El corazón de los hijos se volverá
Invito a los jóvenes de la Iglesia a aprender sobre el espíritu de Elías y a experimentarlo.
A medida que estudiamos, aprendemos y vivimos el evangelio de Jesucristo, la secuencia es a menudo instructiva. Consideren, por ejemplo, las lecciones sobre las prioridades espirituales que aprendemos del orden en que ocurrieron los principales acontecimientos cuando la plenitud del evangelio del Salvador se restauró en estos últimos días.
En la Arboleda Sagrada, José Smith vio al Padre Eterno y a Jesucristo y habló con Ellos. Entre otras cosas, José se enteró de la verdadera naturaleza de la Trinidad y de la revelación continua. Esa majestuosa visión dio paso a “la dispensación del cumplimiento de los tiempos” (Efesios 1:10) y constituye uno de los acontecimientos más importantes de la historia del mundo.
Aproximadamente tres años después, la noche del 21 de septiembre de 1823, en respuesta a una ferviente oración, la habitación de José se llenó de luz hasta que “quedó más iluminada que al mediodía” (José Smith—Historia 1:30). Un personaje se apareció al lado de su cama, llamó al muchacho por su nombre y declaró “que era un mensajero enviado de la presencia de Dios, y que se llamaba Moroni” (versículo 33); él instruyó a José en cuanto a la salida a la luz del Libro de Mormón, y después citó del libro de Malaquías, del Antiguo Testamento, con una ligera variación en las palabras que se utilizaron en la versión del rey Santiago: “He aquí, yo os revelaré el sacerdocio por medio de Elías el profeta, antes de la venida del grande y terrible día del Señor.
“…Y él plantará en el corazón de los hijos las promesas hechas a los padres, y el corazón de los hijos se volverá a sus padres. De no ser así, toda la tierra sería totalmente asolada a su venida” (versículos 38 y 39).
Las instrucciones que Moroni dio al joven profeta comprendían, a final de cuentas, dos temas principales: (1) el Libro de Mormón y (2) las palabras de Malaquías que predecían la función que tendría Elías el Profeta en la Restauración “de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempos antiguos” (Hechos 3:21). Por consiguiente, los acontecimientos introductorios de la Restauración revelaron un entendimiento correcto de la Trinidad, recalcaron la importancia del Libro de Mormón y previeron la obra de salvación y exaltación tanto de los vivos como de los muertos. Esa secuencia inspiradora es instructiva en cuanto a los asuntos espirituales que son de suprema prioridad para la Deidad.
Mi mensaje se centra en el ministerio y el espíritu de Elías predichos por Moroni en las instrucciones iniciales que le dio a José Smith. Ruego sinceramente por la ayuda del Espíritu Santo.
El ministerio de Elías el Profeta
Elías era un profeta del Antiguo Testamento por medio de quien se efectuaron poderosos milagros. Él selló los cielos y no llovió en el antiguo Israel durante tres años y medio; multiplicó la harina y el aceite de una viuda; levantó a un joven de los muertos e hizo descender fuego del cielo en un reto a los profetas de Baal. (Véase 1 Reyes 17–18.) Al concluir el ministerio terrenal de Elías el Profeta, “subió al cielo en un torbellino” (2 Reyes 2:11) y fue trasladado.
“De las revelaciones de los últimos días, aprendemos que Elías el Profeta poseía el poder sellador del Sacerdocio de Melquisedec, y que fue el último profeta que lo poseyó antes de la época de Jesucristo” (Bible Dictionary, “Elijah”). El profeta José Smith explicó: “El espíritu, poder y llamamiento de Elías el Profeta es que ustedes tengan la autoridad de poseer las llaves de la… plenitud del Sacerdocio de Melquisedec… y de… obtener… todas las ordenanzas que pertenecen al reino de Dios” (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 329; cursiva agregada). Esa sagrada autoridad para sellar es esencial a fin de que las ordenanzas del sacerdocio sean válidas y vinculantes, tanto en la tierra como en el cielo.
Elías el Profeta se apareció con Moisés en el Monte de la Transfiguración (véase Mateo 17:3) y confirió esa autoridad sobre Pedro, Santiago y Juan. Se apareció nuevamente con Moisés y otros el 3 de abril de 1836 en el Templo de Kirtland y confirió las mismas llaves a José Smith y a Oliver Cowdery.
En las Escrituras se registra que Elías el Profeta se presentó ante José y Oliver y dijo:
“He aquí, ha llegado plenamente el tiempo del cual se habló por boca de Malaquías, testificando que él [Elías el profeta] sería enviado antes que viniera el día grande y terrible del Señor,
“para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, y el de los hijos a los padres, para que el mundo entero no fuera herido con una maldición.
