Usted, los jóvenes y el lema de la Mutual
¿Cómo nos puede unir el lema de la Mutual?
Cada año, las Presidencias Generales de los Hombres Jóvenes y de las Mujeres Jóvenes invitan a los jóvenes a estudiar, aprender y poner en práctica un lema espiritual aprobado por la Primera Presidencia. El aprender y vivir las enseñanzas del lema de la Mutual puede fortalecer la fe y el testimonio, así como también unir a los cuórums, las clases y las familias.
El lema para 2018
El lema de este año enseña a los jóvenes a hallar la paz que proviene de Jesucristo. En Doctrina y Convenios 19:23, el Señor nos invita: “Aprende de mí y escucha mis palabras; camina en la mansedumbre de mi Espíritu, y en mí tendrás paz”. En un mundo que puede estar lleno de incertidumbre y temor, esta es una poderosa promesa.
Esta Escritura da a los padres, líderes, mentores y maestros la oportunidad de enseñar modelos que pueden fortalecer a los jóvenes en los momentos difíciles.
¿En qué forma puedo utilizar el lema?
Las Presidencias Generales de las Mujeres Jóvenes y de los Hombres Jóvenes nos han invitado a memorizar la Escritura, estudiar la doctrina y poner en práctica los principios en nuestra vida. Aunque eso puede hacerse de forma individual, el hacerlo juntos puede ayudar a unir y fortalecer a los jóvenes y sus familias.
Hay muchas oportunidades para incluir el lema en la vida de nuestros jóvenes. Puede usarse en la noche de hogar, en lecciones de la Iglesia y de Seminario, como tema para discursos de los jóvenes en la reunión sacramental, para enriquecer los ejercicios de apertura de la Mutual y para proporcionar un punto central en las actividades de los jóvenes, incluso en campamentos, conferencias para los jóvenes, actividades combinadas, Nuevos Comienzos y devocionales.
Algunas ideas para las actividades
Las siguientes son algunas ideas para incluir el lema de la Mutual a lo largo del año. Para obtener más ideas, visite youth.lds.org.
“Aprende de mí”
Aprender de Jesucristo es importante para hallar paz en Él. Recibimos paz y seguridad cuando sabemos cómo es Él, aprendemos cómo vivió y comprendemos lo que Él hace por nosotros.
Cuando tenía 14 años, le preguntaron al presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) si había leído la Biblia completa. “… ya había leído muchos libros, las tiras cómicas y libros entretenidos, pero el corazón me decía con tono acusador: ‘Y tú, Spencer Kimball, tú nunca has leído ese libro sagrado, ¿por qué?’”1. A partir de ese momento, el presidente Kimball se propuso “[deleitarse] en las palabras de Cristo” (2 Nefi 32:3).
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Considere pedirles a los jóvenes que apunten en un cuaderno de estudio lo que aprendan de Jesucristo y Su evangelio.
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Tal vez desee invitar a los jóvenes a comprometerse a aceptar el desafío del presidente Russell M. Nelson de “[consagrar] un poco de tiempo cada semana para estudiar todo lo que Jesús dijo e hizo, según se registra en [las Escrituras]”2. En clase o en la noche de hogar, podría pedirles que den un informe de lo que están aprendiendo y de cómo están poniéndolo en práctica en sus vidas.
Recursos
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“El Cristo Viviente: El Testimonio de los Apóstoles”, Liahona, abril de 2000, págs. 2–3.
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Russell M. Nelson, “Cómo obtener el poder de Jesucristo en nuestra vida”, Liahona, mayo de 2017, págs. 39–42.
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David A. Bednar, “Un carácter cristiano”, Liahona, octubre de 2017, págs. 50–53.
“Escucha mis palabras”
Escuchar las palabras del Salvador significa no solo oír, sino prestar atención (u obedecer). Saber que estamos viviendo en armonía con Sus enseñanzas puede producir gran paz y seguridad.
Cuando tenía ocho años, el presidente Thomas S. Monson decidió hacer una fogata con su amigo Danny. Sin embargo, había un problema: el campo donde querían hacerla estaba seco, espinoso y lleno de hierbas. Fue entonces que el joven presidente Monson tuvo una idea. “Le dije a Danny: ‘Todo lo que tenemos que hacer es prenderles fuego; ¡quemaremos solo un círculo en la hierba!’. Él accedió de inmediato y corrí a la cabaña a buscar unos fósforos (cerillos)…
“Recuerdo que pensé que el fuego solo quemaría hasta donde nosotros quisiéramos y, que por arte de magia, se extinguiría solo.
