2020
¿Viven una vida de diez dólares?
Febrero de 2020


¿Viven una vida de diez dólares?

¿Se fijan en el valor temporal que tienen las cosas o en su valor eterno?

bills

Hace años, cuando era presidente de estaca en París, Francia, se me informó de que el presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) estaría en París unos días y que yo iba a ser su conductor. Lo recogería en el aeropuerto y lo llevaría al hotel para que descansara. Al día siguiente lo llevaría a hacer varias visitas; entre ellas, ir a un cementerio militar estadounidense donde estaba enterrado su hermano, que murió de gripe durante la Primera Guerra Mundial.

Sin embargo, cuando recogí al presidente Hinckley, no se le veía muy cansado. Alzó su bastón y me dijo: “¡Presidente Caussé! ¡Vamos a trabajar!”.

Quería ir al cementerio de inmediato. Desafortunadamente, yo había hecho arreglos con el director para ir allá al día siguiente, así que, cuando llegamos, el lugar estaba cerrado y no había nadie.

Al día siguiente, estuvimos tan ocupados que no tuvimos tiempo de volver al cementerio. Esa tarde, el presidente Hinckley me dio un billete de diez dólares y me dijo: “Lamento mucho no haber podido ir al cementerio. Le agradecería mucho si comprara flores y las colocara en la tumba de mi hermano”.

Compré las flores, pero no utilicé ese billete. Al domingo siguiente, por la tarde, fui con mi familia y coloqué las flores en la tumba. Nos tomamos una foto juntos frente a la tumba con las flores y se la enviamos al presidente Hinckley.

Todavía conservo ese billete de diez dólares. Lo tengo en mi ejemplar de las Escrituras. Si yo preguntara: “¿Qué valor tiene este billete?”, la mayoría de las personas respondería: “Diez dólares”. No obstante, para mí vale mucho más. El billete valía diez dólares, pero para mí ahora tiene un valor inestimable. Es un recuerdo de un momento que pasé con un profeta de Dios.

Den a su vida un propósito y un significado eternos

En nuestra vida, hay muchas cosas que tienen un valor sumamente finito y temporal. Hay muchas personas que llevan lo que yo llamo una “vida de diez dólares”. Son el tipo de personas que dirían: “Comed, bebed y divertíos, porque mañana moriremos” (2 Nefi 28:7).

Sin embargo, el valor de cada minuto que vivimos aquí en la tierra tiene un tremendo impacto que va más allá de esta vida y hasta las eternidades. Lo contrario de la actitud de “comed, bebed y divertíos” es “haceos tesoros en el cielo” (Mateo 6:20).

things of eternal value

Los siguientes son solo algunos ejemplos de cómo atribuir un valor eterno a las cosas:

  1. El templo. Para la mayoría de la gente, es solamente un hermoso edificio. Sí que es hermoso, pero para nosotros es la Casa del Señor, donde podemos recibir ordenanzas y hacer convenios que permiten que nuestra vida con nuestra familia sea eterna.

  2. El Libro de Mormón. La mayoría de la gente diría que es solamente un libro con una bonita historia. Sin embargo, para nosotros, es la palabra de Dios.

  3. El diezmo. La mayoría de la gente diría: “Es dinero que le das a tu iglesia”. Para nosotros, no es solamente dinero; más bien es una expresión de fe y obediencia a los mandamientos de Dios, y representa bendiciones que podemos recibir si somos fieles.

  4. La Palabra de Sabiduría. Muchas personas dirían que es una cuestión de salud física, lo cual es cierto; pero es más que eso. Sabemos que si seguimos la Palabra de Sabiduría, el Espíritu del Señor estará con nosotros.

  5. La intimidad conyugal. La mayoría de la gente cree que solamente se trata de placer físico. Sin embargo, entre un hombre y una mujer que están casados, y sobre todo aquellos que han sido sellados en el templo, es más que eso. Tiene que ver con tener una familia y con expresar amor y unidad en el matrimonio.

  6. La formación académica y el trabajo. La mayoría de la gente diría que su propósito es llevar una vida desahogada y satisfacer las necesidades de nuestra familia. No obstante, nosotros creemos que su propósito también consiste en desarrollar autosuficiencia, que es un principio espiritual. Podemos ejercer el albedrío a fin de llegar a ser independientes y ayudar a los demás.

