2021
La dádiva incomparable del Hijo divino de Dios
Diciembre de 2021


La dádiva incomparable del DIVINO HIJO de Dios

El Padre Celestial nos dio la dádiva de Su Hijo, cuya vida y misión nos han otorgado muchos otros dones preciados.

painting of Nativity

La Natividad, por N. C. Wyeth.

Cuando se renovó el Tabernáculo de Salt Lake, su rededicación se llevó a cabo durante la sesión del sábado por la tarde de la Conferencia General de abril de 2007. Durante esa sesión, tuve una experiencia que me ayudó a comprender, en pequeña medida, el amor que nuestro Padre Celestial tiene por Su Hijo, Jesucristo.

Satomi, nuestra segunda hija, prestaba servicio en la Misión de la Manzana del Templo de Salt Lake. Yo sabía que los misioneros que servían en la Manzana del Templo estarían en el tabernáculo durante la sesión de la tarde, y que se sentarían en la planta baja. Yo tenía un asiento en el palco para esa sesión, y abrigaba la esperanza de ver a mi hija.

Justo antes de que comenzara la sesión, se abrió una puerta y entró un grupo de misioneros. Vi que mi hija y su compañera estaban en el grupo. Las guiaron a sus asientos, luego de lo cual Satomi miró hacia el palco. Me vio y dijo algo; vi que había lágrimas en sus ojos. La compañera puso su brazo sobre los hombros de Satomi y la consoló.

No logré escuchar lo que mi hija dijo, pero entendí la palabra “padre”. Esa palabra me hizo pensar en la niñez de Satomi y en sus días de estudiante. Me recordó su deseo de servir a Dios, hacer Su voluntad, servirle como misionera. De pronto, yo tampoco pude contener las lágrimas. Ahí estaba mi hija, y yo estaba bien complacido con ella.

El amor del Padre por el Hijo

En ese momento, pensé en los sentimientos del Padre hacia Su Hijo cuando Jesucristo padeció en Getsemaní. Es posible que el Padre se haya conmovido hasta las lágrimas cuando escuchó la oración de Su Hijo: “Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; pero no lo que yo quiero, sino lo que quieres tú” (Marcos 14:36).

“Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.

“Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían a tierra” (Lucas 22:43–44).

Nuestro Salvador consumó Su expiación al padecer en el jardín de Getsemaní, morir en la cruz y luego resucitar. Estoy muy agradecido de que, gracias a Su gran amor por Su Padre y por nosotros, Jesús hizo la voluntad del Padre.

Dones que hemos recibido

En esta época de Navidad, tenemos muchas oportunidades de pensar en nuestro Salvador Jesucristo. ¿Qué dones hemos recibido gracias a Él? ¿Qué dones aún hemos de recibir? Podemos encontrar respuestas en las Escrituras, en el documento “El Cristo Viviente” y mediante la revelación personal.

painting of Christ in Gethsemane

El Señor mismo es una dádiva que nos dio nuestro Padre Celestial. “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Jesucristo dijo: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas” (Juan 10:11). También declaró: “Porque el Hijo del Hombre tampoco vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45; véase también Mateo 20:28).

“Él dio Su vida para expiar los pecados de todo el género humano. La Suya fue una gran dádiva vicaria en favor de todos los que habitarían la tierra”1.

Estoy muy agradecido por Su vida y Su expiación.

El Señor nos ha dado el don de la esperanza. Mediante la expiación de Jesucristo, no solo podemos superar la muerte física y la muerte espiritual, sino que también somos limpios, santificados, perdonados y fortalecidos. Su vida nos brinda resurrección (véanse Alma 11:42–43; Doctrina y Convenios 18:10–12), luz (véase Doctrina y Convenios 50:24) y gracia y verdad (véase Juan 1:17), y puede darnos vida eterna y salvación (véanse Juan 3:16, 17; 6:35, 51; 10:9; 14:6; Éter 3:14). Cuando tenemos fe en Él, nos arrepentimos, hacemos convenios sagrados y nos esforzamos por guardar esos convenios, Él nos da luz y esperanza (véanse Lucas 2:25–32; Juan 8:12; 1 Corintios 15:19–23; Moroni 7:41; Doctrina y Convenios 50:24; 84:44–46; 93:7–10).

El Señor nos da los dones del consuelo, de los mandamientos y de la fortaleza espiritual. Además, Jesucristo nos ha dado consuelo, ayuda, Sus enseñanzas, Su ejemplo (véase 1 Pedro 2:21), la tierra (véase Mosíah 3:8), poder, felicidad, fortaleza, paz, gozo, revelaciones y los mandamientos (véanse Juan 13:34; 15:12).

