Sonrisas para compartir
“Sed de buen ánimo, pues, y no temáis, porque yo, el Señor, estoy con vosotros y os ampararé” (D. y C. 68:6).
“¿Qué aprendiste hoy en la Primaria, Sasha?”, le preguntó su mamá mientras iban a casa en el auto.
“La hermana Duffy nos enseñó acerca de dones especiales llamados talentos”, dijo Sasha. “Dijo que nuestro Padre Celestial nos dio talentos a todos para que ayudemos a otras personas; dijo que cuando compartimos nuestros talentos, hacemos felices a los demás”.
“Así es”, le dijo su mamá. “Jesús nos enseñó que debemos usar nuestros talentos para servir a los demás”.
Por un momento Sasha permaneció callada, mirando por la ventana del auto. “Pero, mamá, ¿y Lauren?”, preguntó.
“¿Qué pasa con ella?”, preguntó la mamá.
“Bueno, no puede hablar y usa una silla de ruedas. ¿Qué talentos tiene ella que puedan ayudar a los demás?”
“¿Qué es lo primero que te llama la atención cuando ves a Lauren?”, le preguntó su mamá.
Sasha pensó un momento y después dijo: “Su sonrisa; Lauren siempre está sonriendo”.
“Así es”, le dijo su mamá. ¿Y qué más?”
“Siempre se está riendo; especialmente cuando cantamos o cuando oye el piano. Siempre se emociona mucho y le encanta mandarles besos a la gente”.
“¿Cómo te sientes cuando estás con Lauren?”, le preguntó su mamá.
“Feliz; siempre me siento feliz cuando estoy con Lauren”, dijo Sasha.
“Yo también”, le dijo su mamá. “Ése es uno de los talentos de Lauren; ella comparte amor y felicidad con todos los que la rodean; de todos los talentos, ése es uno de los más especiales”.