Use una variedad de métodos didácticos
Hay muchas cosas que puede hacer para lograr que la presentación de sus lecciones sea interesante y ayude a los miembros de la clase a aprender las verdades del Evangelio. A continuación se dan algunas sugerencias:
Use relatos y ejemplos
Los relatos y los ejemplos despiertan y mantienen el interés de las personas y muestran la forma en que los principios del Evangelio se aplican a la vida diaria.
En el manual del maestro y en las Escrituras encontrará muchos relatos maravillosos. Antes de dar la lección, estudie todos los relatos que piense utilizar; practique relatarlos con sus propias palabras. La clase prestará más atención si usted cuenta el relato con sus propias palabras que si lo lee. Asimismo, a los niños más pequeños les gusta representar los relatos.
Una maestra de la Primaria siempre comenzaba la lección con un relato de las Escrituras. Por ejemplo, para la lección que trataba acerca de ser bondadosos, contó el relato del buen samaritano. Los niños podían imaginarse al hombre que fue robado y a los que apartaron la vista y siguieron su camino apresuradamente, y les conmovió la bondad y dignidad del samaritano que cuidó de aquel herido. A los niños les entusiasmaban esos relatos. La maestra aprendió a utilizar su voz y sus gestos para mantener la atención de la clase. Como resultado, los miembros de la clase se familiarizaron con las Escrituras y se interesaron en ellas.
Use láminas y objetos
Con frecuencia, el Salvador utilizaba objetos sencillos en su enseñanza. Utilizó trigo, arena, piedras y otras cosas comunes para ayudar a la gente a comprender lo que estaba enseñando. Por ejemplo, Él comparó el reino de Dios a un tesoro tan precioso que un hombre estuvo dispuesto a vender todo lo que tenía para obtenerlo (véase Mateo 13:44).
Mire a su alrededor. ¿Qué objetos comunes podría utilizar para que los miembros de la clase comprendieran mejor los principios del Evangelio?
También podría utilizar láminas o dibujos sencillos para ilustrar los principios del Evangelio. Muestre una lámina del paquete Las Bellas Artes del Evangelio al contar un relato de las Escrituras. Trace dibujos sencillos en la pizarra o en un pliego de papel para hacer sus relatos más interesantes.
Un maestro estaba enseñando una clase basada en la parábola de Jesús del trigo y la cizaña. Los miembros de la clase vivían en una zona agraria, así que el maestro sabía que ellos entenderían que las pequeñas plantas del trigo quedarían destruidas si se quitaban las malas hierbas demasiado pronto. Preparó un pequeño manojo de espigas de trigo mezcladas con malas hierbas y las utilizó para ilustrar su lección.
Otro maestro pidió a los miembros de la clase que pensaran en algo que pudieran comparar con el arrepentimiento. Uno de los miembros de la clase sugirió que el arrepentimiento es como el jabón, porque nos limpia de nuestros pecados.
Utilice la música
La música es una manera excelente de invitar al Espíritu del Señor durante sus clases. La música nos permite expresar sentimientos que tal vez sea difícil expresar con palabras.
Los himnos de la Iglesia enseñan muchos principios del Evangelio y pueden ser útiles para casi todas las lecciones. Podría invitar a una persona, a un grupo, a una familia o a toda la clase a cantar un himno que guarde relación con la lección. También podría leer en voz alta la letra de un himno mientras se toca el acompañamiento; o podría escuchar un himno grabado.
Una maestra preparó una lección en cuanto al servicio; escogió un himno que apoyaba la idea principal de la lección. Durante la lección, invitó a una hermana a leer la letra de ese himno mientras otra persona tarareaba suavemente la melodía. Pidió a la clase que meditara en silencio las palabras a medida que se iban leyendo. La música ayudó a los miembros de la clase a sentir con mayor intensidad la importancia del servicio.
