Envejecer fielmente
Alerta de inundación
El autor vive en Idaho, EE. UU.
¿Cómo pueden ayudar a aquellos a quienes aman a evitar la obscenidad, la violencia y la pornografía en los medios de comunicación actuales?
Hace algunos años, en una pequeña ciudad de Illinois a orillas del río Misisipi, tomé una fotografía de dos letreros clavados a unos árboles en la orilla del agua. Uno de los letreros dice: “El río alcanzó este nivel en julio de 1993”. El siguiente, que estaba aún más alto, dice: “El Misisipi alcanzó este nivel en junio de 2008”. Al otro lado del camino, a pocos metros de esos letreros, había casas hermosas desde las que se puede disfrutar de magníficas vistas del río, pero esas casas, a pesar de ser tan hermosas, se encuentran en la zona de inundación. Cuando vi los dos letreros y luego miré hacia las casas cercanas, acudieron a mi mente dos pensamientos:
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El momento de prepararse para las inundaciones no es cuando el agua ya les llegue a las rodillas.
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Si a sabiendas construyen en un lugar donde llegarán las inundaciones, lógicamente no pueden quejarse cuando las aguas inmundas y turbulentas arruinen lo que les resulta valioso.
Afrontar la inundación
El mundo en el que hoy vivimos se inunda con frecuencia; es una inundación de obscenidad, violencia y pornografía disfrazada de diversión. La inundación es tan extensa y amenazante que ha llenado el mundo con inmundicia y degradación, convirtiéndola en algo tan común que para muchos ya no resulta ofensiva.
¿Cómo podemos nosotros, los mayores, ayudar a quienes amamos a evitar ser arrastrados por tal inundación? ¿Qué podemos hacer para ayudarlos a asentar los fundamentos de su vida lejos de la fuente de posibles problemas?
Los padres tienen la responsabilidad de enseñar a sus hijos. Como abuelo, he aprendido que debemos tener cuidado de no entrometernos. ¿Pero qué pasa si surge el tema? Recuerdo bien una conversación que tuve con uno de mis nietos que está ahora sirviendo en una misión. Me contó que la juventud de hoy afronta opciones entre la moralidad y la inmoralidad todos los días. A continuación se encuentran algunos de los temas que analizamos juntos, con sugerencias para lidiar con ellos:
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A veces es necesario tomar decisiones personales que otras personas detestarán o ridiculizarán. Por ejemplo, ¿cómo debemos lidiar con las películas o programas en los que hay “solo una o dos escenas inapropiadas” o donde la clasificación es “solo por lenguaje y violencia”?
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Si tienen dudas o tienen una pregunta acerca del contenido de un programa en particular, traten de imaginarse cómo explicarían a su familia —o tal vez al Salvador— por qué ese programa les pareció lo suficientemente valioso como para emplear su tiempo en él.
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Eviten hacer clic en opciones que sin duda contienen material que pudiera comprometer sus normas. Por ejemplo, ¿qué esperan encontrar en realidad si hacen clic en “Fotos demasiado atrevidas para imprimir en la década de 1980”?
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La gente dirá cosas como “Mis padres me dejan ver esas cosas”. Cuando lo hagan, permanezcan firmes en sus normas personales en vez de ceder ante la presión de grupo.
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Otras personas afirmarán que “las cosas son diferentes en la actualidad”. Pero, en realidad, no hay pecados nuevos en esta generación ni en ninguna otra. El diablo encuentra formas nuevas y audaces de presentarlos. Consideren este pasaje de las Escrituras: “No puedo deciros todas las cosas mediante las cuales podéis cometer pecado […], Pero esto puedo deciros […], cuid[aos] a vosotros mismos, y vuestros pensamientos, y vuestras palabras y vuestras obras” (Mosíah 4:29–30).
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Resuelvan en su mente las razones por las que no desean que se vean o escuchen algunas cosas en su hogar. Pueden esperar que les pregunten por qué, así que piensen con anticipación en una respuesta.
