Voces de los Santos de los Últimos Días
Anacardos navideños
El regalo que mi amigo le dio a otro residente del centro de asistencia para personas mayores me recordó que el verdadero gozo reside en el amor cristiano.
Al comenzar mi turno y empezar a servir mesas, uno de mis residentes favoritos, Stan (no es su nombre real), entró en el comedor. Trabajo en un centro de asistencia para personas mayores y había pasado muchas horas conversando con ese hombre maravilloso, un consumado escritor y exprofesor que prestó servicio como presidente de misión, patriarca de estaca y sellador del templo.
Tenía la esperanza de que, al pasar tiempo con él, se me pegara parte de su espiritualidad y su agradable personalidad. De manera constante, me impresionaban su humildad y su fiel deseo de servir a los demás. Su esposa, después de 63 años de casados, había fallecido hacía poco y, aunque ciertamente se sentía afligido, pudo encontrar gozo al buscar maneras de que los demás se sintieran amados y cómodos.
Con la epidemia del COVID-19 que azotaba con furia, el año 2020 había sido especialmente difícil para nuestra comunidad de asistencia para personas mayores, pero el advenimiento de la época navideña brindó una esperanza renovada en el futuro.
Esa noche, Stan se sentó con otro hombre a la mesa que yo servía. Cuando ese hombre terminó de comer, me pidió algunos refrigerios para llevarlos a su habitación. Fui por ellos, pero, lamentablemente, no disponíamos de lo que él quería, así que cuando regresé a la mesa y se lo dije, se desilusionó. Ofrecí otros refrigerios en su lugar, pero él se negó cortésmente.
Stan, que había escuchado la conversación, se levantó de su asiento y con el andador, se dirigió con lentitud hacia el pasillo. Regresó unos minutos más tarde con algunos de sus refrigerios favoritos anacardos [castañas de cajú] cubiertos de chocolate. Se los ofreció al hombre, le agradeció su compañía y regresó a su habitación.
Al pensar en que mi amigo sobrellevaba la pérdida de su esposa y que nuestra comunidad lidiaba con una cuarentena por el COVID-19, las palabras del Salvador me impactaron. Él dijo: “Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio la salvará” (Marcos 8:35).
Stan encontró gozo al continuar sirviendo y recuerdo que pensé: “En verdad, este es un hombre de Dios”.
Siempre recordaré la influencia que esa experiencia tuvo en mí; me ayudó a fijarme la meta para toda la vida de llegar a ser un dedicado discípulo de Jesucristo, como Stan. Él me mostró que el verdadero gozo se encuentra en el dar de manera continua cosas pequeñas, como los anacardos navideños.