2021
Ayuda desde el otro lado del velo
Septiembre de 2021


Ayuda desde el otro lado del velo

Me sentía sola mientras yacía adolorida en el hospital, hasta que recordé a mis queridas antepasadas.

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Fotografía de Getty Images.

En 2017, quedé embarazada de nuestro primer hijo. Mi esposo Lucas y yo estábamos emocionados, aunque asustados, ante la llegada del pequeño Juan Lionel.

Ya avanzada la noche, a principios de febrero de 2018, comencé a tener contracciones. Solo tenía ocho meses de embarazo, pero parecía que nuestro bebé llegaría antes de lo esperado. Reunimos algunas cosas y nos fuimos deprisa a la clínica. No me sentía preparada para ponerme de parto, pero oré para pedirle a Dios que se hiciera Su voluntad a pesar de nuestros temores.

Se dio aviso a mi ginecólogo cuando llegamos a la clínica, pero él dijo que no llegaría sino hasta más tarde. Mi esposo llamó y envió mensajes de texto a nuestros padres y hermanos, pero ninguno de ellos estaba despierto. Continuó llamando y enviando mensajes de texto durante la noche, pero nadie respondió. Eso me hizo sentir muy sola.

A medida que aumentaba el dolor de las contracciones, me sentía más y más sola. Sin embargo, de pronto sucedió algo maravilloso. Comencé a pensar en mis antepasadas, en especial en mi abuela materna Rosa Mercado, y en su madre Javiera Balmaceda.

Al recordarlas, sentí en el corazón y en la mente que ambas estaban conmigo en ese momento. Sentí su presencia de manera tan fuerte y amorosa que no puedo expresar plenamente con palabras lo que experimenté. No las vi, pero las sentí cerca, dándome valor, apoyo y amor en calidad de madres y como parte de mi familia. Sentí que eran ángeles que me ministraban en un momento de necesidad.

Años antes, mi madre, mi padre, mis hermanos, mi esposo y yo efectuamos la obra vicaria por ellas y por otros antepasados en el templo. Creo que el valor que recibí y el sentimiento que tuve de que mis antepasadas estaban cerca fue un don mediante el poder y la autoridad de Dios.

Desde entonces, he sentido en otras ocasiones que el espíritu de mis antepasadas me ayuda y me guía como madre y esposa y en otros aspectos importantes de mi vida.

Testifico que Dios nunca nos dejará solos en la senda de la vida. Si hacemos Su obra, se nos dará ayuda desde el otro lado del velo. Recibiremos amor, conocimiento, fortaleza y la paz “que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7).