Edificar hogares y testimonios
El negocio de construcción de Sarah estaba teniendo éxito, pero debía tomar una decisión.
Para Noé, era un arca. El rey Benjamín utilizó una torre. El hermano de Jared se decidió por barcos. ¿Y en cuanto a Sarah Christensen, de Montana, EE. UU.? Bueno, ella decidió que quería construir casas.
La hermana Christensen, que ahora es misionera de tiempo completo y presta servicio en la Misión Minnesota Mineápolis, una vez se irritó un poco porque una misión se interponía en sus metas de construcción, ¡y ni siquiera era su propia misión!
Comencemos por el principio.
“He estado ayudando a mi papá a construir cosas toda mi vida”, dice. “Me acostumbré a las herramientas eléctricas y a la construcción, y realmente llegué a amarlo. Así que, cuando tenía 16 años, decidí que quería iniciar mi propio negocio de construcción”.
Edificar un negocio
Sarah remodeló una casa por primera vez una ocasión durante un verano. Le gustó tanto que emprendió otro proyecto de remodelación al año siguiente. Con el tiempo, decidió abordar un proyecto aún más grande: una casa para negocio; es decir, una casa que ella y su equipo de subcontratistas construirían desde los cimientos hasta el final, con la esperanza de venderla con una ganancia.
Comenzar un negocio no fue un proyecto fácil, especialmente porque Sarah todavía estaba ocupada con la escuela secundaria y el atletismo.
“Aprendí mucho”, dice. “Tuve que usar una chequera para pagarle a la gente; algo que nunca había hecho antes. Tuve que sentirme cómoda hablando con extraños que eran mis subcontratistas. También he aprendido a lidiar con el estrés de dirigir una empresa, lo cual no siempre fue divertido. Siempre existe la preocupación de que no ganarás el dinero necesario para alcanzar el punto de equilibrio al vender una casa”.
Nunca solos
Pero a pesar de las preocupaciones y el estrés que conlleva dirigir un negocio, Sarah nunca tuvo que afrontar sola sus grandes sueños.
“Siempre funcionó, y sé que eso es gracias al Señor”, dice. “Esto de los negocios no sería posible sin Él; me ayudó en los días malos, el trabajo duro, en todo”.
La familia de Sarah también la apoyó en todo momento, lo que nos lleva de vuelta a esa misión que estaba interfiriendo con sus planes.
Su hermano mayor, Tyler, planeaba ayudar a Sarah a construir una casa cuando regresara de la misión, pero un día la llamó para darle la noticia de que se le había pedido que extendiera su servicio misional.
“Estaba muy enojada con él”, admite. “Yo pensé: ‘Tyler, no puedes aceptar eso. Ya cuento con tu ayuda’. Y él dijo: ‘La obra del Señor es más importante que tu obra’. Eso realmente me impresionó. Sabía que tenía razón y que tenía que confiar en el plan de Dios”.
Una misión propia
El ejemplo de Tyler inspiró a Sarah a comenzar a pensar en servir en su propia misión. “Me di cuenta de cuántas personas ayudó mi hermano a venir a Cristo, y también vi cuánto él mismo había venido a Cristo. Yo quería tener experiencias similares”, dice la hermana Christensen. “Comencé a estudiar seriamente el Evangelio y descubrí que cuanto más crecía mi testimonio y mi relación con mi Salvador, más deseaba compartir lo que tenía”.
Sarah tomó la decisión de suspender su negocio de construcción y servir al Señor. Esta decisión le ha dado nuevas y poderosas perspectivas.
“Lo primero que me ha enseñado la misión es que el Evangelio cambia vidas por completo”, dice la hermana Christensen. “Crecer en la Iglesia hizo que fuera difícil para mí ver cuán significativo era el Evangelio en mi vida.
“Aquí, en mi misión, estoy rodeada de personas que no saben acerca del Padre Celestial y de Jesucristo. Cuando se enteran de que son hijos de Dios y que Él tiene un plan para ellos, eso cambia su vida. Es lo más genial que se puede presenciar y de lo que se puede formar parte. Tenía una comprensión de eso antes de mi misión, pero ahora sé que el Evangelio de Jesucristo es crucial para tener gozo en este mundo y en el mundo venidero”.
La fe derrota al temor
A otros jóvenes que estén pensando en servir en una misión, la hermana Christensen les dice: “Tengan fe y no teman; las misiones no son fáciles, pero valen la pena. Dios los bendecirá de maneras inimaginables cuando tomen la decisión de ser uno de Sus siervos”.
Aunque extraña poder construir casas mientras presta servicio, la hermana Christensen no se arrepiente de su decisión. “Por supuesto, hay un potencial de crecimiento que mi negocio podría haber logrado mientras era misionera de tiempo completo”, dice. “Pero sé que el Señor bendecirá mi sacrificio de dejarlo atrás por un tiempo. ¡Mi negocio puede esperar, pero la obra del Señor no!”.