Sentarse en consejo
Cómo dotar de mayor poder a las reuniones de la Sociedad de Socorro y del Sacerdocio de Melquisedec
Prólogo escrito por el élder M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles
Durante mi ministerio apostólico, con frecuencia he hecho hincapié en el poder y la importancia de los consejos, entre ellos los consejos de estaca, barrio, organizaciones auxiliares y familiares. Creo que trabajar por medio de consejos es la manera más eficaz de obtener resultados reales.
Este mes se implementan algunos cambios sencillos pero importantes en los cursos que los miembros de los cuórums del Sacerdocio de Melquisedec y de la Sociedad de Socorro estudian cuando se reúnen cada domingo en sus respectivas organizaciones. Además de estudiar las palabras de los profetas vivientes pronunciadas en la conferencia más reciente, también nos “[sentaremos] en concilio” (D. y C. 107:89) para hablar de los problemas que afrontamos y de las necesidades que tenemos.
A medida que aprendamos a reunirnos en consejo de manera más eficaz, Dios nos bendecirá con un flujo de revelación y comprensión cada vez mayor, y con más poder para llevar a cabo Su obra.
Antes de que este mundo fuera creado, el Padre Celestial efectuaba Su obra por medio de concilios (véase D. y C. 121:32). Comenzando por Adán y Eva, el pueblo de Dios ha buscado Su orientación en consejos. De hecho, Dios se refirió a Sí mismo como “Varón de Consejo” (Moisés 7:35). Al principio de esta dispensación, José Smith comenzó a restaurar “el orden de los concilios en los días antiguos”1. En la actualidad, la Iglesia se rige mediante consejos en todos los niveles.
En los últimos meses, los líderes generales de la Iglesia se han reunido en consejo para hablar de cómo reforzar las reuniones dominicales del Sacerdocio de Melquisedec y de la Sociedad de Socorro. El resultado es un nuevo curso de estudio titulado Ven, sígueme—Para el Sacerdocio de Melquisedec y la Sociedad de Socorro, que aumenta el uso de los mensajes de la conferencia general y traslada el poder de la deliberación en consejo a nuestros cuórums del sacerdocio y Sociedades de Socorro.
“Con lo que hasta ahora hemos tenido hemos hecho mucho bien”, dijo el élder Christoffel Golden, de los Setenta, que ayudó a dirigir este cambio; “pero el Señor desea que avancemos. El progreso vendrá como resultado de este viraje hacia el estudio de las palabras de los profetas vivientes y la deliberación en consejo.
Recientemente, la Presidencia General de la Sociedad de Socorro y los miembros de los Setenta se reunieron en consejo para hablar del modo en que la deliberación en consejo invita a la revelación, aumenta la unidad y conlleva poder. Ellos ofrecen los siguientes principios sabiendo que usted edificará sobre esas ideas a medida que descubra soluciones adecuadas para usted, para su barrio o rama y para su cuórum o Sociedad de Socorro.
Poder en el propósito
“… por cuanto os habéis juntado… y estáis de acuerdo tocante a esta cosa, y habéis pedido al Padre en mi nombre, así también recibiréis” (D. y C. 42:3).
Los consejos son un medio a través del cual “[buscamos] colectivamente la voluntad del Señor”2. En otras palabras, no es suficiente solo compartir ideas; al deliberar en consejo invitamos la revelación de modo que podemos aprender lo que el Señor desea que hagamos en nuestra situación. Tendremos más éxito en nuestra experiencia de revelación a medida que recordemos lo siguiente:
1. Enfoque—Comience con una cuestión o necesidad específica y significativa. Centrarse en una sola cuestión o necesidad aumenta nuestra capacidad de realizar un progreso significativo. También nos ayuda a ver más allá de las evidencias (lo que sucede) y a procurar comprender el problema de fondo (por qué y cómo algo afecta a las personas). Por ejemplo, podríamos deliberar sobre cómo orientar y conectar a nuestros jóvenes con los cielos en lugar de hablar del tiempo que pasan delante de una pantalla.
2. Perspectivas—Plantee su problema o su necesidad como una pregunta. Un tema que se formula como una pregunta puede dar lugar a una reflexión doctrinal. Tal vez nos preguntemos: “¿Cómo puedo hacer frente a esta situación de modo que sea útil y produzca sanación?”, o “¿qué doctrina, si la entendiera mejor, me ayudaría a resolver este problema?”.
3. Poder—Busque revelación. Aunque puede que los consejos den pie a la aportación de soluciones, el propósito de los mismos es descubrir la voluntad de Dios, no solamente enumerar una serie de buenas prácticas o decir: “Así es como se hacía en mi barrio anterior”. Tal como enseñó el élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, no necesitamos reuniones; necesitamos experiencias que nos aporten revelación3. Deliberar en consejo revela soluciones poderosas que conducen a la acción.
Poder en la participación
“Nombrad de entre vosotros a un maestro; y no tomen todos la palabra al mismo tiempo, sino hable uno a la vez y escuchen todos lo que él dijere, para que cuando todos hayan hablado, todos sean edificados de todos y cada hombre tenga igual privilegio” (D. y C. 88:122).