“Encendí el fósforo con una roca y prendí el pasto reseco de junio…”. Al darse cuenta rápidamente de que el fuego no se apagaría solo, los niños corrieron en busca de ayuda, y el incendio se apagó tras varias horas de trabajo.
“Ese día Danny y yo aprendimos varias lecciones difíciles pero importantes”, dijo el presidente Monson, “entre las que sin duda estaba la importancia de la obediencia”3.
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Pida a los jóvenes que estudien sobre la obediencia en el capítulo 6 de Predicad Mi Evangelio, incluso la sección sobre la obediencia de la actividad sobre los atributos que se encuentra al final del capítulo.
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Hablen de las cosas que pueden distraernos y hacer que no escuchemos las palabras del Señor. Por ejemplo, podría invitar a los jóvenes a reemplazar 10 minutos de tiempo frente a una pantalla por 10 minutos de estudio de las Escrituras.
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Pregunte a menudo a los jóvenes qué harán con lo que han aprendido.
Recursos
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Véase Predicad Mi Evangelio: Una guía para el servicio misional, 2004, pág. 129.
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Hadley Griggs, “Diez minutos al día”, Liahona, septiembre de 2017, págs. 58–61.
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Robert D. Hales, “Si me amáis, guardad mis mandamientos”, Liahona, mayo de 2014, págs. 35–38.
“Camina en la mansedumbre de mi Espíritu”
Aprender y escuchar describen lo que debemos hacer; caminar en la mansedumbre de Su Espíritu es cómo debemos hacerlo.
Ser manso significa “soportar el daño con paciencia y sin resentimiento”4, algo que requiere tanto fortaleza como humildad. En 1838, Thomas B. Marsh, el primer Presidente del Cuórum de los Doce, abandonó la Iglesia, en parte debido a su resentimiento porque los líderes de la Iglesia no apoyaron a su esposa en una disputa en torno a la leche. Años más tarde, se lamentó por las bendiciones que había perdido y regresó a la Iglesia, diciendo: “Con frecuencia he querido saber cómo comenzó mi apostasía, y he llegado a la conclusión de que debí haber perdido el Espíritu del Señor, el cual salió de mi corazón… me sentía enojado e iracundo; y una vez que se marchó el Espíritu del Señor, como dicen las Escrituras, quedé cegado…”5.
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La vida del Salvador no fue fácil. Encuentre en las Escrituras ejemplos de ocasiones en las que Jesús demostró mansedumbre frente a los desafíos. Analice cómo podemos poner en práctica el ejemplo del Salvador en situaciones que afrontamos hoy en día.
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Una manera de llegar a ser manso es servir a los demás. Considere diferentes actos de servicio que los jóvenes podrían hacer de forma personal o en grupo.
Recursos
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Ulisses Soares, “Sean mansos y humildes de corazón”, Liahona, noviembre de 2013, págs. 9–11.
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Neal A. Maxwell, “Meekness—A Dimension of True Discipleship”, Ensign, marzo de 1983, págs. 70–74.
“En mí tendrás paz”
La paz puede significar algo diferente para cada persona: la esperanza de que la sanación es posible, la certeza de que existe la forma de superar los momentos difíciles o la convicción de que estamos en el camino correcto.
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Descubra relatos de cómo otras personas han hallado paz en Cristo en Mormon.org/easter y en las páginas 60 y 63 de este ejemplar. ¿Cómo ha hallado paz?
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Considere ver el video de la Pascua de Resurrección 2017, “Príncipe de Paz”, en Mormon.org/pascua. Podría invitar a los jóvenes a compartir el video en línea, junto con su testimonio de cómo han hallado paz en Cristo.
Recursos
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W. Christopher Waddell, “Un modelo para tener paz”, Liahona, mayo de 2016, págs. 90–93.
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Quentin L. Cook, “Paz personal: La recompensa a la rectitud”, Liahona, mayo de 2013, págs. 32–36.