Nueva escuela, nueva amiga
¿Cómo podía Ada hacer amigos si no sabía hablar chino?
“Tengo miedo”, dijo Ada. Era su primer día de escuela en Taiwán, pero no hablaba chino como los otros alumnos. ¿Cómo podía hacer amigos? ¿Con quién jugaría en el tiempo de descanso?
La mamá le dio un fuerte abrazo a Ada. “Es normal que estés asustada”.
Ada frunció el ceño. “No sé cómo hacer amigos aquí”.
La mamá le dio otro abrazo. “Si te pones nerviosa, tal vez puedas pensar en una canción de la Primaria, ¿crees que eso te ayudará?”.
Ada asintió. Luego caminó con su mamá hasta su salón de clases. Su maestra la estaba esperando. “¡Ni hao!”, dijo la maestra. Ada trató de sonreír, no sabía lo que significaban esas palabras.
Ada se despidió de su mamá, buscó un escritorio y se sentó.
Miró a los otros niños; algunos estaban hablando entre ellos y otros estaban sentados en silencio como Ada. Estaba nerviosa, parecía que tenía abejas zumbando en el estómago.
Entonces, Ada vio a una niña que lloraba y quiso ayudarla. Sin embargo, ¿cómo podía ayudarla si no hablaba chino? ¿Y si la niña no quería ayuda?
Aun así, Ada hizo lo que le dijo su mamá. Pensó en la letra de su canción favorita de la Primaria: “Ama a otros cual Cristo te ama”. Ada sabía que el Espíritu Santo le estaba indicando que debía ayudar.
Ada se sentó junto a la niña, la rodeó con el brazo y le dio una palmadita en la espalda como hacía su mamá cuando Ada estaba triste. ¡La niña dejó de llorar y le devolvió el abrazo!
Ada se señaló a sí misma. “Ada”.
La niña se señaló a sí misma. “Mei”, dijo.
Ada sonrió y se sentó junto a Mei el resto del día. Aunque no hablaban el mismo idioma, se divirtieron juntas. Comieron juntas el almuerzo, jugaron juntas en el recreo ¡y Mei ayudó a Ada a aprender nuevas palabras en chino!
Ada estaba deseando contarle a su mamá acerca de su nueva amiga. Sabía que, si seguía a Jesús, no tendría que temer nada.