Introducción 4:25El plan de nuestro Padre Celestial Antes de venir a la tierra, vivimos en el cielo con nuestro Padre Celestial. Somos Sus hijos espirituales y teníamos cuerpos espirituales. Nosotros lo amábamos a Él, y Él nos amaba a nosotros. Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 439 Nuestro Padre Celestial nos enseñó acerca del plan que tenía para nosotros, el cual se llama el plan de salvación. Si seguimos Su plan, podemos llegar a ser como nuestro Padre Celestial. Ese plan era que viniéramos a la tierra, recibiéramos cuerpos de carne y hueso y fuéramos probados para ver si obedeceríamos los mandamientos de Dios. Abraham 3:24–25 El plan de salvación nos proporciona el camino para volver a vivir con nuestro Padre Celestial. Tendríamos que guardar los mandamientos, pero también necesitaríamos ayuda. Se nos tendrían que quitar nuestros pecados, y necesitaríamos cuerpos resucitados. Ya que no podemos quitarnos nuestros propios pecados ni resucitar nuestro propio cuerpo, necesitábamos un Salvador que lo hiciera por nosotros. 2 Nefi 2:5–9 Nuestro Padre Celestial escogió a Jesucristo para que fuera nuestro Salvador. Jesús amaba a nuestro Padre Celestial y también nos amaba a nosotros. Aceptó venir a la tierra para mostrarnos cómo ser rectos y proveer el camino para que todos nos salváramos. Él aceptó sufrir por nuestros pecados, y también morir y resucitar para que nosotros también resucitáramos. 2 Nefi 2:8–9; Moisés 4:1–2 Satanás también quería ser nuestro salvador, pero él no amaba a nuestro Padre Celestial ni tampoco nos amaba a nosotros. Quería cambiar el plan del Padre Celestial para que él tuviera el poder y la gloria del Padre. Moisés 4:1–2 Algunos de los hijos espirituales de nuestro Padre Celestial eligieron seguir a Satanás, y eso entristeció mucho al Padre. Él hizo que Satanás y sus seguidores abandonaran el cielo. Satanás es el diablo. Él y los espíritus que lo siguieron desean que pequemos. Moisés 4:3–4 Nuestro Padre Celestial le dijo a Jesús que hiciera una tierra para nosotros, y así lo hizo. Hizo el sol, la luna y las estrellas y puso plantas y animales en la tierra para que tuviéramos un lugar donde pudiéramos vivir con cuerpos de carne y hueso. Hebreos 1:2; Mosíah 3:8; Abraham 4 Muchas personas vienen a vivir en la tierra; algunas escogen obedecer los mandamientos de Dios; pero otras no. Los profetas antiguos enseñaron a la gente acerca del plan de nuestro Padre Celestial y acerca de Jesucristo. 2 Nefi 2:19–21; Jacob 7:10–11; Moisés 5:13–15 Los profetas dijeron que nuestro Padre Celestial sería el padre de Jesús y que Su madre sería una mujer muy buena llamada María. Él nacería en Belén. Isaías 7:14; Miqueas 5:2; 1 Nefi 11:18–21; Alma 7:10 Los profetas dijeron que muchas personas no creerían que Jesús era el Salvador, que Él se parecería a otras personas y no sería rico y que muchas personas lo odiarían. Isaías 53:2–3 Los profetas también hablaron de Juan el Bautista, que vendría antes de Jesús para hablarle a la gente acerca de Él. Juan bautizaría a Jesús. Isaías 40:3; Mateo 3:1–3; 1 Nefi 10:7–10; 11:27 Los profetas dijeron que Jesús sería bondadoso y haría muchos milagros. Antes de morir, Jesús sufriría por los pecados de todas las personas para que ellas no tuvieran que sufrir si se arrepentían. Mosíah 3:5–8; Doctrina y Convenios 19:16–18 Muchos profetas sabían que Jesucristo, nuestro Salvador, sería crucificado. Sería clavado en una cruz de madera y daría Su vida por nosotros. Juan 3:14–15; Mosíah 15:7–9 Después de tres días, resucitaría, y Su espíritu regresaría a Su cuerpo. Como resultado de la muerte y la resurrección de Jesús, todos nosotros también resucitaríamos. Isaías 25:8; 1 Corintios 15:22; 2 Nefi 2:8; Alma 33:21–22 El Nuevo Testamento muestra que las palabras de los profetas son verdaderas. Es la historia de Jesucristo y Sus apóstoles, quienes vivieron en la Tierra Santa. Muchas de las personas que vivían allí se llamaban judíos. Los romanos habían capturado la Tierra Santa, y gobernaban a los judíos.