“Por tanto, se entregan en vuestras manos las llaves de esta dispensación; y por esto sabréis que el día grande y terrible del Señor está cerca, sí, a las puertas” (D. y C. 110:14–16).
La restauración de la autoridad de sellamiento por medio de Elías el Profeta en 1836 fue necesaria para preparar al mundo para la segunda venida del Salvador, e inició un mayor interés mundial en la investigación de historia familiar.
El espíritu y la obra de Elías el Profeta
El profeta José Smith declaró: “La responsabilidad mayor que Dios ha puesto sobre nosotros en este mundo es ocuparnos de nuestros muertos… porque es necesario que el poder de sellar esté en nuestras manos a fin de sellar a nuestros hijos y nuestros muertos para la plenitud de la dispensación de los tiempos, una dispensación en la que se han de cumplir las promesas que Jesucristo hizo para la salvación del hombre… De ahí que, dijo Dios: ‘Yo os envío el profeta Elías’” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, pág. 507).
José explicó además:
“Pero, ¿cuál es el objeto de [la venida de Elías el Profeta]? ¿O cómo se va a cumplir? Las llaves habrán de entregarse, el espíritu de Elías habrá de venir, el Evangelio habrá de establecerse, los santos de Dios habrán de ser congregados, Sión habrá de ser edificada y los santos habrán de subir como salvadores al monte Sión [véase Abdías 1:21].
“Pero, ¿cómo van a llegar a ser salvadores en el monte Sión? Edificando sus templos… y yendo a recibir todas las ordenanzas… en bien de todos sus antepasados que han muerto…; y en esto consiste la cadena que une el corazón de los padres a los hijos, y el de los hijos a los padres, lo cual cumple la misión de Elías el Profeta” (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, págs. 504–505).
El élder Russell M. Nelson ha enseñado que el espíritu de Elías es “una manifestación del Espíritu Santo que da testimonio de la naturaleza divina de la familia” (“Un nuevo tiempo para la cosecha”, Liahona, julio de 1998, pág. 36). Esa singular influencia del Espíritu Santo impulsa a las personas a buscar los datos, documentar y valorar a sus antepasados y parientes, tanto pasados como presentes.
El espíritu de Elías surte su efecto tanto en las personas que son miembros de la Iglesia como en las que no lo son. Sin embargo, como miembros de la Iglesia restaurada de Cristo, tenemos la responsabilidad, adquirida por convenio, de buscar a nuestros antepasados y proporcionarles las ordenanzas salvadoras del Evangelio. “…ellos no [son] perfeccionados sin nosotros” (Hebreos 11:40; véase también Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, pág. 507). Ni “tampoco podemos nosotros ser perfeccionados sin nuestros muertos” (D. y C. 128:15).
Por esas razones investigamos nuestra historia familiar, edificamos templos y efectuamos ordenanzas vicarias. Por esas razones se envió a Elías el Profeta para restaurar la autoridad para sellar que ata en la tierra y en el cielo. Nosotros somos los agentes del Señor en la obra de salvación y exaltación que evitará “que el mundo entero [sea] herido con una maldición” (D. y C. 110:15) cuando Él vuelva de nuevo. Ése es nuestro deber y nuestra gran bendición.
Una invitación a la nueva generación
Ahora solicito la atención de las mujeres y los hombres jóvenes y los niños de la nueva generación mientras recalco la importancia actual del espíritu de Elías en nuestra vida. Mi mensaje va dirigido a toda la Iglesia en general, pero a ustedes en particular.
Muchos de ustedes tal vez piensen que la obra de historia familiar la lleva a cabo principalmente la gente mayor. Sin embargo, no tengo conocimiento de que en las Escrituras o en las pautas que emiten los líderes de la Iglesia haya alguna restricción en cuanto a la edad que limite este importante servicio a los adultos mayores. Ustedes son hijos e hijas de Dios, hijos del convenio y edificadores del reino. No tienen que esperar hasta tener una edad determinada para cumplir con su responsabilidad de colaborar en la obra de salvación a favor de la familia humana.
Hoy en día, el Señor ha puesto a nuestra disposición extraordinarios recursos que les permiten aprender y amar esta obra a la que infunde vigor el espíritu de Elías. Por ejemplo, FamilySearch es una colección de registros, recursos y servicios que se pueden acceder fácilmente con computadoras personales y diversos dispositivos de mano, diseñados para ayudar a la gente a descubrir y documentar su historia familiar. Esos recursos también están disponibles en los centros de historia familiar ubicados en muchos edificios de la Iglesia por todo el mundo.