El presidente Russell M. Nelson testificó: “[El] Hijo [de Dios,] Jesucristo[,] dio Su vida por nosotros para que pudiésemos tener acceso al poder divino, un poder suficiente para sobrellevar las cargas, obstáculos y tentaciones de nuestros días”2.

El presidente Nelson dijo que podemos obtener el poder del Señor en nuestra vida al:

  • Aprender sobre Él.

  • Elegir tener fe en Él y seguirlo.

  • Hacer convenios sagrados y guardarlos con precisión.

  • Acudir a Él con fe3.

Jesucristo es el divino Hijo de Dios

¿Cómo puede Jesucristo ofrecernos tantos dones? Porque, como dijo Dios el Padre, como Jesucristo mismo dijo, como dijeron los profetas y los ángeles, Jesucristo es el Hijo divino de Dios.

El 29 de abril de 2019, mi suegro fue bautizado a los 95 años. Fue un verdadero milagro para sus hijos, nietos y bisnietos. Habíamos esperado su bautismo durante mucho tiempo. ¡Qué don para nuestra familia!

¿Qué produjo un cambio en él? ¿Por qué se comprometió a ser bautizado?

Unos meses antes de su bautismo, tuvo un derrame cerebral y lo hospitalizaron. Mi esposa, Tazuko, regresó a casa para verlo. Él estaba muy contento de verla; tenía miedo de que no pudiera verla antes de morir. Comenzó a hablarle de muchas cosas que le preocupaban. Pensaba en su funeral.

Pero Tazuko le dijo: “Padre, si confías en Dios y dejas todo en Sus manos, tu mente estará tranquila y sentirás paz”. Le explicó el plan de felicidad del Padre Celestial y lo que el Salvador Jesucristo ha hecho por nosotros. Hablaron acerca del mundo de los espíritus, donde ya se encuentran la esposa de mi suegro, su hijo mayor y sus padres. “El mundo venidero será increíble”, dijo ella.

También le dijo que es mejor ir allí sin pecado. Le comentó que gracias a la expiación de Jesucristo y gracias al bautismo, él podía estar sin mancha ante Dios. Él pensó por un momento y dijo: “Quiero ser bautizado”.

Luego agregó: “Ha sido maravilloso ver a tus hijos establecer su fe y seguir yendo a la Iglesia, guardar los mandamientos y confiar en Dios. Estoy muy impresionado con ellos”. Y en un tono suave y emotivo, dijo: “¡La familia es muy importante! Es maravilloso que nuestra familia pueda estar unida”.

Los dones de elegir y cambiar

Después de que mi suegro se unió a la Iglesia, le pregunté por qué finalmente se había comprometido a ser bautizado. Respondió sin vacilar: “Decidí hacer lo correcto”.

Mi suegro es una demostración de lo que el presidente Nelson enseñó: “El evangelio de Jesucristo está lleno de Su poder, el cual está disponible para cada hija o hijo de Dios que lo busque fervientemente”4.

“Ninguna otra persona ha ejercido una influencia tan profunda [como Jesucristo] sobre todos los que han vivido y los que aún vivirán sobre la tierra”5. La influencia de Jesucristo y Su expiación es infinita; nos da el poder de elegir y el poder de cambiar.

Su Evangelio fue y es un mensaje de paz y de buena voluntad. Él suplicó a todos que siguieran Su ejemplo6.

Sé que por medio de Sus discípulos y siervos, Él aún recorre caminos en todo el mundo, sanando a los enfermos, haciendo que los ciegos vean y levantando a los muertos. Sé que mediante muchos miembros, maestros, misioneros, hermanos ministrantes y hermanas ministrantes fieles, Él todavía enseña las verdades de la eternidad, la realidad de nuestra existencia preterrenal, el propósito de nuestra vida en la tierra y el potencial de los hijos e hijas de Dios en esta vida y en la vida venidera.

Él es el Hijo viviente de Dios; nos invita a obrar con Él y muchas personas responden a Su invitación. Testifico que Él es una dádiva incomparable y que nos ha dado muchos dones mediante Su vida y Su misión.

Notas

  1. “El Cristo Viviente: El testimonio de los Apóstoles”, LaIglesiadeJesucristo.org.

  2. Russell M. Nelson, “Cómo obtener el poder de Jesucristo en nuestra vida”, Liahona, mayo de 2017, pág. 39.

  3. Russell M. Nelson, “Cómo obtener el poder de Jesucristo en nuestra vida”, págs. 39–42.

  4. Russell M. Nelson, “Cómo obtener el poder de Jesucristo en nuestra vida”, pág. 42.

  5. “El Cristo Viviente”, LaIglesiadeJesucristo.org.

  6. Véase “El Cristo Viviente”, LaIglesiadeJesucristo.org.