Retratos de fe
Amanda Jiri
Ciudad del Cabo, Sudáfrica
Amanda se apartó de la Iglesia en busca de nuevas experiencias cuando su vida se complicó durante la adolescencia. Unos años después, Amanda se sentía vacía. Encontrar la felicidad comenzó con una importante pregunta.
Cody Bell, fotógrafo
Mi familia se bautizó en 1993. Mis padres se divorciaron unos años después y, poco a poco, mis tres hermanos se fueron apartando de la Iglesia. En 1998, durante mi segundo curso en la escuela secundaria, yo también dejé de asistir.
Me prometí que experimentaría cosas nuevas e investigaría otras iglesias. Varios amigos me invitaron a asistir a sus iglesias, pero yo a menudo no iba. Y no era porque todavía sintiera conexión alguna con la Iglesia, simplemente que, por alguna extraña razón, otras cosas se interponían, ya fuera que me quedara dormida, tuviera otros planes o pusiera excusas.
Estuve menos activa alrededor de ocho años y durante ese tiempo me junté con malas compañías. Mi madre tenía una enfermedad terminal y yo estaba muy deprimida. Me sentía vacía. Comencé a preguntarme: “¿Cuándo fue la última vez que fui realmente feliz?”.
Cualquiera que viera mi vida desde fuera podía pensar: “¡Qué vida tan fantástica!”. Me rodeaba de gente popular y parecía llevar una buena vida, pero me seguía sintiendo vacía e incompleta.
En ese momento pensé en mi etapa en las Mujeres Jóvenes y me di cuenta de que fue entonces cuando sentí verdadera felicidad por última vez. Decidí regresar a la Iglesia el siguiente domingo. Me reuní con el presidente de rama y comencé mi camino hacia el arrepentimiento.
Poco tiempo después me llamaron a trabajar con las Mujeres Jóvenes. Cuando recitamos el lema de las Mujeres Jóvenes, ¡lo recordé de inmediato! Hoy en día, cada vez que recito el lema, recibo una confirmación de que mi lugar está en la Iglesia.