2019
Tradiciones familiares que nos fortalecen
Octubre de 2019


Mensaje de Área

Tradiciones familiares que nos fortalecen

A los pocos meses de casarnos, Norma y yo nos fuimos a vivir a Asunción, Paraguay. Como jóvenes llenos de energía y sueños fuimos adelante avanzando a partir de precarias condiciones. Comenzamos viviendo en un pequeño cuarto, hasta lograr los recursos para alquilar una casa pequeña para nosotros y nuestro primer hijo. Esa pequeña casita contaba con un amplio espacio al fondo y un jardín al frente. Sentíamos que éramos los dueños del mundo.

Comenzamos a embellecer el lugar plantando árboles y haciendo una huerta familiar. Plantamos árboles de mango en el frente de la casa; pintamos el cordón de la vereda de blanco, así como los muros que la rodeaban; pintamos los troncos de los árboles para cuidarlos de las pestes y les pusimos piedras alrededor también pintadas de blanco. No había dinero para contratar un pintor para pintar la casa, así que los dos pintamos la casa y la cuidamos aun cuando no era nuestra. La casa estaba siempre limpia y bien organizada. Era un refugio, un lugar de paz en donde nuestros hijos pasaron los primeros años de su vida.

Luego de que comenzamos a pintar la casa y embellecerla, los vecinos comenzaron a hacer lo mismo; al poco tiempo, toda la cuadra tenía el cordón de la vereda pintado de blanco y las casas pintadas. La cuadra se había transformado.

En la película el “Violinista en el tejado”, se cuenta la historia de Anatevka, una aldea imaginaria de Ucrania en la cual viven judíos y ortodoxos en armonía. En ese pequeño poblado vive Tevye, el lechero, con su esposa Golde y sus hijas. Debido a que la sociedad y tradiciones están cambiando, Tevye reúne a sus hijas y les explica por qué tienen tradiciones y les dice:

“Parece cosa de locos, ¿verdad? Pero aquí, en nuestro pueblo de Anatevka, cada uno de nosotros es como un violinista en el tejado que intenta ejecutar una melodía grave y sencilla, sin romperse la cabeza. No es fácil, ¿verdad? Tal vez se pregunten ustedes por qué nos subimos ahí, si es tan peligroso… pues, si subimos, es porque Anatevka es nuestro hogar… Y ¿cómo guardamos el equilibrio? Puedo decirlo con una palabra: ¡Tradición! La Tradición es lo que nos ha permitido guardar el equilibrio durante muchos, muchos años… Sin todas estas tradiciones, nuestra vida sería como un violinista en el tejado.

“Aquí en Anatevka tenemos tradiciones para todo: para comer, para vestir, para dormir…  Y ustedes seguramente se preguntarán cómo empezaron estas tradiciones.

“Ay, lo puedo contestar fácilmente… ¡no tengo la menor idea!

“Pero son tradiciones y, gracias a nuestras tradiciones, cada uno aquí sabe lo que es y lo que Dios espera de él”1.

Como miembros de la Iglesia somos diferentes al resto del mundo debido al conocimiento que tenemos de lo que Dios espera de nosotros.

Ese conocimiento nos debe inspirar a avanzar.

El marido debe proveer para el hogar; debe ser trabajador, ya que en Sion “no hay lugar para el ocioso” (Doctrina y Convenios 42:42).

Vemos que, a veces, conforme a la cultura del mundo, la mujer trabaja y el hombre descansa o se beneficia de su trabajo; que el hombre manda y la mujer obedece y le sirve. Esa no es la cultura de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.  

“Y aconteció que yo, Nefi, hice que mi pueblo fuese industrioso y que trabajase con sus manos” (2 Nefi 5:17).

El documento “La Familia, Una Proclamación para el Mundo”2 es como brisa refrescante en una tarde de verano. El esposo y la esposa trabajan juntos para edificar una familia para Dios.

