La Expiación puede asegurar tu paz y tu felicidad
La verdadera felicidad perdurable, conjuntamente con la fortaleza, la valentía y la capacidad de vencer las dificultades más grandes, la obtendrás a medida que centres tu vida en Jesucristo.
Nuestro Padre Celestial desea que cada uno de nosotros disfrute de paz y felicidad en la vida terrenal. Nuestro Maestro, Jesucristo, y Sus profetas han enseñado cómo obtener esa paz y esa felicidad, aun en un mundo cada vez más difícil, con crecientes conflictos y una gran cantidad de tentaciones atrayentes.
Por medio de una analogía de montañismo, les ilustraré la forma equivocada de encontrar paz y felicidad, y después, la manera correcta de obtenerlas. Hay quienes tratan de escalar un peñasco difícil mediante un método llamado “soloing”, que implica que el escalador asciende solo, sin equipo ni acompañantes ni protección segura; sólo cuenta con su habilidad y su capacidad. Lo hace por la emoción de vivir al borde del peligro, arriesgándolo todo y lo hace a pesar de la posibilidad de que, en cualquier momento, puede caerse y lastimarse gravemente o perder la vida. Son igual que muchos que afrontan los desafíos y las tentaciones de la vida sin la seguridad que brinda el seguir los mandamientos de Dios y la guía del Espíritu. En el difícil mundo de hoy, es casi seguro de que infringirán leyes decisivas con consecuencias dolorosas y destructivas. No trates de vivir “solo” en tu vida, lo más probable es que caigas en transgresión.
Hay una forma más segura de escalar montañas. Cuando un par de escaladores se dispone a realizar un ascenso difícil, el primer escalador o primero de la cordada escala una pared rocosa colocando anclajes a corta distancia uno del otro. La cuerda la enlaza al anclaje por medio de un mosquetón. La seguridad la brinda un compañero, al que se le llama el segundo de la cordada o asegurador, quien se coloca en un lugar bien seguro. El primero está protegido al ser asegurado por el segundo escalador, quien controla con cuidado cómo soltar la cuerda gradualmente. De esa forma, el primer escalador asegura su protección mientras asciende. Así, si inadvertidamente diera un paso en falso, el anclaje pararía la caída sin que tuviera grandes consecuencias. El segundo no sólo asegura al primero, sino que, al comunicarse entre ellos, le brinda también aliento con comentarios y señales. Su meta es la de tener una experiencia segura y apasionante, al vencer un gran desafío. Ellos ya han probado las técnicas que emplean y el equipo que utilizan. El equipo esencial cuenta con un arnés seguro, una cuerda de buena calidad y en buenas condiciones, una variedad de anclajes para insertar en la roca, una bolsa de polvo de tiza para sujetarse mejor y botas o zapatos especiales, adecuados para la escalada, que el primer escalador utiliza para agarrarse a la superficie de una roca empinada.
Ellos han estudiado las reglas y las técnicas de montañismo; han recibido instrucción de escaladores con experiencia y han practicado para sentirse cómodos con los movimientos y el uso apropiados del equipo. Han planificado una ruta y han determinado cómo trabajarán juntos. Cuando el primero ha subido lo suficiente y encuentra un lugar conveniente y bien seguro, comienza a asegurar o a “belay” al segundo escalador tirando de la cuerda, mientras éste va subiendo el “largo” o extensión de ésta. Cuando el segundo ha alcanzado al primero, se repite el mismo proceso. Uno asegura o “belay” mientras el otro escala, colocando anclajes cada tanto, como protección, por si se produjera una caída inesperada. Aun cuando la técnica de escalada parece ser muy arriesgada y peligrosa, esas precauciones aseguran una experiencia emocionante, que logra el objetivo al seguir los principios correctos.
En la vida real, los anclajes son las leyes de Dios que te proporcionan protección para todos los desafíos que tengas que afrontar. La cuerda y los mosquetones que aseguran la cuerda al anclaje representan la obediencia a esos mandamientos. Una vez que tú aprendas esos mandamientos, los sigas practicando y tengas un plan para evitar el peligro, tendrás un medio seguro para obtener protección contra las tentaciones de Satanás. Tú cultivarás una fortaleza de carácter que te protegerá contra la transgresión. Si das un paso en falso, eso no tiene por qué ser un problema permanente en virtud de la seguridad o de la ayuda que te da el arrepentimiento.
Permite que el Salvador sea el “primero” en tu vida. Él ha dicho: “Yo soy… la Roca del Cielo… quien entre por la puerta y suba por medio de mí, jamás caerá”1. El Redentor te conducirá seguro a través de los obstáculos más difíciles. Sus leyes son anclajes seguros de protección que disipan el temor y aseguran el éxito en lo que de otro modo sería un mundo peligroso. Es por seguro que una vida así, te proporcionará paz y felicidad.
La verdadera felicidad perdurable, conjuntamente con la fortaleza, la valentía y la capacidad de vencer las dificultades más grandes, la obtendrás a medida que centres tu vida en Jesucristo. La obediencia a Sus enseñanzas proporciona un ascenso seguro en la escalada de la vida, y eso requiere sacrificio. Aunque no exista ninguna garantía de que los resultados se consigan de un día para el otro, existe la seguridad de que, según el tiempo del Señor, recibirás las soluciones a tus problemas, prevalecerá la paz en ti y será tuya la felicidad.
