2022
Cómo el templo puede ser una “casa de instrucción” para ti
Febrero de 2022


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

Cómo el templo puede ser una “casa de instrucción” para ti

A menudo se nos aconseja aprender en el templo, pero ¿cómo podemos hacerlo?

una mujer caminando frente al templo

“No entenderás todo la primera vez, pero regresa siempre al templo y sigue aprendiendo más a lo largo de tu vida”.

Mi obispo me dio ese consejo justo antes de recibir mi investidura, ¡y tenía razón! Nunca olvidaré el Espíritu y el amor que sentí en el templo, pero después, rápidamente olvidé muchas cosas y no estaba segura de cómo poner en práctica todo lo que había aprendido.

Aquello me hizo querer seguir yendo para aprender más.

El élder Robert D. Hales (1932–2017), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “Los templos son la universidad más grandiosa de aprendizaje que el hombre conozca”1.

Pero ¿cómo podemos aprender en el templo?

Todos aprendemos de manera diferente, de modo que, al buscar revelación, el Espíritu Santo puede enseñarnos individualmente y hacer del templo una “casa de instrucción” para cada uno de nosotros (Doctrina y Convenios 109:8).

Estas son algunas experiencias que me han mostrado cuán personalizada puede ser la instrucción en la Casa del Señor.

Podemos prepararnos para aprender de antemano

La preparación para el templo no es solo una clase que tomamos antes de recibir nuestra investidura. Siempre podemos prepararnos para aprender antes de cada visita.

El Padre Celestial quiere que aprendamos y que busquemos respuestas. Podemos orar para pedir ayuda, podemos escudriñar las Escrituras, e incluso ayunar o hacer la obra de historia familiar antes de nuestra visita al templo para abrir mejor el corazón al conocimiento que se puede encontrar allí. El presidente Russell M. Nelson dijo: “… se pueden leer pasajes del Antiguo Testamento y los libros de Moisés y de Abraham de la Perla de Gran Precio. El estudio de esas Escrituras antiguas es aún más esclarecedor después de que uno se ha familiarizado con la investidura del templo”2.

Antes de cada visita al templo, trato de tener una pregunta en mente acerca del Evangelio, de mi vida o de las ordenanzas, y le pido al Padre Celestial que me ayude a reconocer la voz del Espíritu para entender lo que Él quiere enseñarme. Prepararme de antemano siempre me ayuda a invitar a un espíritu de aprendizaje en el templo, y cuando dejamos de lado las cosas del mundo dentro del templo y procuramos escucharlo a Él, podemos abrir el corazón al Espíritu y aprender de cualquier manera que Él quiera enseñarnos.

Podemos buscar respuestas personales

Cuando me iba a casar, me sentía ansiosa. Mi familia todavía se ríe por cómo golpeteaba los dedos sobre la rodilla (un tic nervioso que tengo) mientras el sellador del templo nos hablaba. No tenía miedo de casarme con mi esposo; lo amaba, pero me preocupaba el futuro, porque estaba haciendo un convenio muy importante. Cuando entré en el templo, oré en silencio para saber lo que podía hacer para mantener nuestro matrimonio fuerte en un mundo cada vez más turbulento.

Unos momentos después, el sellador del templo nos dijo a mi esposo y a mí que recordáramos que cada ordenanza del templo nos dirige a Jesucristo. El Espíritu me ayudó a reconocer ese mensaje como una respuesta del Padre Celestial, y las palabras del sellador del templo profundizaron mi testimonio de que, si mi esposo y yo acudíamos constantemente al Salvador, especialmente mediante la obra del templo, podríamos fortalecer nuestro matrimonio por la eternidad.

Esa experiencia me recordó que el Padre Celestial se preocupa por las preguntas de nuestro corazón y puede proporcionarnos sabiduría reconfortante en el templo de manera personal. Como enseñó el presidente Ezra Taft Benson (1899–1994): “Cuando me he sentido abrumado por algún problema o dificultad, he ido a la casa del Señor con una oración en mi corazón en busca de respuestas y las he recibido de un modo claro e inconfundible”3.

Podemos aprender de muchas maneras

Durante una visita al templo en un momento particularmente ajetreado de mi vida, mi mente estaba en otra parte y tenía prisa por efectuar las ordenanzas y seguir mi camino. Sin embargo, un amable obrero del templo me sugirió calmadamente que cuando disminuimos el ritmo y pensamos en la obra sagrada que estamos haciendo, podemos sentir el profundo Espíritu que solo reside en la Casa del Señor. Creo que ese obrero del templo fue inspirado a ayudarme a entender una verdad, y se me recordó cómo podemos recibir conocimiento de muchas fuentes diferentes en el templo. He recibido revelación en el templo al orar en silencio, al escudriñar las Escrituras en las salas de espera, al meditar en las palabras de las ordenanzas y, sí, incluso al hablar con obreros del templo inspirados.

Conforme aprendemos en el templo, podemos recibir un mayor entendimiento de las ordenanzas y los convenios, un testimonio más profundo, impresiones, sentimientos de consuelo y más. El Padre Celestial quiere que tengamos experiencias personales de aprendizaje en el templo y que seamos receptivos a las muchas maneras en que podemos recibir conocimiento en Su casa.

Seremos bendecidos si damos prioridad al templo

Todavía tengo mucho que aprender sobre las ordenanzas del templo y el poder que proviene de guardar mis convenios, pero estoy muy agradecida de poder seguir aprendiendo a lo largo de mi vida.

A medida que demos prioridad a nuestro tiempo en el templo y apartemos momentos para reflexionar sobre nuestros convenios, abriremos la puerta al conocimiento que puede ayudarnos a permanecer en la senda hacia Cristo. Aquello ha sido cierto para mí al regresar una y otra vez para aprender a la manera del Señor en Su santa casa.

Notas

  1. Robert D. Hales, “Temple Blessings” (devocional de la Universidad Brigham Young, 15 de noviembre de 2005), pág. 4, speeches.byu.edu.

  2. Russell M. Nelson, “La preparación personal para recibir las bendiciones del templo”, Liahona, julio de 2001, pág. 38; cursiva en el original.

  3. Véase Ezra Taft Benson, “Lo que espero enseñéis a vuestros hijos acerca del templo”, Liahona, abril / mayo de 1986, pág. 4.