2022
Entrevista a la hermana Silvia Garrido Maraboli, asesora de organizaciones del Área
Septiembre de 2022


Líderes del Área

Entrevista a la hermana Silvia Garrido Maraboli, asesora de organizaciones del Área

¿Cuáles son las expectativas que tiene en este nuevo llamamiento?

Servir al Señor de la manera en que Él desea, ser una mejor discípula de Cristo, dar de mis habilidades, talentos y amor a quienes sirvo. Representar la voz de las hermanas en los consejos. Espero ayudar a que todos podamos usar más el poder que viene de los cielos al trabajar juntos en unión.

¿Podría comentarnos cómo conoció la Iglesia?

Mi madre nunca antes había recibido a nadie para hablar de religión. Un día, al estar limpiando la vereda de nuestra casa, vio pasar a una pareja de misioneros; ellos le saludaron y ella los invitó a pasar. Luego fue a buscarme para que yo los escuchara. Si bien logré entender poco, fue de esta manera que recibí la primera lección. No creí nada de lo que me dijeron; me hablaron del Libro de Mormón y me parecía todo tan extraño, pero continuamos recibiendo a los misioneros. Sentí algo especial que no lograba identificar ni ponerle nombre, y poco a poco fui participando cada vez más, aun cuando hubo cambio de misioneros, los nuevos continuaron visitándonos y enseñándonos. Finalmente nos bautizamos. Fueron los misioneros los que me llevaron a Seminario, me buscaron para ir a la Iglesia cada domingo y atendían todas mis preguntas, siempre me invitaban a orar luego de cada una de mis dudas. Antes de bautizarme, nunca tuve una revelación grande o majestuosa acerca de la veracidad del Libro de Mormón, ni del profeta José Smith; sin embargo, poco a poco reconocí sentimientos apacibles y quería participar en la Iglesia. Cuando me bauticé, pensé: si hay alguna Iglesia verdadera, solo podría ser esta.

El presidente Nelson en la sesión general de mujeres del año 2019 dijo: “si el mundo pierde la rectitud moral de sus mujeres, el mundo nunca se recuperará”. Como mujeres Santos de los Últimos Días, ¿de qué maneras podemos fortalecer y proteger a las familias?

Creo que la manera más básica de proteger y fortalecer nuestras familias es primeramente centrar nuestra propia vida en Cristo. Cuando con corazones sinceros y humildes nos centramos y actuamos según lo que Cristo nos ha enseñado, entonces accederemos al poder de Dios y a Sus bendiciones. El estudio de las Escrituras, la oración familiar, la visita constante al templo y el fortalecimiento de los lazos de amor son pilares fundamentales. Sin olvidar de cuidar de nosotras mismas; cuidando podremos establecer un plan de acción, fortalecer nuestra relación de matrimonio, si lo tenemos, y aumentar el ambiente espiritual en nuestro hogar.

¿Por qué el hogar es el mejor lugar para aprender el Evangelio? ¿Qué diría a los padres y madres que se sientan incapaces o abrumados ante el deber de enseñar a los hijos?

Muchas veces me he sentido incapaz de alcanzar lo que debería lograr como madre, pero siempre he encontrado respuestas de Dios y guía a través del Espíritu Santo. El Señor ama tanto a nuestros hijos que siempre que Lo buscamos para guiar a Sus pequeños o adolescentes es generoso y nos ayuda. He experimentado que mis pocas habilidades y conocimientos se multiplican cuando acudo al Señor, Él conoce a mis hijos, sus pensamientos, sus corazones y su potencial.

Teniendo en cuenta la naturaleza y las funciones dentro de la familia ¿Podría describir las diferencias y semejanzas entre hombres y mujeres?

Hombres y mujeres muchas veces tenemos una mirada tan diferente acerca de los mismos puntos. Alguna vez creí que eso era una desventaja, hoy lo veo como una manera de completar un rompecabezas. Es como si ambos tuviéramos una cantidad de piezas que aportar en el mismo rompecabezas. Ambos podemos dar de nuestro tiempo y talentos a la obra de salvación o en nuestra propia familia. Ambos perseguimos el mismo objetivo y tenemos la oportunidad de complementarnos; si no estamos juntos, ninguno podrá tener la totalidad del éxito.

¿Qué consejos le daría a una hermana de la Sociedad de Socorro que se siente apartada por no haberse casado, por atravesar un divorcio o alguna otra situación en la que pueda sentirse excluida?

A aquella querida hermana le diría que conozco ese sentimiento y he comprendido que el Señor nos ama más de lo que podemos entender. Somos valiosas en este plan, no somos reemplazables para Él, tenemos un valor individual, somos parte de un rompecabezas que no puede estar completo si alguien falta. Cada parte del cuerpo es importante; y si bien podemos funcionar sin un ojo, sin las piernas, o sin muchas partes del cuerpo, la plenitud de su potencial se manifiesta al estar todas las partes del cuerpo. Así mismo es con nosotros, en la Iglesia y dentro del plan de Dios.

En su opinión ¿cuáles son los obstáculos y desafíos que tienen las mujeres Santos de los Últimos Días?

Esto es algo que me ha sorprendido, y he descubierto una realidad que veo con mayor frecuencia. El desafío de no tener un esposo miembro de la Iglesia que la apoye. Tener un esposo que sí es miembro, pero que ella debe ser el pilar espiritual. Tener líderes varones poseedores del sacerdocio a quienes siente que debe esperar y detener la velocidad con que quiere ir. Y también ha sido un desafío para las hermanas aprender de estas experiencias mencionadas anteriormente y comprender mejor lo que el Señor espera de cada una de nosotras.

Con la aparición del Covid-19, guerras, desastres naturales, etc. ¿Cómo podemos mantener la esperanza de un mundo mejor?

Me encanta la invitación del presidente Nelson, de aumentar nuestra fe y aprender que: “actuar como si ya tuviésemos más fe”1, aumenta la fe. Tenemos que avanzar creyendo que las aguas del mar se abrirán, como en los tiempos antiguos.

Toda tristeza, angustia, y desesperanza puede ser consumida en el gozo que el Señor puede darnos. La riqueza espiritual que logremos alcanzar será a partir de nuestra relación con Él. Como dice élder Bednar: “somos agentes y no objetos sobre los cuales se actúa”2.