“Reasignación desde una misión de proselitismo”, Adaptarse a la vida misional de servicio: Cuadernillo de recursos, 2020
“Reasignación desde una misión de proselitismo”, Adaptarse a la vida misional de servicio
Reasignación desde una misión de proselitismo
Si se le reasigna de una misión de proselitismo a una de servicio, la reasignación no afecta a su llamamiento de misionero.
Lidiar con el cambio
-
Para muchos misioneros, el hecho de que se les reasigne de una misión de proselitismo a una de servicio es un hecho traumático. Es posible que usted experimente toda una gama de sentimientos negativos. Sin embargo, tenga la certeza de que el Salvador está al tanto de su situación. El amor que Él siente por usted es perfecto. Él aún desea y necesita su servicio. Necesita su servicio para edificar Su reino antes de Su regreso a la tierra.
-
A menudo, los misioneros que son reasignados se sienten culpables; se lamentan por no haber podido quedarse en una misión de proselitismo. Esos sentimientos de culpa pueden evitar que sientan el Espíritu. Si usted se encuentra en esa situación, recuerde que el Espíritu está con usted. No existe ninguna buena razón para sentirse culpable por no haber terminado una misión de proselitismo. Usted tiene la disposición y la dignidad para servir (véase Doctrina y Convenios 64:34).
-
Los sentimientos de culpa podrían provenir de reacciones químicas que se producen en el cerebro. Esos sentimientos quizá no sean consecuencia del pecado. Es crucial comprender y reconocer la diferencia.
Todavía es un éxito
Considere el relato de Helamán y su ejército de 2060 jóvenes guerreros (véase Alma 57:19–27). De los 2060 guerreros, todos ellos sufrieron heridas; muchos de ellos se desmayaron por la pérdida de sangre. El hecho de que todos sobrevivieran fue un milagro. A pesar de la cantidad de heridas que cada uno de ellos sufrió, los 2060 cumplieron con éxito su misión. Todos ellos tenían la disposición de servir a la causa de la rectitud. Eran fieles, obedientes y valientes. Usted puede seguir el ejemplo de ellos y ser un misionero fiel.
Las heridas que se sufren en la obra misional en la actualidad podrían presentarse en forma de enfermedades físicas, mentales y emocionales. Esas enfermedades se derivan de una gran variedad de fuentes y causas. Usted puede seguir sirviendo y tener éxito. Tiene la disposición, es digno y puede poner sus habilidades al servicio de Dios (véase Doctrina y Convenios 4).
A medida que lleve a cabo su nueva asignación, recuerde estas inspiradoras palabras del élder Gerrit W. Gong: “Podemos hallar nuestra vida al perderla por causa del Salvador” (“Llegar a ser perfectos en Cristo”, Liahona, julio de 2014, pág. 47). Además, siempre puede hallar fuerza en esta promesa del Salvador: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar […]. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:28, 30).
Siga madurando
Ahora que se le ha reasignado, vive nuevamente en su casa. Trate de no volver a las antiguas costumbres de dependencia de los demás. ¡Sigue siendo misionero! Siga desarrollando habilidades de la vida adulta como las siguientes:
-
Hágase cargo de lavar, secar y planchar su ropa.
-
Cuide su apariencia personal. Tome una ducha todos los días y preséntese como representante del Salvador.
-
Aprenda a cocinar, a comprar comestibles y a estar pendiente de su dieta.
-
Asegúrese de hacer ejercicio todos los días.
-
Duerma bien para que se mantenga sano y alerta.
-
Estudie el Evangelio y ore a diario de manera personal.
-
Póngase metas y submetas alcanzables, y escríbalas.