Tiempo para compartir
Ejemplo de los creyentes
“No hay otro nombre dado por el cual venga la salvación” (Mosíah 5:8).
Después de la muerte de Jesús, un gran apóstol llamado Pablo escribió a los miembros de la Iglesia sobre cómo ser un ejemplo de los creyentes, es decir, un mejor seguidor del Salvador. Cuando hacemos lo que el apóstol Pablo enseñó, honramos al Salvador y Su nombre, y somos un ejemplo ante los demás de las enseñanzas del Salvador. Pablo escribió: “Ninguno tenga en poco [menosprecie] tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12).
El presidente Gordon B. Hinckley explicó que cuando Pablo habla de ser un ejemplo “en palabra”, “se refiere a nuestro lenguaje… Dice que el lenguaje profano y soez (grosero) es incompatible (o va en contra) con el llamado de ser un creyente en Cristo” (véase “No tomarás el nombre de Dios en vano”, Liahona, enero de 1988, pág. 44). Dijo que debemos emplear el nombre de nuestro Padre Celestial con reverencia.
Existen otras formas de demostrar que somos creyentes en Cristo. En 1878, Aurelia Spencer Rogers propuso que los niños se reunieran semanalmente para aprender sobre el Salvador y cómo ser buenos ejemplos de los creyentes. El presidente John Taylor, en aquel entonces Presidente de la Iglesia, aprobó esa idea y se organizó la primera Primaria.
Hoy día, 125 años más tarde, la hermana Coleen K. Menlove, presidenta general de la Primaria, anima a los niños a “vivir el Evangelio y recibir… un testimonio” (“A Testimony Makes Me Feel Happy Inside”, actividad de recepción al público de la Primaria, abril de 2002, pág. 8).
Cuando eliges hacer lo justo y sigues al Salvador, eres un ejemplo de los creyentes.
Ideas para el Tiempo para compartir
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1. Repase D. y C. 107:4 para ayudar a los niños a entender de qué forma los nombres muestran reverencia por la Deidad y explique los diferentes aspectos de la misión del Salvador. Escriba las siguientes referencias en la pizarra: Job 19:25 (“Redentor”); Isaías 9:6 (“Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”); Lucas 2:11 (“Salvador,” “Cristo el Señor”); Juan 1:29 (“Cordero de Dios”); Juan 1:49 (“Rey de Israel”); Juan 10:14 (“buen pastor”); Apocalipsis 1:8 (“El Alfa y la Omega, principio y fin”, “Señor”, “Todopoderoso”). Invite a los niños a localizar y escribir los nombres de la Deidad que aparezcan en las referencias. Comenten el significado de no tomar el nombre del Señor en vano. Ayúdeles a memorizar Éxodo 20:7. Divídalos en grupos; escriba la referencia en un trozo de papel para cada grupo, recorte las palabras y haga que cada grupo vuelva a armar el pasaje.
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2. Ayude a los niños a entender que honramos a Jesús al pensar en Él durante la Santa Cena. Emplee Lucas 22:19–20; D. y C. 20:77, 79 y una lámina de la Última Cena para analizar los hechos que tuvieron lugar. ¿Qué nos ayudan a recordar el pan y el agua? (El sacrificio que el Salvador hizo de Su carne y de Su sangre.) ¿Qué prometemos? (Tomar Su nombre sobre nosotros, recordarle siempre y guardar Sus mandamientos.) ¿Qué nos promete Él? (Que nos bendecirá con Su Espíritu al hacer lo correcto.) Analice cómo podemos centrar nuestros pensamientos en el Salvador durante la Santa Cena. Lleve a los niños a conocer el lugar donde se prepara, se bendice y se reparte la Santa Cena. Canten canciones o himnos sobre esta ordenanza.
La rueda “Puedo aprender”
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Pega la página sobre cartulina gruesa y recorta los dos círculos y la ventana del círculo “Puedo aprender”.
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En el espacio en blanco del círculo que tiene los dibujos, haz un dibujo de ti mismo y debajo de él escribe algo que desees aprender en la Primaria sobre cómo ser un mejor ejemplo de un creyente.
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Alinea el centro de los círculos, haz un agujero a través de los dos e inserta un cierre (véase la ilustración).
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Mueve el círculo “Puedo aprender” para leer algunas de las cosas que puedes aprender en la Primaria.