2008
Al evitar el fraude estaremos protegiendo la economía familiar
Septiembre de 2008


Al evitar el fraude estaremos protegiendo la economía familiar

Nota del editor: En febrero de 2008 la Primera Presidencia hizo pública una carta dirigida a los miembros de la Iglesia en la cual se les advertía del peligro que enfrentan al involucrarse en inversiones fraudulentas. En el artículo que sigue a continuación se analizan algunas de las señales de alerta más comunes ante la posibilidad de fraude.

Cuando sólo era un joven graduado de la universidad, Marshall Romney sabía muy poco acerca de las inversiones, pero ya se había empezado a interesar en el mercado del dinero. Después de haber hablado con algunos colegas que estaban obteniendo ganancias por medio de inversiones en oro y en plata, el hermano Romney sintió que ése era el tipo de inversión para él. Compró una bolsa de monedas, acordó que la misma compañía a la que le había comprado las monedas las guardaría, y luego pidió un préstamo en un banco para comprar más bolsas.

Lamentablemente, el valor de las monedas, en vez de subir, comenzó a bajar. Además de endeudarse, el hermano Romney se enteró de que la compañía en la que había invertido había desaparecido; se habían aprovechado de sus clientes y les habían vendido bolsas de oro que en realidad no existían, las cuales ellos se habían ofrecido, para su propio provecho, a guardar en su bodega de alta seguridad. El hermano Romney fue víctima del fraude.

Al igual que muchas otras compañías que obtienen ganancias de los programas de inversiones, ésta había sacado provecho de un negocio que era muy prometedor en ese momento. Pero los estafadores no se conformarán sólo con eso.

El hermano Romney, que actualmente es profesor de la Universidad Brigham Young y se ha especializado investigando el mundo de las estafas, ha dicho que los casos de fraude son cada vez más comunes y son un tema de preocupación para todos, incluso para los miembros de la Iglesia.

Él dijo: “Hoy en día las estafas en el campo de las inversiones tienen los tamaños y las formas más variadas; aun así, muchas de ellas tienen características similares que deberían causar sospechas”.

A pesar de que cualquier inversión implica, en mayor o menor medida, algún tipo de riesgo, a menudo, los programas diseñados con el propósito de engañar transmitirán una sensación de urgencia, ofrecerán ganancias seguras con un mínimo de riesgos o intentarán convencernos haciendo referencia a personas conocidas.

Sensación de urgencia

Una clara señal de estafa la encontramos cuando se habla de una oportunidad que exige una respuesta inmediata. La persona que esté tratando de vender una de estas oportunidades puede intentar convencer a los posibles inversionistas, diciéndoles que es una oportunidad única o que sólo una cantidad limitada de personas puede participar; pero este requisito de tener que tomar una decisión rápida significa que hay muy poco o ningún tiempo para pensar acerca del compromiso que implica o de informarse en cuanto al origen de la inversión.

En un discurso que pronunció en una conferencia general en 1987, el élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, hizo hincapié en la importancia de estudiar con sumo cuidado las decisiones financieras que hemos de tomar.

“No hay ningún atajo que pueda llevarnos a la seguridad económica”, dijo el élder Ballard. “No confíen su dinero a otras personas sin haber hecho una cuidadosa investigación sobre la inversión que les proponen. Muchos son los que han perdido demasiado por confiar a otros sus ingresos. En mi opinión, jamás lograremos el equilibrio a menos que controlemos nuestra situación económica para que sea estable” (“El equilibrio en las exigencias de la vida”, Liahona, julio de 1987, pág. 13).

Los estafadores intentarán transmitir una sensación de urgencia a fin de animar a los inversores a abalanzarse hacia el negocio antes de disipar las preocupaciones o los miedos. Es importante tomarse el tiempo para considerar cada aspecto de la decisión. Una oportunidad que realmente valga la pena dará a los interesados el tiempo suficiente para estudiar las diferentes opciones.

Ganancias seguras con un mínimo de riesgo

¿Quién podría rechazar la oportunidad de invertir prácticamente sin riesgos y con ganancias aseguradas? Casi parece demasiado bueno para ser cierto, y, según Brian Sudweeks, profesor adjunto de finanzas en la Universidad Brigham Young, probablemente lo sea.

“Nadie puede prometer un porcentaje específico de ganancia que sea siempre alto; y no existen los programas del tipo ‘hágase rico en un abrir y cerrar de ojos’ que funcionen siempre de la misma manera”, dijo el hermano Sudweeks. “Las ganancias aseguradas y muy grandes nunca están garantizadas ni son grandes”. Sin embargo, a menudo eso es lo que quienes las promueven darán a entender y recurrirán al deseo de obtener resultados rápidos y ganancias inmediatas.