Las dificultades que afrontes y las experiencias que tengas para tu progreso tienen como propósito ser escenas que representas en el escenario de una vida plena de paz y felicidad continuas. La tristeza, las penas y la desilusión son incidentes de la vida, y no tienen como propósito ser la esencia de la vida misma, y no estoy minimizando la magnitud de lo difícil que podría llegar a ser alguna de ellas. Cuando la lección que debas aprender sea muy importante, las pruebas pueden extenderse por largos lapsos de tiempo; sin embargo, no debes permitir que éstas se conviertan en el centro de atención de todo lo que haces. Tu vida puede y debe ser maravillosamente reconfortante. Son tu comprensión de las leyes de Dios y la aplicación de éstas lo que te darán un propósito glorioso, a medida que vayas ascendiendo y conquistando las dificultades de la vida. Esa perspectiva hace que los problemas queden confinados a su verdadero lugar, el de ser peldaños en el sendero del progreso y de los logros.
El Señor se centra en tu progreso y desarrollo personal. Cuando permites de buena voluntad que Él te guíe a través de cada experiencia de progreso que te salga al paso, sea ésta de tu agrado o no, tu progreso se acelera. Confía en el Señor; pide que el Espíritu te guíe para conocer Su voluntad y disponte a aceptarla. De ese modo, serás merecedor de una felicidad más grande y de los logros más altos de esta experiencia terrenal.
La paz y la felicidad son los preciados frutos de una vida recta, y sólo son posibles en virtud de la expiación de Jesucristo. Te explico:
Cada uno de nosotros comete errores en esta vida que dan como resultado el quebrantar las leyes eternas. La justicia es la parte del plan de felicidad del Padre Celestial para mantener el orden. Es como la ley de gravedad para un escalador, siempre está presente. Es una amiga si observas las leyes eternas pero actúa en tu perjuicio si haces caso omiso de ella. La justicia garantiza que recibas las bendiciones que te hayas ganado al obedecer las leyes de Dios, pero también requiere que satisfagas toda ley que violes. Cuando tu obedeces las leyes de Dios, eres bendecido, pero no hay forma de guardar créditos adicionales con el fin de satisfacer las leyes que infrinjas. Si no se satisfacen, las leyes que se quebranten pueden hacer que tu vida sea miserable e impedirte regresar a Dios. Sólo la vida, las enseñanzas y en particular la expiación de Jesucristo te libran de lo que sería una situación terrible.
Las demandas de la justicia por la infracción de una ley se satisfacen mediante la misericordia, la que se obtiene por medio de la obediencia y del arrepentimiento continuos a las leyes de Dios. Ese arrepentimiento y esa obediencia son absolutamente esenciales para que la Expiación realice su milagro pleno en ti. El Redentor puede pagar la deuda que demanda la justicia y concederte el perdón mediante el camino misericordioso de tu arrepentimiento. Por medio de la Expiación, tú puedes vivir en un mundo donde la justicia se asegura de que mantengas lo que consigas por medio de la obediencia. Mediante Su misericordia, puedes resolver las consecuencias de las leyes infringidas.
La Expiación fue un acto generoso de infinitas consecuencias eternas que obtuvo solo y dolorosamente el Hijo de Dios2. Mediante ella, el Salvador rompió las ligaduras de la muerte, lo que hace que se justifique que el Redentor nos juzgue en el Final. La Expiación puede evitar que pases una eternidad bajo el dominio de Satanás y abre las puertas de la exaltación para todos los que sean merecedores del perdón, por medio del arrepentimiento y de la obediencia.
El meditar sobre la grandiosidad de la Expiación evoca los sentimientos más profundos de reverencia, de inmensa gratitud y de profunda humildad. Esas impresiones te proporcionan una motivación poderosa para guardar Sus mandamientos y arrepentirte constantemente de los errores, para recibir así mayor paz y felicidad.
Yo creo que no importa cuán diligentemente trates, es imposible que con tu mente humana puedas comprender el significado eterno de la Expiación ni cómo se cumplió en su plenitud. Sólo podemos apreciar, en una medida muy pequeña, cuánto dolor, angustia y sufrimiento le costó al Salvador y cuán difícil fue para nuestro Padre Celestial ver a Su Hijo experimentar el incomparable desafío de Su expiación. Pero aún así, debes estudiar con cuidado la Expiación para comprenderla tan bien como te sea posible, y aprender que debes vivir Sus mandamientos para disfrutar de paz y felicidad en la vida terrenal. Con los miembros obedientes de tu familia, te será posible vivir con Él y con tu Padre Celestial para siempre.
Lehi enseñó a su hijo Jacob: “…ninguna carne puede morar en la presencia de Dios, sino por medio de los méritos, y misericordia, y gracia del Santo Mesías”3.
Jesucristo poseyó los méritos que ningún otro ser poseía. Antes de nacer en Belén, Él era un Dios, Jehová. Su amoroso Padre no sólo le dio Su cuerpo espiritual, sino que Jesús era también Su Unigénito en la carne. Nuestro Maestro vivió una vida perfecta y sin pecado, y por consiguiente estaba libre de las demandas de la justicia. Él es perfecto en todo atributo, entre ellos el amor, la compasión, la paciencia, la obediencia, el perdón y la humildad. Cuando nos arrepentimos y lo obedecemos, Su misericordia paga nuestra deuda con la justicia y, dado que aún nuestros mejores esfuerzos por obedecer Sus enseñanzas serían insuficientes, es en virtud de Su gracia que nos salvaremos, “después de hacer cuanto podamos”4.
Testifico que con un sufrimiento y una agonía imposibles de imaginar, a un precio incalculable, el Salvador se ganó el derecho de ser nuestro Redentor, nuestro Mediador y nuestro Juez Final. Yo sé que Él vive y que te ama. Haz siempre que Él sea el “primero” en tu vida. El anclaje seguro de Sus leyes te asegurará la seguridad y el éxito al escalar los desafíos que vayas a afrontar. No caerás en transgresiones graves, y la tuya será una vida de paz y de felicidad coronada con la exaltación en el reino celestial. En el nombre de Jesucristo. Amén.