Voces de los Santos de los Últimos Días
Nuestro pequeño regalo marcó una gran diferencia
Aprendimos que los pequeños actos de servicio pueden bendecir vidas de maneras poderosas.
Un año, durante la Navidad, mi esposa, Julia, preparó dulces de chocolate con caramelo que envolvimos en pequeñas cajas decoradas. Luego visitamos a los miembros de la rama de habla hispana a quienes ministrábamos y les dimos nuestro regalo, junto con los deseos de una feliz Navidad.
Cuando llegamos a la casa del hermano Sánchez, un miembro amigable y mayor de nuestra rama, llamamos a la puerta y esperamos. Nadie estaba en casa, así que dejamos los dulces en el buzón.
Varias semanas después, durante la reunión sacramental, el hermano Sánchez habló de su conversión y de los muchos milagros que había experimentado a lo largo de su vida. Testificó del asombroso poder del Libro de Mormón para responder las preguntas más profundas de la vida. Levantó las Escrituras que había recibido hacía décadas de los misioneros que le habían enseñado. La voz le temblaba por su amor al Señor y el testimonio que tenía de Él.
Entonces, el hermano Sánchez hizo algo que no esperábamos. Puso nuestra pequeña caja decorada sobre el púlpito. Dijo que, cuando la encontró, pensó que no podría comer los dulces porque es diabético. En vez de eso, la colocó en su mesita de noche y se olvidó de ella.
Unos días después, mientras estaba acostado en la cama, dijo que sintió que el azúcar en la sangre le bajó de repente. El miedo se apoderó de él cuando el cuerpo le comenzó a temblar. Se dio cuenta de que se enfrentaba a una emergencia, sabiendo que tal vez debía llamar a una ambulancia, pero entonces vio la caja. La agarró, la abrió y rápidamente comió los chocolates. Sintió alivio cuando el azúcar en la sangre volvió a la normalidad.
El hermano Sánchez levantó la caja vacía y testificó que los pequeños actos de servicio pueden marcar una gran diferencia. Testificó que esas experiencias no son una coincidencia y que la mano del Padre Celestial está en los detalles de nuestra vida.
Mi esposa y yo nos sentimos humildes al saber que nuestro pequeño acto de servicio había tenido una gran influencia en él y que tal vez incluso le había salvado la vida. Al realizar pequeños actos de servicio por quienes nos rodean, el Señor abrirá oportunidades que bendecirán vidas de maneras poderosas.