataba de mantenerme lejos de mi Padre Celestial.
Entonces fui a un campamento para las Mujeres Jóvenes por primera vez. Me gustó conocer a nuevas amigas, pero aún no leía las Escrituras. La última noche tuvimos una reunión de testimonios y sentí algo que no había sentido en mucho tiempo: el Espíritu. Admiré a las chicas que se levantaron a dar su testimonio, pero yo permanecí sentada porque pensaba que no tenía uno. De repente sentí que tenía que levantarme. Abrí la boca sin saber qué decir; dije que estaba agradecida por el campamento de las Mujeres Jóvenes, pero después empecé a decir que sabía que Jesucristo había muerto por mí, que mi Padre Celestial me amaba y que la Iglesia era verdadera.
Me envolvió un sentimiento de paz extraordinario. Como resultado de esa experiencia, ahora puedo decir que sé que veré nuevamente a mi papá gracias a la expiación y resurrección del Salvador.