La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Vigo
Lo que sigue es un breve relato de los comienzos de la Iglesia en Vigo, el cual compartimos por motivo de la dedicación del nuevo centro de reuniones de Vigo el 12 de marzo de 2023:
Para entender los inicios de nuestra Iglesia en Vigo hay que remontarse a los años cincuenta del siglo pasado. En el período de 1950 a 1970 aumentaba el interés de muchas personas por la Iglesia en todo el mundo, sobre todo en Latinoamérica y Europa. El presidente y profeta de la Iglesia, David O. McKay, había dedicado (consagrado), en septiembre de 1955, el primer templo de la Iglesia en Europa. En la oración dedicatoria de ese templo, que se erigió en Suiza, el profeta suplicó: “Bendice a los líderes de las naciones para que sus corazones queden libres de prejuicios, desconfianza y avaricia y se llenen con un deseo de paz y rectitud”. Posteriormente, al dirigirse a las personas que venían al templo, les dijo: “Esta dedicación marca una época en la historia de la Iglesia. De varias maneras comienza una nueva era”.
Para nosotros en Galicia, sus palabras nos ayudan a describir el comienzo de un período de cambios trascendentales en nuestra población. Desde los años cincuenta a los setenta se produjo la segunda gran ola de emigrantes gallegos, llamada el “Éxodo Gallego”. Por el puerto de Vigo saldría una gran cantidad de vigueses y gallegos nacidos en otras comarcas, con rumbo hacia tierras latinoamericanas en busca de mejores horizontes, pero dejando atrás a familias dolidas por la separación.
La mayoría de los emigrantes fueron bendecidos con la generosidad de las tierras de ultramar y, a su retorno, muchos pudieron atender sus necesidades y ayudar con la recuperación económica de la región. Dios bendijo su trabajo y sus sacrificios con prosperidad material y espiritual. En lo que nos concierne, una gran cantidad de ellos llegaron a conocer más sobre Jesucristo y Su evangelio restaurado y se unieron a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en tierras americanas. Otro tanto ocurrió con emigrantes que fueron a trabajar a Alemania, Francia o Suiza. A comienzos de los años setenta, emigrantes como Lola, quien se hizo miembro de la Iglesia en Brasil; o Paco, que se hizo miembro en Venezuela; o Raquel y su marido, Salomón, que la conocieron en Uruguay, fueron regresando a Vigo. Sin embargo, al volver a Galicia, Lola y Paco, quienes volvieron antes, se encontraron que la Iglesia de Jesucristo aún no estaba en Vigo. Lola logró establecer contacto con las autoridades de la Iglesia en Madrid, donde se había creado la Misión de España recientemente, y desde allí comenzó a recibir literatura y apoyo, así como la promesa de que pronto se enviarían misioneros a Vigo.
En el verano de 1971, un profesor universitario estadounidense, llamado Wesley W. Craig, de la Universidad Brigham Young, llegó con su familia y se establecieron por unos meses en Bayona y, luego, en Santiago de Compostela para colaborar con un equipo investigador, auspiciado por la Universidad de Santiago, que exploraba métodos y vías para mejorar la educación en las escuelas gallegas. Los líderes de la Iglesia en Madrid autorizaron entonces a la familia Craig, que eran todos miembros, a realizar reuniones de la Iglesia en su hogar en Bayona los domingos. Lola y Paco asistieron a esas reuniones, las primeras de la Iglesia en Galicia, regocijados de poder tomar la Santa Cena nuevamente. Gracias a esto, varias personas conocieron el Evangelio restaurado, y un joven vigués, José Carlos González, se bautizó ese mismo verano de 1971 en la playa de Bayona: el primer bautismo de la Iglesia en Galicia del que tengamos conocimiento.
Finalmente, en diciembre de 1974 se organiza formalmente la Iglesia en Vigo y los misioneros llegaron en enero del año siguiente y comenzaron a tener las reuniones formales de la Iglesia en un pequeño piso alquilado en la calle del Príncipe. Poco antes habían regresado a Vigo Raquel y Salomón procedentes de Uruguay. A medida que los miembros y los misioneros daban a conocer las buenas nuevas de la restauración del evangelio de Jesucristo en nuestros días, muchos vigueses fueron dejando de lado los prejuicios naturales, aprendieron más sobre Jesucristo y Su obra en los últimos días, y se unieron a la Iglesia. Se organizaron prontamente las diversas organizaciones habituales en la Iglesia: de mujeres, de niños, de jóvenes y de hombres, así como una Escuela Dominical, dirigidas todas por los propios miembros de la Iglesia en Vigo, actuando con carácter de voluntarios.
Si bien al principio se bautizaban solamente personas de Galicia o de España, el primer bautismo de una persona extranjera ocurrió recién en 1979; con el correr de los años, se han unido a la Iglesia personas de muchas nacionalidades. A esto se agrega que a Vigo volvieron otras familias miembros desde Latinoamérica, cuyos padres o abuelos habían emigrado desde Galicia; y de Suiza, Francia y Alemania llegaron otros emigrantes que también se habían hecho miembros de la Iglesia en esas naciones. Vigo es famosa, entre otras virtudes, por su población cosmopolita.
Creemos literalmente en Jesucristo, en profetas actuales y antiguos, y creemos en el progreso eterno de las personas. Creemos que las personas son más felices cuando saben quiénes son, hacen el bien, adquieren conocimientos, cultivan sus talentos y son solidarias y autosuficientes. Utilizamos nuestras capillas para atender las necesidades espirituales y sociales, pero también para impartir diversos cursos y talleres a todos aquellos interesados en aprender, sean miembros de la Iglesia o no. Es por ello que, a medida que crecía la Iglesia en Vigo, se hizo necesario reunirnos en locales más amplios y así salimos de la calle del Príncipe a la calle Ecuador; luego a la calle Sanjurjo Badía; y después, a la avenida García Barbón. Tenemos ahora el placer de presentar nuestra sede propia, que hemos podido construir en Alcabre, donde siempre tendremos las puertas abiertas para todos, miembros y no miembros por igual. Renovamos nuestra disposición de seguir sirviendo y contribuyendo al bien común, y creemos que será mejor si lo hacemos juntos.