2013
Un Dios de milagros: Los santos eslovacos de Sheffield
Julio de 2013


Un Dios de milagros Los santos eslovacos de Sheffield

Élder Erich W. Kopischke

A medida que los líderes del sacerdocio, los misioneros, los integrantes del consejo de barrio y los miembros de Sheffield, Inglaterra, unieron sus esfuerzos para aumentar el verdadero crecimiento, fueron bendecidos de maneras extraordinarias.

Durante un poderoso sermón a una congregación de creyentes, el profeta Mormón hizo una pregunta sencilla: “¿Han cesado los milagros?”; y de inmediato respondió: “He aquí, os digo que no” (Moroni 7:29).

Mormón explicó entonces cómo se llevaría a cabo la gran obra de salvación en los últimos días, haciendo hincapié en la relación e interacción que existe entre el Espíritu Santo, la obra de los ángeles, nuestras oraciones, nuestra fe y los milagros del Señor (véase Moroni 7:33–37, 48).

A lo largo de las Escrituras, los profetas nos recuerdan que Dios es el mismo ayer, hoy y para siempre (véase 3 Nefi 24:6; D. y C. 20:12). Al procurar cumplir con el mandamiento de “[ir] por todo el mundo… bautizando en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (D. y C. 68:8), es importante estudiar y recordar los siguientes principios:

  • Dios no cambia.

  • Dios es un Dios de milagros.

  • El mayor milagro de Dios es el otorgar la salvación eterna a Sus hijos.

  • Dios ejecuta milagros según nuestra fe, la cual mostramos mediante nuestras obras.

  • El Espíritu Santo desempeña una función clave en la conversión.

Dispuestos a sacrificarse

Mientras servía en el Área Europa, tuve el privilegio de ver estos principios en acción a medida que se producía un milagro en Sheffield, Inglaterra. Al finalizar el año 2008, el obispo Mark Dundon, del Barrio Sheffield Uno, estaba pensando sobre lo que podía hacer para ayudar a que su barrio creciera. En la capacitación de líderes, el presidente de estaca había preguntado a los obispos: “¿Qué es lo que están dispuestos a sacrificar para tener éxito en la obra misional?”. Por las enseñanzas de sus líderes, el obispo Dundon sabía que un buen líder misional de barrio era clave, que un consejo de barrio activo era esencial y que el estar dispuestos a escuchar los susurros del Espíritu era crucial.

Después de mucha meditación y oración, el obispo Dundon ejercitó sus llaves del sacerdocio y siguió las indicaciones del Espíritu de relevar a sus dos consejeros: Gregory Nettleship y Robert McEwen. Entonces el obispo llamó al hermano Nettleship para que fuera el nuevo líder misional de barrio y al hermano McEwen para que fuera el ayudante del líder misional de barrio. Los integrantes del obispado habían establecido una estrecha relación, de modo que ese cambio no fue fácil para ellos; pero el obispo Dundon sabía que, en este caso en particular, ésa era la decisión correcta, y los dos consejeros aceptaron humildemente sus nuevos llamamientos.

El obispo, junto con sus nuevos líderes misionales y el consejo de barrio, en espíritu de oración, hizo planes y estableció metas para el crecimiento del barrio. Al implementar los planes, comenzaron a tener éxito. Los bautismos de conversos aumentaron considerablemente y muchas personas volvieron a activarse en la Iglesia. Sin embargo, los líderes del barrio no sabían que su fe y sus obras se verían recompensadas de una manera que nunca imaginaron.

Impulsado por el amor

En marzo de 2011, un joven misionero y su compañero estaban tratando de establecer contacto con personas en las calles de Sheffield. El élder Nicholas Pass vio pasar a un hombre y a su esposa y tuvo el fuerte sentimiento de que debía hablarles. El élder Pass y su compañero corrieron para alcanzar a la pareja. Fue difícil comunicarse con ellos; eran de Eslovaquia y no hablaban inglés, pero un amigo que los acompañaba actuó como intérprete. Durante la conversación en la calle, los misioneros usaron láminas para explicarles la Primera Visión y el mensaje de la Restauración. Después, la pareja aceptó fijar una cita para que los misioneros empezaran a enseñarles.

Ludovit Kandrac, el padre de la familia, comenzó a leer el Libro de Mormón y al poco tiempo dejó de fumar. Durante el tiempo que les enseñaron, los misioneros tuvieron que usar a varios intérpretes e incluso aprender un poco de eslovaco. El 14 de mayo de 2011, Ludovit, una de sus hijas y otros dos parientes fueron bautizados.

En su bautismo, el hermano Kandrac dio su testimonio. Por medio de un intérprete, contó su experiencia de cuando conoció a los misioneros. Cuando pasó al lado del élder Pass y su compañero en el centro de la ciudad de Sheffield, sintió calidez en el pecho. No le dio importancia a ese sentimiento y siguió caminando, pero al echar una mirada a los misioneros otra vez, lo conmovió el amor que ellos mostraban cuando hablaban con la gente. Aunque quería hablarles, el hermano Kandrac siguió caminando. Quedó sorprendido cuando unos minutos más tarde los misioneros se le acercaron.

Junto con otra familia eslovaca que se había unido a la Iglesia un año antes, esos bautismos marcaron el comienzo de un milagro moderno de conversión entre la comunidad eslovaca de Sheffield, Inglaterra. Los miembros nuevos iban a la Iglesia todas las semanas, y llevaban a parientes y amigos; abrieron las puertas de sus hogares a los misioneros e invitaron a otras personas de la comunidad a que escucharan el Evangelio.