En los consejos, los intereses de las personas y de la organización (el barrio o la rama) se unen de manera singular, especialmente si los participantes comprenden lo siguiente:
1. Cada miembro del consejo juega un papel fundamental. Los miembros del consejo deben participar de manera activa en el mismo, pero no predominar. Tal como Pablo enseñó: “Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito; ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. Antes bien, los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios” (1 Corintios 12:21–22).
2. Los miembros del consejo procuran aportar luz. El profeta José Smith enseñó que “todo hombre, antes de poner reparos a cualquier asunto que se presente al concilio para su consideración, debe estar seguro de poder aclarar más el tema en lugar de sembrar tinieblas, y ver que su objeción esté fundada en la justicia”4.
3. Los miembros del consejo procuran estar unidos. Pese a sus diferentes puntos de vista, los miembros del consejo se unen porque buscan “recibir la guía del Espíritu Santo”5. José Smith dijo en una ocasión durante un consejo que “para recibir revelación y las bendiciones del cielo, era necesario que concentráramos nuestra mente en Dios y ejerciéramos la fe, y que fuéramos uno en corazón y voluntad”6.
Poder en los planes de acción
“… que todo hombre obre en doctrina y principio pertenecientes a lo futuro, de acuerdo con el albedrío moral que yo le he dado” (D. y C. 101:78).
Sin planes para obrar conforme a la revelación recibida, un consejo está incompleto. Se debe invitar a los participantes en el consejo a adquirir compromisos específicos conforme a los cuales obrarán. “Al final de su reunión de consejo deben tener asignaciones”, dijo la hermana Jean B. Bingham, Presidenta General de la Sociedad de Socorro. “La obra más importante tiene lugar entre una reunión y otra”.
La persona que lidera conduce el consejo hacia el entendimiento y el consenso. A continuación, él o ella concluye dando asignaciones y registrándolas para posteriormente hacer un seguimiento. La hermana Sharon Eubank, Primera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, añade: “El poder está en nosotros. Al obligarnos a actuar, el Señor santificará nuestros esfuerzos (véase D. y C. 43:9). Aceptar asignaciones de manera voluntaria y rendir cuentas es la esencia de los convenios”.
El papel del líder
“… el predicador no era de más estima que el oyente, ni el maestro era mejor que el discípulo; y así todos eran iguales” (Alma 1:26).
A fin de mejorar nuestros consejos, nosotros evitamos los conceptos del mundo sobre el liderazgo. En el Reino del Señor, el líder es el “siervo de todos” (Marcos 10:44). De manera similar, el líder de un consejo —ya sea una autoridad que preside o un maestro— proporciona el enfoque, pero no es el foco de atención. Él o ella evitan ser la voz predominante y tomar resoluciones antes de escuchar a los miembros del consejo.
El líder del consejo juega un papel importante en cuanto a establecer el propósito, fomentar el análisis e invitar a los participantes a comprometerse a actuar. Los consejos funcionan mejor cuando la persona que los dirige escucha, guía, invita, protege y valida.
1. Escucha. Los buenos líderes escuchan a la persona que habla y al Espíritu Santo. “El don del discernimiento opera más eficazmente”, dijo el élder Bednar, “cuando escuchamos que cuando hablamos”7.
2. Guía. El líder de un consejo guía la conversación, permitiendo que se forjen ideas. Cuando es necesario, el líder replantea el análisis o lo reconduce con amor.
3. Invita. El Señor esparce revelación entre los miembros de un consejo. El invitar a todos —incluso a los que son reservados— a aportar ideas aumenta las probabilidades de conocer la voluntad del Señor.
4. Protege. El líder de un consejo crea un ambiente donde compartir de manera segura y apropiada, y lo hace interesándose por quienes intervienen y protegiéndolos de la crítica y los juicios. Los temas delicados requieren una dirección prudente. Los asuntos confidenciales deben seguir siéndolo.
5. Valida. A medida que los participantes comparten pensamientos e ideas, un líder valida las aportaciones mostrando aprecio y enlazando ideas relacionadas. Esa validación ayuda a los participantes a sentirse parte del proceso de revelación y a superarse a sí mismos para asegurarse de que su aportación es útil.
Nuevo curso de estudio, nuevo compromiso
El nuevo año y el nuevo curso de estudio traen consigo una etapa de nuevo compromiso. Somos bendecidos con el evangelio restaurado de Jesucristo. Es nuestra responsabilidad y privilegio procurar Su guía y llevar a cabo Su obra. Este paso adelante en nuestras reuniones dominicales del Sacerdocio de Melquisedec y de la Sociedad de Socorro no consiste solamente en tener una clase sobre la obra; más bien nos “sentamos en consejo” y promovemos las obras de rectitud, obras que “[impulsarán] a muchos hasta Sion con cantos de gozo perpetuo” (D. y C. 66:11).