Orientación familiar y maestras visitantes: La obra de velar por los demás
¿Es usted nuevo en el programa de orientación familiar o nueva en el de las maestras visitantes? Tenga en cuenta estas nueve sugerencias.
“Sé que es el fin del mes y lamento que no hemos tenido la oportunidad de hablar sobre el mensaje de las maestras visitantes”, dijo la maestra visitante de la hermana Julie B. Beck. Pero incluso al decir eso, salía de la casa de la Presidenta General de la Sociedad de Socorro con un canasto de ropa para planchar y devolverle a la hermana Beck. “¿Cree que podríamos contar la visita?”, le preguntó un tanto vacilante a la hermana Beck.
Cuando la hermana Beck cuenta este episodio, se le llenan los ojos de lágrimas al preguntar: “¿Cómo podría esta querida amiga y dedicada maestra visitante sentir alguna vez que no me había visitado y cuidado? Ésa no era la primera vez que pasaba para ayudar con alguna necesidad ese mes. ¿Cómo no podía darse cuenta de que constantemente velaba por mí y bendecía a mi familia? Su cuidado y preocupación por mí son el ejemplo perfecto de las maestras visitantes. ¡Por supuesto que podía informar que me había visitado!”.
Como lo demuestra la experiencia de la hermana Beck, las inspiradas visitas de las maestras visitantes y de los maestros orientadores son más que una visita formal, y nunca se terminan. La orientación familiar y las visitas de las maestras visitantes tienen que ver con el cuidado de las personas más que con el concluir un proceso, y cuando se llevan a cabo de la manera correcta, representan el cuidado y no un cálculo. Esas asignaciones tienen el fin de brindar atención y de velar los unos por los otros, como lo hizo el Salvador. A continuación se presentan algunas ideas que podrían serle de ayuda:
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Sepa a quién se le ha asignado visitar y quién es su compañero o compañera. Los líderes del sacerdocio o de la Sociedad de Socorro de su barrio o rama deben proporcionarle el nombre y la información de contacto de cada familia o persona que se le haya asignado visitar. Preséntese a su compañero o compañera y a las personas que visita y comience a establecer una relación.
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Visite. Reúnase en la casa de la persona siempre que sea posible. Si no lo fuera, considere la posibilidad de reunirse cerca del lugar de trabajo de la persona, caminar juntos o reunirse antes o después de las reuniones dominicales. Para enseñarse e inspirarse mutuamente, quizá pueda empezar con el mensaje de la Primera Presidencia o el de las maestras visitantes. Comparta su testimonio. Comparta lo que esté sucediendo en su vida. Cultive el amor al ser amigable y preocuparse por las personas. Escuche con sinceridad. Guarde las confidencias que otras personas depositen en usted. Siga siendo un amigo o una amiga, ya que muchas veces el tiempo conduce a una mayor confianza.
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Ore con las personas a quienes enseñe y ore por ellas. Tal vez sería apropiado preguntar al final de la visita: “¿Podríamos orar con usted?”. La persona que sea cabeza de familia debe escoger a alguien para que diga la oración. Durante los días y las semanas entre las visitas, siga orando por las personas a quienes visita. Pídale ayuda al Padre Celestial para saber cómo cuidarlas y amarlas.
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Vele por los demás. Observe las necesidades y prevéalas. Por ejemplo, si una de las hermanas a las que visita está por tener un examen de sus estudios, quizá podría prepararle la cena en algún momento de la semana para que tenga más tiempo para estudiar. Si el hermano a quien visita está buscando trabajo, preséntele personas que podrían ayudar.
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Haga preguntas provechosas. Las preguntas pueden presentar oportunidades para dar consuelo, compartir principios del Evangelio que sean pertinentes y brindar servicio significativo. Podría preguntar: “¿Qué cosas le inquietan o preocupan?”, “¿Qué preguntas tiene sobre el Evangelio?”. O podría ser específico y preguntar: “¿Podríamos ayudarle con alguna tarea del hogar?”, “¿Quisiera que lo/la llevara en auto hasta la tienda o a una consulta con el doctor?”. Muchas veces se obtienen mejores resultados que cuando simplemente se dice: “Llámenos si necesita algo”.
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Busque inspiración. El Espíritu puede ayudarle a saber cómo ayudar a las personas a las que se le ha asignado enseñar. Podría recibir inspiración en cuanto a temas para tratar o ayuda que podría ofrecer. Al llegar a conocerlas mejor, incluso podría sentir la impresión de exhortar a quienes visita a recibir más ordenanzas y convenios del Evangelio o a participar más de todas las bendiciones que ofrece el Evangelio.
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Dé un informe con la información correcta. Informe del bienestar temporal y espiritual de las personas a quienes visita, de cualquier servicio que haya prestado y de cualquier necesidad. Informe asuntos confidenciales directamente a la presidenta de la Sociedad de Socorro o al presidente del quórum.
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Coordine con su compañero/a. Con su compañero/a, divídanse asignaciones según sea necesario para ponerse en contacto y para brindar ayuda. Quizá sea necesario que se turnen para hacer visitas, brindar servicio y dar informes en cuanto al bienestar de las personas a quienes visitan y enseñan.
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Recuerde. Lleve un registro de los acontecimientos importantes de la vida de aquellos a quienes enseña, como los cumpleaños e incluso las cosas que ocurren día a día que podrían ser importantes para ellos.