El élder Pass y su nuevo compañero, el élder Joseph McKay, visitaban a las familias con frecuencia. Les enseñaron, les prestaron servicio, les ministraron y las bendijeron. Fue una época maravillosa de enseñanza, aprendizaje y de una abundante manifestación de los dones del Espíritu para los investigadores, los conversos, los misioneros, los líderes misionales de estaca y de barrio, así como para los miembros.

“Estén con ellos y fortalézcanlos”

Durante el verano y el otoño de 2011, más eslovacos se unieron a la Iglesia. Debido a que el número de ellos era cada vez mayor, era difícil para los miembros locales seguir llevándolos de sus casas al centro de reuniones. Durante varias semanas, los fieles santos eslovacos caminaron ocho kilómetros de ida para participar de los servicios dominicales en un idioma que no entendían.

En septiembre de 2011, se reorganizó la presidencia de estaca de Sheffield y se llamó al obispo Dundon como nuevo presidente de estaca. Un mes después se llevó a cabo una charla fogonera tanto para los santos ingleses como para los eslovacos, donde se usaron intérpretes.

Mientras estaba sentado en el estrado, el presidente Dundon tuvo la impresión de que era necesario crear un grupo eslovaco que perteneciera al Barrio Sheffield Uno, pero que se reuniera en un edificio en el vecindario eslovaco. Al poco tiempo se encontró un lugar de reuniones conveniente y se alquilaron los cuartos necesarios. El 11 de diciembre de 2011 se llevaron a cabo las primeras reuniones en el nuevo edificio. Los líderes del Barrio Sheffield Uno pensaron, con optimismo, que asistirían unas cincuenta personas; sin embargo, asistieron ochenta y cuatro personas, de las cuales sesenta y tres eran eslovacas.

Después de la reorganización de la Estaca Sheffield, se llamó a Robert McEwen como obispo del Barrio Uno, y el hermano Nettleship continuó sirviendo como líder misional. Bajo la administración de los dos obispos, el líder misional y el consejo de barrio hicieron un trabajo formidable en dirigir al barrio para que “[estuvieran] con… y… [fortalecieran]” a los santos eslovacos (véase D. y C. 20:53).

El consejo de barrio trató temas como la manera de satisfacer las necesidades de los nuevos miembros, la forma de ayudarlos a participar plenamente en las actividades de barrio, de nutrirlos en el Evangelio y de vencer las barreras del idioma. Los miembros del consejo oraron y ayunaron pidiendo ayuda divina y luego trabajaron arduamente. Salieron con los misioneros de tiempo completo a visitar a los miembros nuevos y los acompañaron en sus citas para enseñar, proporcionaron transporte, hicieron pedidos de materiales de la Iglesia en eslovaco y llevaron a los miembros recién bautizados a efectuar bautismos por los muertos en el templo.

Los líderes del barrio también organizaron un proyecto de servicio para la Navidad. Los miembros donaron fondos y recolectaron juguetes, ropa y otros regalos. Durante la Nochebuena se distribuyeron grandes bolsas con regalos y comida para la cena de Navidad entre los santos eslovacos y otras familias que estaban dentro de los límites del barrio.

Los miembros de muchos años y los nuevos miembros entendían muy poco el idioma que cada uno de ellos hablaba, pero todos sintieron el calor del idioma del amor genuino. Tanto los miembros como los investigadores sintieron un gozo, felicidad y entusiasmo extraordinarios.

Durante el año siguiente, ese pequeño grupo se convirtió en una fuerte unidad de la Iglesia, donde familias enteras se bautizaron y se unieron a la Iglesia. Los padres fueron ordenados al Sacerdocio Aarónico y al de Melquisedec; los hijos fueron ordenados al Sacerdocio Aarónico; se estableció la Primaria con más de veinte niños; se organizaron los programas de los Hombres Jóvenes y de las Mujeres Jóvenes con más de veinticinco jóvenes que asistían cada semana. El Señor proporcionó misioneros de tiempo completo de la República Checa que hablaban su idioma y que dieron apoyo al grupo. Al mismo tiempo, esas familias enviaron referencias misionales a su país natal.

Un Dios de milagros

¿Por qué sucedió esto? Porque Dios no ha cesado de ser un Dios de milagros; porque misioneros fieles procuraron diligentemente encontrar a quienes estaban preparados para recibir el Evangelio; porque el presidente de estaca y los obispos actuaron con fe y siguieron la guía del Espíritu Santo; porque el consejo de barrio asumió su responsabilidad y sus integrantes trabajaron unidos; porque los miembros aprendieron el idioma del amor y respondieron a la invitación de sus líderes con fe y la confianza de que Dios realmente quiso decir lo que dijo: “…soy un Dios de milagros, y manifestaré al mundo que soy el mismo ayer, hoy y para siempre” (2 Nefi 27:23).

El éxito que se logró en Sheffield no tiene por qué ser un acontecimiento único. Nos recuerda las promesas que se dieron por medio de profetas y que pueden encender nuestra fe y nuestro deseo de ser instrumentos en las manos de Dios invitando a las personas que nos rodean a venir a Cristo. Si lo hacemos, nos colocaremos en una posición en la que el Señor podrá bendecirnos con oportunidades de enseñar, activar y nutrir a los demás; y veremos evidencia de que Él sigue siendo un Dios de milagros.