Luz para protegernos
El conductor nunca salió del camión, pero yo sabía que había llegado para protegernos.
En una fría noche invernal de febrero, mis dos hijos y yo, junto con mi madre Jo Ann, nos dirigíamos a Idaho. Nuestro trayecto de ocho horas incluía atravesar dos pasos de montaña. Durante esa época del año, el tiempo puede ser atroz.
Recién habíamos salido de Baker City, Oregón, cuando comenzó a nevar. A medida que avanzábamos, los copos de nieve se acumulaban más y más. En cuestión de minutos, no podía ver nada enfrente de mí mientras atravesábamos el paso montañoso, así que me detuve a un costado del camino. Elevé una oración al Padre Celestial para que me ayudara a llevar a mi familia a salvo. Luego de orar, un camión con semirremolque se detuvo detrás de nosotros a solo centímetros del parachoques.
El conductor nunca salió del camión y nunca le vi el rostro, pero supe en ese instante que había llegado para protegernos. Al estacionarse detrás de nosotros, usó las luces del camión para advertir a otros conductores que nos habíamos detenido. Cuando por fin tuve el valor de seguir adelante, entramos de nuevo a la carretera detrás de otro camión con semirremolque, mientras el primer camión permanecía detrás de nosotros. Avanzamos entre los dos camiones que nos guiaron hasta que estuvimos fuera de peligro.
Al salir del paso de montaña, la nieve se convirtió en lluvia. Deseaba dar las gracias al conductor que estaba detrás de nosotros, pero apenas salimos del paso, ya no pude verlo. Para entonces, sabía que íbamos a estar bien y que llegaríamos a casa sanos y salvos, y así fue.
Nunca había tenido tanto miedo en mi vida. Agradezco que el Padre Celestial enviara ángeles de la guarda para protegernos, aminorar nuestras preocupaciones y darme la fortaleza y el valor que necesitaba para llevar a mi familia de vuelta a casa.
Irónicamente, soy hija de un conductor de camiones. El Padre Celestial contestó mi oración al enviarnos personas para protegernos en forma de camioneros. Mi testimonio creció mucho esa noche, no solo de la oración, sino también de que Él está siempre y para siempre con nosotros.