Cómo llegué a saberlo
Experiencia al estudiar como familia Ven, sígueme
Mi familia es muy chica en cuanto a integrantes, pero ello no limitó el gozo, el entusiasmo, el deseo de apostarle al curso Ven, sígueme y de tener la maravillosa oportunidad de estudiar el Evangelio con ellos en casa.
Así que, cada domingo, iniciamos al llegar a nuestra casa, después de las reuniones de la Iglesia. Nos sentamos en la sala a estudiar la asignación de la semana que ya inicia, y la retomamos el lunes en la noche de hogar.
Disfrutamos de estas experiencias juntos: leer relatos y parábolas de las Escrituras, ver un video por internet, cantar juntos un himno especial y compartir nuestro testimonio de las enseñanzas del Evangelio. También hacemos actividades como disfrazarse, hacer representaciones y dramatizaciones, aprender principios, hacer y responder preguntas, marcar pasajes significativos y memorizar pasajes favoritos de las Escrituras.
Es indescriptible el gozo de poder disfrutar y escuchar a Fiorella, nuestra hija de 13 años, cuando se interesa en las enseñanzas de Ven, sígueme y hace preguntas. También participa activamente en las clases de la Escuela Dominical de los jóvenes y nos habla de esas experiencias. Dice que, al llegar su momento, desea servir en una misión de tiempo completo.
Mi vida personal y la de mi familia se fortalece espiritualmente. Queremos aprender más y llevarlo a nuestra vida diaria. Aumenta nuestro deseo de nutrirnos de esta fuente que emana miel y así poder comprender aquellas cosas que hemos leído individualmente y que ahora surten más efecto en nosotros como familia.
Testifico del poder de conversión que lleva el seguir y vivir Ven, sígueme en mi vida, en mi llamamiento con los jóvenes, en mi familia y en mi entorno. Invitamos a cada familia a que disfrute de este manjar que nos ofrece Ven, sígueme y que está al alcance de todos.