El élder Tom L. Perry dijo:

“La práctica de tener tradiciones, que son nuestro gran patrimonio, debe ser algo que toda familia debe tratar de mantener viva. Si edificamos tradiciones fuertes en nuestras familias, la luz del Evangelio brillará siempre en la vida de nuestros hijos, de generación en generación. Esperaremos con ansia ese día glorioso en que estaremos todos juntos como unidades familiares eternas para obtener el gozo sempiterno que nuestro Padre prometió a Sus hijos justos. Nuestras actividades y tradiciones familiares pueden ser un faro para el resto del mundo, como un ejemplo de cómo vivir para merecer Sus bendiciones y tener paz y armonía hasta el día en que Él regrese para gobernar y reinar sobre nosotros”3.

Las tradiciones, como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, nos ayudan a enfocarnos en lo que tiene valor y a desechar otras tradiciones ajenas a los principios del Evangelio.

Algunas de esas tradiciones son:

  • Arrodillarnos a diario para hacer la oración familiar.

  • Estudiar juntos las Escrituras.

  • Observar el día de reposo, comportándonos correctamente y teniendo actividades apropiadas para el día del Señor.

  • Asistir a la reunión sacramental y participar de la Santa Cena.

  • Tener la noche de hogar.

  • Ayunar mensualmente y pagar nuestros diezmos y ofrendas al Señor.

  • La asistencia al Templo y la historia familiar.

Otras tradiciones que también nos ayudarán a mantenernos alejados del mundo, a fortalecer nuestra familia y a enriquecer nuestra vida son:

  • Tener un huerto familiar.

  • Mantener la casa aseada y limpia, lo cual no tiene relación con el nivel adquisitivo, más sí con los hábitos de trabajo.

  • Recibir bendiciones del padre y su bendición patriarcal.

  • La preparación misional.

  • Participar en los cursos de Seminario e Institutos.

  • Buscar la excelencia a través del mejoramiento de la educación académica.

En el establecimiento de estas tradiciones, cada familia debe incluir un consejo de familia, compuesto de todos sus miembros, para enseñar a los niños las responsabilidades básicas en la organización familiar, ya que de esta manera podrán aprender la manera de tomar decisiones y obrar de acuerdo con ellas.

Los matrimonios sin hijos o aquellos que vivan solos no están exentos de esta tarea. El individuo en sí es una “familia” y estas tradiciones lo ayudarán a mantenerse enfocado en lo que es importante y esencial.

Debemos de trabajar por aquello a lo cual aspiramos. A esto se refirió el presidente Joseph F. Smith, quien aprendió a realizar los trabajos de una persona adulta desde muy temprana edad y legó su ética de trabajo a sus hijos.

Él les decía: “Las personas suelen morir en la cama; y lo mismo ocurre con las aspiraciones”4. Con ese principio en mente, él y su esposa procuraban que los niños se levantaran temprano por la mañana e hicieran su parte para mantener la casa limpia y ordenada.

El presidente Smith también ayudaba con las tareas de la casa. Cuando él y su esposa Louie estaban recién casados, trabajó en la construcción de su primera casa y aprendió a hacer la mayoría de las reparaciones domésticas. También ayudaba a cocinar, y contribuía a cosechar las frutas maduras y a conservarlas en frascos.

Que nuestra fe en el Señor Jesucristo se vea adornada por la práctica de estas tradiciones que son parte de Su evangelio, las cuales embellecerán nuestras vidas y proporcionarán la luz que iluminará nuestro camino hacia Él; y así, no solo al final de la jornada, sino aun cuando caminemos por nuestra senda, podamos expresar: “Y sucedió que vivimos de una manera feliz” (2 Nefi 5:27).

Notas

  1. Joseph Stein, Jerry Bock, Sheldon Harnick, Violinista en el tejado [Fiddler on the Roof], 1964, págs. 2–3.

  2. Véase “La Familia: Una proclamación para el mundo,” Liahona, oct. de 1998, pág. 24.

  3. Véase L. Tom Perry, “Tradiciones familiares”, Conferencia General, abril de 1990.

  4. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph Fielding Smith, Capítulo 23: La responsabilidad individual.