El hermano Sudweeks insta a los posibles inversores a que pongan en práctica dos principios muy importantes ante cualquier decisión relacionada con una inversión.

Él dijo: “En primer lugar, sepan en qué habrán de invertir y con quién lo harán. Segundo, inviertan sólo con personas e instituciones de alto calibre”.

Muchas veces un programa sigue funcionando por la simple razón de que los inversores no saben en qué están invirtiendo, pero lo hacen porque ven el resultado. A medida que los nuevos inversores aportan dinero, esos fondos se destinan a pagar a inversores anteriores; de esta manera se crea un movimiento de dinero constante que, tarde o temprano, fracasa.

En un discurso de conferencia general de 2004, el élder Joseph B. Wirthlin, del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó que, en ocasiones, los miembros de la Iglesia se ven envueltos en la avaricia o el egoísmo y esto los lleva a tomar decisiones financieras poco prudentes e insensatas.

“Hermanos y hermanas, guárdense de la avaricia”, dijo. “Ésta es una de las grandes aflicciones de estos últimos días; genera codicia y resentimiento, y a menudo conduce al cautiverio, al sufrimiento y a las aplastantes y abrumadoras deudas” (“Deudas terrenales y deudas celestiales”, Liahona, mayo de 2004, pág. 40).

Referencia a personas conocidas

La mayoría de las personas estarán mejor dispuestas a participar en una inversión si saben que su hermana, maestro orientador, vecino o compañero de trabajo también lo hará. A menudo aquellos que buscan inversores usarán estos ejemplos para atraerlos y ganarse su confianza. Ya sea que fuera verdad o no el hecho de que estos amigos y conocidos están involucrados, los inversores no pueden responder de manera responsable ante esta forma ingeniosa de presión social.

“Muchas personas no comprenden los principios que caracterizan a las inversiones y no quieren perder tiempo investigando un poco”, dijo el hermano Romney. “Por el contrario, confían en que otra persona ya lo ha hecho y, cuando escuchan los nombres de personas que conocen, automáticamente asumen que ellos ya han investigado”.

A los innumerables programas de estafa los acompaña la misma cantidad de tipos de estafadores. Si bien los términos estafador o “chanchullero” quizás nos traigan la imagen de un estereotipo a la mente, no hay características que sean comunes a todas las personas que promueven inversiones fraudulentas. De hecho, podrían ser tan sólo conocidos del trabajo o de la Iglesia, familiares o amigos cercanos, quienes quizás ni siquiera estén al tanto de la naturaleza real del negocio en el que se han involucrado.

El hermano Romney dijo: “Pregúntense si están interesados solamente porque conocen a alguien más que está participando. Si éste es el caso, quizás deban retroceder e investigar seriamente el origen de la inversión. Sin importar cuán digna de confianza parezca la fuente, los posibles inversores nunca deben tomar una decisión que se base exclusivamente en el consejo de otras personas”.

Cómo evitar el fraude

Debido a que el fraude en el campo de las inversiones es cada vez más común, los líderes de la Iglesia han aconsejado que debemos evitar las inversiones imprudentes y las deudas.

“De nuevo instamos a nuestra gente a evitar contraer deudas innecesarias, a ser moderados a la hora de comprometer su dinero, a ahorrar algún dinero para las emergencias”, dijo el presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) en un discurso de conferencia general en 2003. “Advertimos a nuestra gente cuidarse de los planes que prometen hacerse rico muy rápidamente, así como de otras situaciones de las que sea difícil librarse, las que casi siempre tienen por objeto atrapar a los crédulos” (“El estado de la Iglesia”, Liahona, mayo de 2003, pág. 6).

En febrero de 2008 la Primera Presidencia hizo pública una carta dirigida a los líderes generales y locales de los Estados Unidos y de Canadá; en ella se hablaba de ser prudente al momento de administrar asuntos de dinero. Se mostraron preocupados por las personas que utilizan las relaciones de confianza con el objeto de promover programas riesgosos y compartieron algunos principios financieros seguros a fin de manejar el riesgo: “Primero, eviten las deudas innecesarias, sobre todo las que son consecuencia del consumismo; segundo, antes de invertir, procuren el consejo de un asesor financiero que sea profesional y esté capacitado; y, tercero, sean prudentes”.

En el sitio web de la Iglesia, ProvidentLiving.org, hay información en cuanto a los principios básicos de la economía familiar. El sitio cuenta con un curso en línea sobre finanzas, referencias a discursos de líderes de la Iglesia, materiales para clases y la posibilidad de acceder a material adicional sobre le tema.