El trayecto al bautismo
Cuando se bautiza y se confirma a las personas, se convierten en miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; inician un trayecto que los llevará de nuevo a la presencia de nuestro Padre Celestial y Jesucristo. Hay otro trayecto que los niños menores de ocho años deben tomar: el de prepararse para ser bautizados.
En la Iglesia, aprendes acerca de Jesucristo y de Su Evangelio; trata de ser un ejemplo cristiano para todos los que te rodean.
Al orar, te acercas más a nuestro Padre Celestial; pídele que te ayude a hacer lo justo todos los días.
Estudia las Escrituras por ti mismo y junto con tu familia.
Cuando se acerque el día en que cumplirás ocho años, tendrás una entrevista con tu obispo o presidente de rama; ¡no te sientas nervioso! Él te ayudará a prepararte para tu bautismo.
¡Feliz cumpleaños!
¡Es el día de tu bautismo! Al salir del agua, te sentirás limpio y puro, como la ropa blanca que llevarás puesta.
Después de tu bautismo, los poseedores del sacerdocio te confirmarán miembro de la Iglesia y te darán el don del Espíritu Santo. Cuando haces el convenio, o la promesa, de tomar sobre ti el nombre de Jesucristo y de recordarle siempre, Él promete que siempre tendrás el Espíritu Santo para guiarte. Cada vez que tomes la Santa Cena, puedes recordar ese convenio.
El día antes de mi bautismo me sentía muy emocionada, pero cuanto más me acercaba a la pila bautismal, más miedo me daba; cuando por fin entré en el agua, fue como si hubiera ángeles cantando en el cielo. Después me sentí muy feliz. En el momento en que recibía el Espíritu Santo, pensaba: “Mi Padre Celestial estará contento”.
Jacqueline E., 11, Quebec, Canadá
Mi vida ha cambiado porque el Evangelio me ha enseñado muchas verdades que antes no sabía: soy un hijo de Dios, viví en el mundo de los espíritus antes de venir a la tierra, y nuestra familia puede ser eterna. Somos muy bendecidos por tener un profeta viviente que nos ama y nos bendice. El profeta nos enseña la palabra de Dios; él me dice que sea bueno y me enseña lo que Dios quiere que haga.
Michael F., 9, Tonga
Ahora que he sido bautizado y confirmado, he recibido el don del Espíritu Santo, y Él puede estar conmigo todo el tiempo para ayudarme a escoger lo bueno de lo malo. Al orar, el Espíritu Santo nos ayuda a entender las respuestas a nuestra oración.
Emily S., 8, Louisiana, Estados Unidos
Antes de cumplir ocho años, ayuné y oré a mi Padre Celestial para saber si debía bautizarme. La respuesta fue ¡sí! Después de ser bautizada, sentí un dulce sentimiento de felicidad. Me sentí agradecida por haber sido confirmada y recibir el don del Espíritu Santo. Desde que me bauticé, he tratado de obedecer los mandamientos, de ser bondadosa con mi familia y mis amigas, y de dar siempre un buen ejemplo.
Huia K., 8, Victoria, Australia