Lo que una persona puede HACER
Este joven de Surinam no hace cosas sorprendentes, pero las cosas sencillas que hace logran un cambio notable.
Yves Verwey es tranquilo; hasta se podría decir que es un poco tímido. Sin embargo, eso no le impide ver qué cosas hay que hacer y hacerlas.
Personas que interpretan música
Por ejemplo, Yves, un joven de dieciocho años de la Rama Tamenga, Distrito Paramaribo Surinam, se dio cuenta de que, cuando tocaba el teclado en las reuniones y actividades de la Iglesia, muchas personas se mostraban interesadas en aprender a tocar. Fue así que comenzó a dar clases gratis para niños, adolescentes y adultos.
Las clases se imparten en varias ramas y están abiertas a cualquier persona que desee ir. La mayoría de las noches en las que Yves enseña, asisten por lo menos media docena de alumnos, tanto miembros de la Iglesia como otros que se han enterado de la clase mediante miembros de la rama. Yves también enseña flauta cuando alguien está interesado; dirige el coro de la rama y estuvo a cargo de una presentación especial del coro del distrito. Dice que su participación en la música es una manera de mostrar su agradecimiento al matrimonio misionero que le enseñó a leer y a interpretar música.
Personas que leen las Escrituras
Yves también encontró una manera de ayudar a varios de sus amigos que deseaban compartir unos con otros lo que estaban aprendiendo de las Escrituras. Asistían a la Iglesia y a seminario o instituto, hablaban cuando se les daba una asignación y participaban en las lecciones; pero ellos querían hablar entre sí, de joven a joven. Así fue que, una vez por semana, comenzaron a leer el Libro de Mormón juntos durante aproximadamente media hora y empezaron a invitar a otras personas, en especial a algunos jóvenes que eran menos activos, a que se unieran a ellos. Han estado leyendo juntos desde hace meses, a veces en casa de uno de ellos, otras veces en casa de otro.
“Todo comenzó con mis amigos Larry Roseval, de la Rama Wanica, y Saffira Zeegelaar, de mi rama. Pero ahora somos ocho”, dice Yves. “Leemos un capítulo, lo analizamos, expresamos nuestro testimonio acerca de él y compartimos algo que hayamos aprendido durante la semana”.
Estos lectores de las Escrituras también se han animado unos a otros de otras maneras. Por ejemplo, se pusieron la meta de lograr que sus domingos de ayuno fueran más significativos al ayunar con un propósito. “El último domingo de ayuno pensamos en personas específicas que son menos activas y oramos para que volvieran a la plena actividad en la Iglesia”, explica Yves.
Amigos misioneros
Los misioneros de tiempo completo necesitan la ayuda de los miembros, e Yves ha hecho algo con respecto a eso también. Siempre que le es posible, los acompaña a las citas que hayan hecho para enseñar. “Me encanta estar con los misioneros”, dice. “Me hace tener una actitud positiva y me hace sentir feliz”.
Y parece que los misioneros sienten lo mismo al estar con él, ya que Yves genera una energía optimista que eleva a todas las personas; y los misioneros también saben que él está dispuesto a compartir su testimonio de la verdad. Dentro de poco cumplirá diecinueve años y está ansioso por servir en una misión de tiempo completo.
“Desde que iba a la Primaria”, dice Yves, “vengo repitiendo 1 Nefi 3:7 y cantando la canción que habla acerca de eso mismo: ‘Iré y haré lo que me mande el Señor’, así que no tengo dudas en cuanto a si aceptaré o no el llamamiento”1.
Personas que cuentan sus bendiciones
Yves conoció la Iglesia por primera vez cuando su madre se unió a ella; en aquel entonces, él tenía siete años, y un año más tarde, fue bautizado y confirmado. Ha permanecido activo, incluso durante épocas difíciles como el divorcio de sus padres y la venta de la casa de su familia para pagar deudas. Ha soportado la burla de la gente al caminar hacia la Iglesia de traje y corbata. “Sé por qué me visto de ese modo para ir a la Iglesia, así que no me molesta”, dice. Cuando otras personas lo han invitado a fumar o a beber, se ha negado. “Nunca he tenido problemas en decir que no. La obediencia a la Palabra de Sabiduría me brinda salud física y fortaleza espiritual. ¿Pueden ellos ofrecerme algo mejor?”.
No obstante todo eso, Yves siempre ha contado sus bendiciones e insta a los demás a que también cuenten las suyas.
“A medida que se aprende el Evangelio y la forma en que se deben obedecer los mandamientos”, dice, “uno entiende más y más que el Padre Celestial desea bendecirnos a todos. La felicidad no se basa en seguir la moda; se basa en tener normas y vivir de acuerdo con ellas. La felicidad tiene que ver con el estar agradecido a Dios y a los demás por todas las cosas buenas de la vida”.
El tener esta actitud es sólo una cosa más que Yves considera que hay que hacer; y, por eso, él lo está haciendo, y anima a los demás a hacer lo mismo.