2017
Ver a nuestro bebé dejar esta vida
Septiembre de 2017


Voces de los Santos de los Últimos Días

Ver a nuestro bebé dejar esta vida

baby holding mothers hand

Ilustración por Allen Garns

Después del primer ultrasonido, el médico nos dijo que había posibilidades de que nuestro nuevo bebé tuviera síndrome de Down. Mi esposo y yo no esperábamos escuchar eso, y mi visión del futuro cambió de inmediato.

Durante todo el embarazo me embargaron dudas y temores acerca de lo que habíamos de esperar, pero preparamos cuidadosamente la llegada de nuestro bebé. Cuando por fin llegó el día, sentí en el corazón que alguien especial y bello estaba a punto de nacer.

Le dimos a nuestro hijo el nombre de Santiago y, poco después de su nacimiento, nos enteramos de que no solo tenía síndrome de Down, sino también varios problemas de salud serios que le afectaban el corazón, el hígado y los pulmones. Doctores y enfermeros lo conectaron inmediatamente a un respirador artificial y a un corazón y pulmón artificiales. Con el transcurso de los días en el hospital, mi esposo y yo comenzamos a hablar de cómo criaríamos a Santiago junto a sus hermanos. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de lo mucho que necesitábamos a nuestro Padre Celestial.

Nuestro pequeño “Santi” mejoró lo suficiente como para desconectarlo del respirador artificial. Cuando comenzó a respirar por sí mismo fue como si dijera: “Mamá, voy a ser fuerte y a hacer mi parte”. Apretó nuestros dedos con su pequeña mano; era fuerte, pero su corazón no pudo resistir. Sufrió un paro cardíaco y poco tiempo después regresó a su Padre Celestial.

Nunca hubiera imaginado que pasaría por algo así. Esperar la llegada de un hijo con tanta ilusión, hacer tantos planes para él, y entonces verlo dejar esta vida es una de las cosas más dolorosas por las que puede pasar un padre o una madre.

Después del entierro de Santiago, mi esposo y yo fuimos al templo. Cuando entramos, sentimos consuelo. Supe que un día conocería a mi bebé y disfrutaría del gozo de ser su madre. Estoy agradecida por los templos y por las familias eternas. Ahora depende de nosotros vivir de tal manera que podamos volver a estar con nuestro pequeño Santiago.