Evitar la inmundicia
En la conversación con mi nieto, me di cuenta de que agradeció mi consejo; disfrutó que conversamos juntos acerca de sus preocupaciones. Su deseo de conversar conmigo me recordó que, como personas mayores, podemos participar en ayudar a los jóvenes a ver en sí mismos al hijo o a la hija que el Padre Celestial espera que lleguen a ser.
A continuación hay otras cosas acerca de las que mis nietos y yo hemos conversado cuando han buscado mi consejo sobre cómo permanecer limpios en un mundo lleno de inmundicia:
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El Señor advirtió en cuanto a “maldades y designios […] en el corazón de hombres conspiradores en los últimos días” (Doctrina y Convenios 89:4). Él no estaba hablando solo acerca de las personas que venden sustancias que dañan el cuerpo. También hay conspiraciones que apuntan a nuestra mente y a nuestro espíritu. El autor de esas conspiraciones es el mismo ser que intentó alejarnos del Padre Celestial antes de que poseyéramos nuestros cuerpos mortales.
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Quienes se han comprometido a evitar la inmundicia tal vez hagan frente al ridículo y a la burla de sus compañeros. A veces esa crítica provendrá de las mismas personas que han admirado o respetado. Quizás es ahí cuando la burla duele más.
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Tal vez otras personas intenten convencernos de que hay buenas razones por las que nuestra manera de pensar es equivocada. “Los adultos maduros e informados deben ser capaces de lidiar con las normas morales cambiantes de la actualidad. ¿Por qué tú no puedes hacer eso?” Preguntas como esas, aunque se presenten como “progresistas”, ignoran el albedrío que Dios nos ha dado para que escojamos nuestras propias normas morales. No podemos controlar el mundo ni el albedrío de otras personas. Ellos escogerán lo que escogerán. Nuestra única protección es controlar nuestras propias opciones.
Edificar por encima de la inundación
Esas casas a lo largo del río Misisipi hacen pensar que, si escogemos edificar una casa cerca del río, es posible que escapemos del peligro por un tiempo, pero tarde o temprano vendrán las inundaciones. El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Cuórum de los Doce Apóstoles, habló en una ocasión de los miembros que desean establecer una residencia en Sion mientras intentan mantener una casa de veraneo en Babilonia1. El Señor ha advertido a Su pueblo que huya de Babilonia o corre el riesgo de ser destruido (véase Doctrina y Convenios 64:24; 133:14). Si prestamos atención a los susurros del Espíritu Santo, Él nos advertirá cuando estemos demasiado cerca de Babilonia.
Nuestra única protección es edificar sobre un fundamento firme muy por encima del terreno inundable.
Cuando tomé la foto de los dos letreros junto al río Misisipi, mi esposa y yo servíamos como misioneros en los sitios históricos de Nauvoo. En la fábrica de ladrillos, como misioneros hablábamos a los visitantes en cuanto a la importancia de edificar sobre un fundamento fuerte. Cuando había niños pequeños en un grupo de visitantes, pedíamos a uno de ellos que contara el relato que Jesús contó acerca del hombre sabio que edificó su casa sobre la roca (véase Mateo 7:24–27). Después hablábamos acerca de Helamán 5:12, donde aprendemos que la roca sobre la que debemos edificar es “nuestro Redentor, el cual es Cristo”.
Sin importar dónde edifiquemos nuestro fundamento, enfrentaremos tormentas en esta vida. Helamán 5:12 enseña que debemos edificar sobre el fundamento de Jesucristo para que “cuando el diablo lance sus impetuosos vientos […], cuando todo su granizo y furiosa tormenta [nos] azoten, esto no tenga poder [sobre nosotros]” (cursiva agregada).
Si edificamos nuestro fundamento espiritual personal sobre la Roca de nuestro Redentor y animamos a nuestros hijos y nietos a hacer lo mismo, seremos capaces de resistir las inundaciones porque Él estará con nosotros.