Busquen la armonía entre lo temporal y lo espiritual

El aspecto temporal de nuestra vida está entrelazado estrechamente con el espiritual, y no debemos tratar de separarlos. Los aspectos materiales deben servir para nuestros objetivos eternos.

El Señor ha dicho: “… para mí todas las cosas son espirituales” (Doctrina y Convenios 29:34). También ha dicho que: “… el hombre es espíritu. Los elementos son eternos; y espíritu y elemento, inseparablemente unidos, reciben una plenitud de gozo; y cuando están separados, el hombre no puede recibir una plenitud de gozo” (Doctrina y Convenios 93:33–34). Sin el cuerpo, nuestro espíritu no puede ser perfeccionado, y ese el motivo por el cual hay una resurrección. La exaltación se halla en la armoniosa relación y unidad entre lo temporal y lo espiritual.

Tomen decisiones con el Espíritu

Las decisiones que tienen que ver con aspectos aparentemente temporales o materiales se deben tomar con el Espíritu del Señor. El Señor tiene una perspectiva eterna. Él lo sabe todo, desde el principio hasta el fin. Nos ama de forma perfecta, incluso mejor de lo que nosotros nos amamos a nosotros mismos. Si procuramos hacer Su voluntad, en lugar de la nuestra, nuestra vida será más feliz y mejor. Podemos conocer Su voluntad por medio de Su Espíritu; y eso sucede al orar, leer las Escrituras y meditar sobre ellas, y deliberar en consejo con nuestra familia.

Entonces, ¿cómo podemos conocer a Su Espíritu? El Señor ha dicho:

“Y lo que no edifica no es de Dios, y es tinieblas. Lo que es de Dios es luz; y el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se hace más y más resplandeciente hasta el día perfecto” (Doctrina y Convenios 50:23–24).

En otras palabras, lo que nos edifica, lo que nos eleva, lo que nos trae gozo, lo que genera luz en nuestra vida es inspirado por Dios. En ocasiones, incluso nuestros pensamientos son inspirados por Dios.

Yo he tomado decisiones basándome en impresiones espirituales cuando el intelecto me indicaba hacer otra cosa. Eso siempre ha resultado ser superior a lo que el intelecto me dictaba.

Por ejemplo, después de que mi esposa y yo decidimos casarnos, decidimos tener una perspectiva eterna en nuestro matrimonio: permanecer siempre activos en la Iglesia, casarnos en el templo, etcétera. Esas decisiones nos han bendecido sobremanera, han fortalecido nuestro matrimonio y han permitido que perdure.

En una época de mi vida, tuve un empleo muy bien remunerado que conllevaba una gran responsabilidad y mucho reconocimiento. Un día, mi esposa me dijo: “Estás muy ocupado con el trabajo. Deberías orar y pensar si podrías conseguir otro empleo que te permita estar más disponible para servir al Señor”. Así que oramos y recibimos la confirmación por medio del Espíritu de que debía cambiar de empleo. No obstante, yo todavía me resistía un poco. Cuando oré al respecto, le dije al Señor el nombre de la única empresa para la cual consideraría trabajar si renunciara a mi empleo.

Tres semanas más tarde, me puse en contacto con una agencia de contratación y tuve una entrevista. Al final, la persona me dijo que uno de sus clientes acababa de solicitar un nuevo director. Ese cliente era la empresa que había mencionado en mi oración. Es una empresa pequeña que solamente tiene ese tipo de vacantes más o menos cada diez años. Fue un milagro.

Le dije a mi esposa en son de broma: “Tengo una noticia buena y una mala. La buena es que esa empresa me va a contratar. La mala es que creo que el Señor me tiene algo reservado”.

Esa empresa me contrató un viernes y el sábado fui llamado para servir como presidente de estaca.

Para mi esposa y para mí eran más importantes los susurros del Espíritu y servir a Dios que las bendiciones materiales, la satisfacción intelectual o el reconocimiento social. Procuramos seguir la voluntad del Señor y recibimos la confirmación de que todo saldría bien. Esa fue una de las mejores experiencias de mi vida.

Vean el valor real

Nunca me he arrepentido de poner lo espiritual por encima de cualquier otro aspecto. A veces parece un sacrificio, pero he aprendido que, a la larga, eso es lo único que cuenta. No vivan una vida de “diez dólares”. El hecho de alinear nuestra vida con el propósito de nuestra existencia es una combinación para hallar gozo y felicidad, no solo en esta vida, sino también en la vida venidera.

Fotografía de ejemplares del Libro de Mormón por Celia Jeffery.