Principios de ministración
Estar unos con otros y fortalecernos mutuamente
Todos somos bendecidos cuando ministramos o cuando se nos ministra.
En su máxima expresión, la ministración no es un proceso que se lleva a cabo en una sola dirección. Cuando ministramos a alguien, todas las personas que toman parte son bendecidas: nosotros mismos, nuestros compañeros o compañeras, y aquellos a quienes ministramos. Somos bendecidos por las fortalezas de cada uno; somos bendecidos conforme nos apoyamos y nos ayudamos mutuamente en nuestros desafíos; somos bendecidos por las relaciones interpersonales que se cultivan.
Al explicar lo que significa ministrar a los demás, el élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, nos enseñó a “estar con [nuestros hermanos y hermanas] y fortalecerlos” (véase Doctrina y Convenios 20:53)1. En ese pasaje de las Escrituras, hay dos elementos esenciales que nos ayudarán a ministrar a aquellos a quienes amamos:
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En primer lugar, “estar con” ellos sugiere que es importante llegar a conocer a quienes ministramos lo suficientemente bien como para cultivar una relación significativa y crear un vínculo de confianza.
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Segundo, una vez que ellos sepan que realmente los amamos y nos importan, podemos hablar de maneras en las que podemos apoyarlos y “fortalecerlos”. A su vez, nosotros también seremos fortalecidos.
Las personas no son proyectos; son nuestros hermanos y hermanas, nuestros compañeros de viaje en esta jornada de la vida. Queremos caminar juntos por la vida, ayudándonos mutuamente a encontrar la fuerza para vencer los obstáculos y las piedras de tropiezo que se nos presentan en el camino (véase Hebreos 12:10–13).
La palabra “fortalecer” expresa lo que realmente deseamos: que nuestra ayuda proporcione la ayuda y los medios para que cada persona tenga los recursos y la fuerza para avanzar y superar los desafíos de la vida.
Muchos de nosotros nos sentimos incapaces de ayudar a nuestros hermanos y hermanas con sus problemas particulares. El élder Holland nos anima de esta manera: “A pesar de lo que todos sintamos que son nuestras limitaciones e insuficiencias, y todos tenemos desafíos, no obstante, trabajemos hombro a hombro con el Señor de la viña, dando al Dios y Padre de todos nosotros una mano de ayuda con Su asombrosa tarea de contestar oraciones, dar consuelo, secar lágrimas y fortalecer las rodillas débiles”2.
Este año, estos artículos de Principios de ministración proporcionarán ideas y recursos que le serán útiles para entender cómo estar con los demás y fortalecerlos a medida que afrontan los desafíos de la vida.