Cinco lecciones de jóvenes apóstoles para los jóvenes adultos
¿Qué podemos aprender hoy en día de las experiencias de los primeros apóstoles de la Restauración?
Tenían entre 23 y 35 años de edad; sin embargo, contribuyeron a cambiar el mundo. Los primeros apóstoles de la Iglesia restaurada eran personas jóvenes. Algunos de ellos no se sentían aptos; algunos cometieron errores; pero todos marcaron una diferencia. A continuación, hay cinco lecciones que podemos aprender de sus vivencias.
1. No hace falta que te sientas lo suficientemente bueno para que lo seas
Heber C. Kimball se sentía incapaz cuando recibió su llamamiento al Cuórum de los Doce Apóstoles en febrero de 1835. Había pertenecido a la Iglesia menos de tres años y solo tenía 33 años de edad.
“Excedía por mucho mis expectativas”, rememoró Heber más adelante1. Sin embargo, estaba dispuesto a aceptar el llamamiento, y cuando se lo bendijo en su ordenación se le dijo “que muchos millones de personas se convertirían por conducto de él”2.
Como Apóstol, prestó servicio con gran éxito en dos misiones en Inglaterra. Convirtió a una multitud de personas cuyos descendientes bien podrían ascender a millones en la actualidad. El seguir adelante, aun cuando Heber sentía que tenía muy poco para dar, lo bendijo a él y a muchas otras personas.
2. Son las decisiones las que nos definen, y no las circunstancias
Thomas B. Marsh huyó de su casa de New Hampshire a la edad de 14 años. Trabajó como obrero agrícola en Vermont; como mesero en Albany, Nueva York; en un hotel de la ciudad de Nueva York; y luego como criado en Long Island. Sus circunstancias fueron poco estables hasta que conoció a Elizabeth Godkin y se casó con ella.
Con el tiempo, el Espíritu condujo a él y a Elizabeth a la zona occidental de Nueva York; allí escucharon sobre el Libro de Mormón. Thomas vio copias de las primeras dieciséis páginas al salir de la imprenta, y el impresor le permitió leer la hoja de prueba de impresión. Al creer que el libro era de Dios, Thomas decidió unirse a la Iglesia. Se bautizó el 3 de septiembre de 18303.
Thomas predicó el Evangelio en diversas áreas. Sobrellevó tribulaciones cuando se expulsó a los santos del condado de Jackson, Misuri en noviembre de 1833. Fue uno de los primeros miembros del sumo consejo de Misuri cuando se organizó en julio de 1834. Después de su llamamiento como Apóstol a la edad de 34 años, prestó servicio como Presidente del Cuórum de los Doce. A pesar de que en el pasado había defendido fervientemente a José Smith contra los disidentes, con el tiempo, Thomas se sintió desilusionado. En 1838 decidió abandonar la Iglesia4.
De Thomas Marsh aprendemos que las circunstancias poco estables no tienen por qué impedir que recibamos las bendiciones del Evangelio ni que bendigamos la vida de otras personas.
3. Ten cuidado: Nadie es tan bueno como para no caer
Lyman Johnson fue el más joven de los que se llamó: tenía 23 años y 4 meses de edad en aquel momento. Había sido ordenado sumo sacerdote pocos días después de cumplir 20 años en 1831, y había servido en varias misiones de la Iglesia. Mientras se encontraba en una de ellas, predicó un sermón que se ha recordado como “uno de los más potentes testimonios concernientes a la misión de José Smith y a la gran obra de los últimos días”5.
Desafortunadamente, el servicio de Lyman como Apóstol no duró mucho. Durante la agitación económica de 1837 en Kirtland, Ohio, se volvió en contra de José Smith. Lyman fue excomulgado en 1838.
Independientemente de lo bien que pudiera predicar, sin importar el oficio que tuviese en la Iglesia, aun así, Lyman se apartó y cayó. Brigham Young dijo que Lyman admitió más adelante que deseaba seguir creyendo en el Evangelio: “Me sentía lleno de gozo y alegría… Era feliz de noche y de día… Pero ahora todo es oscuridad, pesar, tristeza e infortunio en extremo”6.
4. La obediencia no garantiza una vida sencilla, pero vale la pena
Después que se ordenó Apóstol a Parley P. Pratt, Oliver Cowdery, uno de los designados para ayudar a escoger a los apóstoles, dio una responsabilidad específica a Parley y le dijo que “tendría que afrontar las mismas dificultades en el cumplimiento de ese ministerio que habían tenido los apóstoles de antaño”. Dijo que Parley afrontaría “recios calabozos y sombrías prisiones”, pero que tales circunstancias no debían intimidarlo, puesto que las pruebas le permitirían “recibir la gloria” que el Señor tenía reservada para él7.
La vida de Parley siguió esa norma. En ocasiones, afrontó la pobreza extrema; experimentó el ridículo mientras predicaba el Evangelio; en 1838 y en 1839 fue encarcelado bajo acusaciones que surgieron de las dificultades que atravesaron los miembros de la Iglesia en Misuri. Sin embargo, Parley también experimentó las bendiciones que Oliver había prometido. Poco tiempo después de su liberación de la cárcel, escribió: “Estamos bien y hemos prosperado en gran manera en el Señor, después de todas nuestras tribulaciones”8.
5. La edad no importa tanto como la fe
Orson Pratt, hermano de Parley, era casi el más joven de los apóstoles; ordenado a la edad de 23 años, era solo unas pocas semanas mayor que Lyman Johnson. El servicio que Orson había prestado anteriormente a la Iglesia ofrece un excelente ejemplo del modo en que los jóvenes adultos pueden ser una fuerza para hacer el bien.
Orson se bautizó el 19 de septiembre de 1830, el día en que cumplía 19 años de edad. Poco después, José Smith recibió una revelación dirigida a él que decía que Orson era hijo de Dios, que se le bendecía por haber creído y que su responsabilidad era predicar el Evangelio (véase D. y C. 34:3–6). De conformidad con ello, Orson prestó servicio en numerosas misiones, entre ellas, en una con Lyman Johnson en 1832 en la que bautizaron a casi cien personas y ordenaron a varios élderes.
Cuando se llamó a Orson como Apóstol, este no se hallaba en Kirtland. El 23 de abril de 1835, en la ciudad de Columbus [EE. UU.], se enteró de que se requería su presencia el 26 de dicho mes en una reunión en Kirtland.
Sin conocer el propósito de la reunión, se encaminó hacia allí de inmediato. Sin saber que había sido llamado como Apóstol, entró mientras la congregación “oraba y deseaba su llegada”9. Al sentir el apoyo de los santos, Orson aceptó el llamamiento.
Como Apóstol, preparó un folleto que contenía el primer relato impreso de la Primera Visión de José Smith. En 1847, en su carácter de pionero, llevó un detallado registro del viaje hacia el Oeste. Además, redactó muchos folletos misionales y fue un firme defensor del Libro de Mormón.
Hoy es diferente… ¿o no?
En muchos sentidos, hoy en día los jóvenes adultos son diferentes de como eran en 1835. No obstante, estas lecciones pueden ayudar a los jóvenes adultos de la actualidad conforme se esfuerzan por vivir a la altura de su potencial. El siguiente es un resumen:
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Cuando no te consideres apto, sigue adelante de todos modos.
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Todos afrontamos dificultades; tú puedes vencer las tuyas.
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Serás más feliz si te mantienes activo en la Iglesia.
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Mantente dedicado; sé obediente y fiel; las bendiciones llegarán.
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Tú tienes algo importante para dar. El Señor cuenta contigo.