Voces de los miembros
El Evangelio realmente bendice a las familias
Después de bautizarse, sellarse en el templo y permanecer juntos por muchos años, testifican que el evangelio de Jesucristo ha bendecido sus vidas.
En el mes de octubre de 1960, mis padres estaban teniendo una discusión muy grande; tal fue la situación que mi padre dijo a mi madre: “No podemos continuar viviendo juntos, así que me voy de la casa”. Al ver empacar sus cosas, mi madre nos miraba y se preguntaba qué haría con sus cuatro hijos y qué sería de ella.
Mientras eso pasaba por su mente, también estaba orando; y en ese preciso momento escucharon que tocaron la puerta… al abrirla, dos jóvenes norteamericanos se presentaron como misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Dijeron que tenían un mensaje del Evangelio para ellos, pero que necesitaban llevar a otro compañero que hablaba mejor el español, y preguntaron si podían volver al siguiente día.
Mis padres aceptaron recibirlos. Cuando partieron los dos jóvenes, mi madre vio a los ojos a mi padre y le dijo: “Yemo, yo siento algo especial con estos jóvenes”. Mi padre le respondió que él había sentido lo mismo, así que acordaron esperarlos al día siguiente; y mi padre desempacó sus cosas. Al siguiente día, estos dos jóvenes misioneros se presentaron a casa y compartieron la primera lección del Evangelio y les extendieron la invitación a orar. Los dos jóvenes misioneros se presentaron como élder Rushton y élder Jensen.
Aceptando la invitación de los misioneros, mis padres oraron. La enseñanza avanzó en las siguientes semanas y, luego de varias lecciones, los misioneros extendieron la invitación bautismal, la cual ellos aceptaron con gusto. Pero, primeramente, debían casarse por lo civil y así lo hicieron.
Mi madre se bautizó el 25 noviembre de 1960, y mi padre se bautizó cinco meses después, porque quería estar seguro sobre esta importante decisión. Mis padres se sellaron en el templo de Meza, Arizona, en diciembre de 1979, mientras yo servía una misión de tiempo completo, en la misión Guatemala, Quetzaltenango. Debido a la falta de medios económicos para poder viajar, tardaron en realizar esta sagrada ordenanza, pero con mucha fe la lograron realizar.
Mi madre ha predicado el Evangelio con muchísimas personas. Ella invitó a escuchar a los misioneros a otras familias que vivían en ese mismo vecindario y 22 personas se bautizaron.
En el año 2002 contacté al élder Rushton y nos comunicamos por algún tiempo, hasta que falleció en el 2014. El élder Rushton se regocijaba cada vez que hablábamos por videollamada; una vez dijo: “Si durante mi misión bauticé solamente a sus padres, valió la pena servir una misión y soy el hombre más feliz en esta vida”.
Mi padre falleció en el año 2002, habiendo vivido con mi madre por un poco más de 50 años. Mi madre aún vive, fue obrera del templo por 18 años. Ahora ella está imposibilitada, pero anhela asistir al templo como participante. Fuimos ocho hijos, de los cuales cinco servimos misiones de tiempo completo. Entre esos ocho hijos, hay obispos, presidentes de rama y miembros de presidencias de estaca. Han servido misiones 15 nietos y otros se están preparando, incluso bisnietos desean servir misiones dentro de un par de años.
Fuimos pioneros en dos ramas de Guatemala en los años 60. Ha sido una gran bendición para toda la familia ser miembros de esta maravillosa Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, durante nuestra vida.