Formule preguntas para fomentar la meditación y la participación
El formular las preguntas apropiadas fomentará la participación y el aprendizaje concienzudos. Las preguntas y los análisis en clase sirven para lograr diversos propósitos. Ayudan a los miembros de la clase a permanecer atentos durante la lección y le sirven a usted para averiguar si ellos la han comprendido. Los miembros de la clase se enseñan unos a otros al responder y comentar las preguntas y aprenden a aplicar los principios del Evangelio a sus propias vidas.
Al preparar las lecciones, decida las preguntas que utilizará. A continuación se dan algunas sugerencias que pueden ayudarle:
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Formule preguntas que ayuden a los miembros de la clase a pensar en cuanto al principio del Evangelio y la forma en que puede aplicarse a su vida. Las preguntas que inducen al razonamiento a menudo comienzan con ¿por qué? o ¿cómo? En general, deben evitarse las preguntas que puedan contestarse con un simple “sí” o “no” o con una sola palabra.
Por ejemplo, al enseñar una lección cuyo tema sea el de centrar nuestra vida en el Salvador, podría formular preguntas como las siguientes:
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“¿Qué significa edificar en la roca de Cristo?”
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“¿En qué otros cimientos, que no sea la roca de Cristo, edifican a veces su vida algunas personas?”
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“¿De qué manera han sido bendecidos al cimentar su vida en la roca de Cristo?”
• Formule preguntas que estimulen a los miembros de la clase a compartir ideas y experiencias personales. Por ejemplo:
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“¿Por qué nos manda el Señor que oremos siempre?”
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“¿De qué manera ha contestado Él las oraciones de ustedes?”
• Formule preguntas que ayuden a los miembros de la clase a aplicar los principios del Evangelio a su vida. Por ejemplo:
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“¿Cómo podemos prepararnos mejor para recibir respuesta a nuestras oraciones?”
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“¿De qué manera pueden saber que Jesucristo es el Salvador del mundo?”
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“¿Cómo pueden fortalecer su testimonio de que José Smith es un profeta de Dios?”
Si alguien le hace una pregunta a la que no sabe cómo responder, pida a los miembros de la clase que le ayuden a contestarla o dígale a la persona que buscará la respuesta y se la dirá la próxima vez.
No se inquiete si los miembros de la clase permanecen en silencio durante unos segundos después de haberles hecho una pregunta; por lo general necesitan tiempo para pensar en la respuesta. Sin embargo, si no entendieran la pregunta, vuelva a formularla utilizando otras palabras. Cuando le haga una pregunta a alguna persona, es conveniente dirigirse primero a ella por su nombre y enseguida formular la pregunta.
Finalmente, asegúrese de no terminar prematuramente una conversación productiva a fin de presentar todo el material que tenía preparado. Lo más importante es que los miembros sientan la influencia del Espíritu, aumenten su comprensión del Evangelio, aprendan a aplicar los principios del Evangelio en su vida y fortalezcan su compromiso de vivir el Evangelio.
Lleve invitados especiales
De vez en cuando, puede invitar a una persona especial a participar en la clase. Podría pedir a un miembro digno de la Iglesia que dé un informe, comparta un relato o exprese su testimonio. Haga saber a la persona con antelación de cuánto tiempo dispondrá para su presentación. Pida permiso a su obispo o presidente de rama antes de invitar a alguien que viva fuera de los límites de su barrio o rama.
Un presidente del quórum de élderes invitó a un miembro para que enseñara a los élderes maneras de hacer que sus mensajes de orientación familiar resultaran interesantes para los niños de las familias a las que visitaban. Los élderes no sólo obtuvieron un nuevo concepto de la razón por la que los niños deben participar durante las visitas, sino que también recibieron muchas sugerencias en cuanto a la manera de ayudar a los niños a participar.
Use actividades
Las actividades sencillas que se relacionen con el tema de la lección pueden ser de ayuda para los miembros de la clase, especialmente los niños y los jóvenes, para aprender principios del Evangelio. Las actividades deben ser apropiadas para el aprendizaje del Evangelio. En muchos de los manuales de la Iglesia se dan sugerencias en cuanto a tales actividades.