No es una coincidencia que FamilySearch y otros recursos hayan salido a la luz en una época en la que los jóvenes estén tan familiarizados con una gran variedad de tecnologías de la información y la comunicación. Ustedes tienen los dedos amaestrados para textear y twitear para acelerar y adelantar la obra del Señor, y no sólo para comunicarse rápidamente con sus amigos. Las destrezas y la aptitud que se manifiestan entre muchos jóvenes actualmente son una preparación para contribuir a la obra de salvación.
Invito a las jóvenes de la Iglesia a aprender sobre el espíritu de Elías y a experimentarlo. Los aliento para que estudien, para que busquen a sus antepasados y se preparen para efectuar bautismos vicarios en la casa del Señor por sus propios familiares fallecidos (véase D. y C. 124:28–36). Y los exhorto a ayudar a otras personas a buscar sus datos de historia familiar.
Si responden con fe a esta invitación, el corazón de ustedes se volverá a los padres. Las promesas que se hicieron a Abraham, Isaac y Jacob se arraigarán en su corazón. Sus bendiciones patriarcales, en las que se declara el linaje, los unirá a esos padres y cobrarán mayor significado para ustedes. El amor y la gratitud que sienten hacia sus antepasados aumentará. Su testimonio del Salvador y su conversión a Él serán profundos y perdurables. Y les prometo que serán protegidos contra la creciente influencia del adversario. A medida que participen en esta obra sagrada y lleguen a amarla, serán protegidos en su juventud y durante su vida.
Padres y líderes, por favor ayuden a sus hijos y a la juventud a saber en cuanto al espíritu de Elías, y a sentirlo. Pero no hagan esa labor demasiado rígida o formal ni brinden demasiada información o capacitación detallada. Inviten a los jóvenes a explorar, a experimentar y a aprender por sí mismos (véase José Smith—Historia 1:20). Cualquier joven puede hacer lo que estoy sugiriendo mediante los módulos disponibles en lds.org/familyhistoryyouth. Las presidencias de los quórumes del Sacerdocio Aarónico y de las clases de las Mujeres Jóvenes pueden desempeñar una importante función al ayudar a todos los jóvenes a familiarizarse con esos recursos básicos. Cada vez más, es necesario que los jóvenes aprendan y actúen y de ese modo reciban más luz y conocimiento por el poder del Espíritu Santo, y que no sólo sean estudiantes pasivos sobre quienes principalmente se actúe (véase 2 Nefi 2:26).
Padres y líderes, se asombrarán al ver la rapidez con la que sus hijos y la juventud de la Iglesia se vuelven sumamente diestros con esos recursos. De hecho, ustedes aprenderán valiosas lecciones de los jóvenes sobre cómo utilizar esos recursos eficazmente. Los jóvenes pueden brindar mucha ayuda a las personas mayores que se sientan incómodas o intimidadas por la tecnología o que no están familiarizadas con FamilySearch. Ustedes también contarán sus muchas bendiciones cuando los jóvenes dediquen más tiempo a la obra de historia familiar y a prestar servicio en el templo y menos tiempo en videojuegos, navegando por internet y en Facebook.
Troy Jackson, Jaren Hope y Andrew Allan son poseedores del Sacerdocio Aarónico que fueron llamados por un obispo inspirado para enseñar en equipo una clase de historia familiar en el barrio. Esos jóvenes representan a muchos de ustedes en su afán por aprender y deseo de servir.
Troy dijo: “Solía ir a la iglesia y simplemente me sentaba allí, pero ahora me doy cuenta de que tengo que ir a casa y hacer algo. Todos podemos hacer historia familiar”.
Jaren informa que a medida que aprendía más sobre historia familiar, se dio cuenta “de que esos no eran sólo nombres, sino personas reales. Me emocionaba más y más llevar esos nombres al templo”.
Y Andrew comentó: “Me he interesado en la historia familiar con un amor y un vigor que no sabía que tenía. Cuando me preparaba cada semana para enseñar, a veces sentía la impresión del Santo Espíritu de actuar y poner en práctica algunos de los métodos que se enseñaban en la lección. La historia familiar antes me asustaba, pero con la ayuda del Espíritu pude cumplir con mi llamamiento y ayudar a mucha gente del barrio”.
Mis amados jóvenes hermanos y hermanas, la historia familiar no es tan sólo un programa o una actividad interesante auspiciada por la Iglesia; más bien, es una parte vital de la obra de salvación y exaltación. Ustedes han sido preparados para esta época y para edificar el reino de Dios. Se encuentran hoy día en la tierra para colaborar con esta gloriosa obra.
Testifico que Elías el Profeta regresó a la tierra y restauró la sagrada autoridad para sellar. Testifico que lo que se ata en la tierra se puede atar en el cielo. Y sé que los jóvenes de la nueva generación desempeñan una función vital en esta gran empresa. De ello testifico en el sagrado nombre del Señor Jesucristo. Amén.