Él vive
La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles han testificado fervientemente de nuestro Salvador Jesucristo. Sus testimonios se destacan como testigos de que Jesús es el Hijo Unigénito de nuestro Padre, el gran Jehová del Antiguo Testamento y el Mesías del Nuevo Testamento.
De forma individual en las páginas siguientes, y colectivamente en la página 9, los profetas, videntes y reveladores de los últimos días enseñan en cuanto al Salvador y testifican que Él vive.
Presidente Gordon B. Hinckley
“Él vive, el Salvador y Redentor de toda la humanidad, cuya Expiación fue un acto de gracia para todo el mundo… Él ha hecho lo que no podíamos hacer por nosotros mismos: ha dado sentido a nuestra existencia terrenal y nos ha dado el don de la vida eterna… Demos gracias a Dios por el don de Su Hijo, el Redentor del mundo, el Salvador de la humanidad, el Príncipe de vida y de paz, el Santo” (“Un testimonio del Hijo de Dios”, Liahona, diciembre de 2002, págs. 4–5).
Presidente Thomas S. Monson, Primer Consejero de la Primera Presidencia
“[Jesucristo] es un maestro de la verdad. Pero es algo más que un maestro: es el Ejemplo de la vida perfecta. Pero es más que un ejemplo: es el gran Médico. Pero es algo más que un médico: es, literalmente, el Salvador del mundo… Testifico que Él vive y que, por medio de Él, también nosotros viviremos” (“El ejemplo del Maestro”, Liahona , enero de 2003, pág. 7).
Presidente James E. Faust, Segundo Consejero de la Primera Presidencia
“Como era el Hijo Unigénito del Padre en la carne, Jesús heredó atributos divinos. Fue la única persona nacida en este mundo que pudo realizar ese acto tan importante y divino; y como fue el único hombre sin pecado que haya vivido en la tierra, no estaba sujeto a la muerte espiritual. A causa de Su divinidad también tenía poder sobre la muerte física. Así hizo por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos” (“La Expiación: nuestra mayor esperanza”, Liahona , enero de 2002, pág. 20).
Presidente Boyd K. Packer, Presidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles
“Testifico del Señor Jesucristo. Él vive; es nuestro Redentor y Salvador; Él preside esta Iglesia. No es un extraño para Sus siervos, y a medida que avancemos hacia el futuro con una confianza apacible, Su Espíritu estará con nosotros” (“Los pacíficos seguidores de Cristo”, Liahona , diciembre de 1998, pág. 24).
Élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles
“[El] sacrificio expiatorio [de Jesucristo] en bien de toda la humanidad es el punto principal de la historia de los hijos de nuestro Padre Celestial aquí en la tierra. Toda persona que acepte Su plan divino debe aceptar también la misión de nuestro Salvador y hacer convenio de guardar las leyes que nuestro Padre ha desarrollado para nosotros. Al aceptar a Cristo en espíritu y en verdad, podemos llegar a ganar nuestra salvación” (“El sacramento de la cena del Señor”, Liahona , julio de 1996, pág. 62).
Élder David B. Haight (1906–2004), del Quórum de los Doce Apóstoles
“Es imperante que hagamos todo lo posible por aumentar nuestro conocimiento de [la] misión premortal [de Jesucristo], de los primeros días de Su ministerio, de Su injusta crucifixión, de la agonía de Su sufrimiento, de Su sacrificio final y Su resurrección. Todos estamos profundamente en deuda con Él, ya que Él nos ganó al derramar Su preciosa sangre” (“Jesús de Nazaret”, Liahona , julio de 1994, pág. 86).
Élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Quórum de los Doce Apóstoles
“En realidad no podemos aprender nada sobre Jesucristo que sea profundo y duradero a menos que tomemos Su yugo sobre nosotros. Entonces, a una escala menor en comparación con la Suya, las experiencias relevantes nos enseñarán profunda y arraigadamente de Él y de Sus atributos divinos. No hay nada abstracto al respecto, sino que llega a ser algo muy personal para nosotros” (“Jesus, the Perfect Mentor”, Ensign, febrero de 2001, pág. 13).
Élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles
“Así como un músico bien instruido es capaz de reconocer al compositor de una sinfonía por el estilo y la estructura de la misma, de igual modo un cirujano bien formado puede reconocer al Creador de todos los seres humanos por la similitud del estilo y la estructura de nuestra anatomía… Dicha similitud aporta evidencia adicional y una profunda confirmación espiritual de nuestra creación divina a manos del mismo Creador” (“Jesús el Cristo: nuestro Maestro y más”, Liahona , abril de 2000, pág. 6).
Élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles
“Cuando tenemos fe en el Señor Jesucristo, debemos confiar en Él; debemos confiar lo suficiente en Él para aceptar Su voluntad… sabiendo que Él sabe lo que es mejor para nosotros… Entendemos el significado de las palabras del Salvador: ‘Si tenéis fe en mí, tendréis poder para hacer cualquier cosa que me sea conveniente’ (Moroni 7:33)” (“Fe en el Señor Jesucristo”, Liahona , julio de 1994, pág. 113).
Élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles
“Dios, nuestro Padre Eterno, y Su Hijo, Jesucristo, han hablado nuevamente desde el cielo y han llamado profetas y apóstoles para enseñar la plenitud del Evangelio sempiterno… Ése es un conocimiento glorioso… Dirige nuestra vida a un curso más seguro, ya que nos brinda un ancla que nos mantiene aferrados a las enseñanzas del Evangelio” (“Steadfast in Christ”, Ensign, diciembre de 1993, pág. 50; véase también “El ancla para el alma”, Liahona, septiembre de 1994, pág. 42).
Élder Joseph B. Wirthlin, del Quórum de los Doce Apóstoles
“En un concilio preterrenal en el que todos estuvimos presentes, Él aceptó el gran plan de felicidad de nuestro Padre para Sus hijos y fue elegido por el Padre para ponerlo en práctica. Él dirigió las fuerzas del bien en una batalla por las almas de los hombres que comenzó antes de la fundación del mundo contra las fuerzas de Satanás y sus seguidores. Ese conflicto continúa hoy. Estábamos del lado de Jesús entonces y estamos de Su lado ahora” (“Cristianos en creencia y en acción”, Liahona , enero de 1997, pág. 79).
Élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles
“Sé que el Salvador vive, que es un Personaje resucitado y glorificado, de amor perfecto. Testifico que Él dio Su vida para que podamos vivir con Él eternamente. Él es nuestra esperanza, nuestro Mediador, nuestro Redentor” (“¡Él vive!”, Liahona , enero de 2000, pág. 108).
Élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles
“Jesucristo… es la Luz de la Expiación, que se cumplió en el Jardín de Getsemaní y del Gólgota, y que tomó sobre Sí los pecados del mundo para que todo el género humano pudiera obtener la salvación eterna. Él es la Luz del sepulcro vacío… Él es mi Luz, mi Redentor, mi Salvador; y el de ustedes” (“De la oscuridad a Su luz maravillosa”, Liahona , julio de 2002, págs. 79–80).
Élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles
“Testifico del amor de Dios y del poder del Señor para calmar la tormenta. Tengamos siempre presente el relato bíblico [de Pedro caminando sobre las aguas] que nos dice que [Cristo] también estaba sobre las agitadas aguas… Únicamente alguien que ha luchado contra esas alarmantes olas tiene el derecho de decirnos a nosotros , al igual que a las aguas : ‘Calla, enmudece’ [Marcos 4:39]. Sólo aquel que ha soportado la adversidad máxima podría tener la justificación para decir en esos momentos: ‘Sed de buen ánimo’ [Juan 16:33]” (“Sumo sacerdote de los bienes venideros”, Liahona , enero de 2000, pág. 43).
Élder Henry B. Eyring, del Quórum de los Doce Apóstoles
“Jesucristo es la luz y la vida del mundo. Si no escogemos avanzar hacia Él, descubriremos que nos habremos alejado… Ya sea que decidan o no observar el convenio de recordarle siempre, Él siempre les recuerda a ustedes” (“Always”, Ensign, octubre de 1999, pág. 12).