Perfiles de jóvenes adultos
Una mezcla de culturas en Toronto
La autora vive en Utah, EE. UU.
¿Qué se siente al ser un joven adulto fiel en Ontario, Canadá? Un joven habla sobre su cultura y su fe.
En el centro de Toronto, Canadá, el mercado Kensington ofrece una muestra de la diversidad del mundo. Las estrechas calles están llenas de puestos, tiendas y restaurantes que ofrecen comida de muchas culturas: salvadoreña, mexicana, peruana y francesa, para empezar. En cualquier esquina uno encuentra canastas de coloridas frutas y verduras, mesas con pasteles de hojaldre calentitos, así como el vibrante diseño de la ropa tradicional de una variedad de culturas.
El mosaico de culturas de Toronto se compone de inmigrantes, nativos, refugiados y estudiantes. Jonathan Porter, un joven adulto de 25 años que vive en Toronto, dice: “El prestar servicio en mi barrio junto a miembros que tienen orígenes tan diversos, me ayuda a ver la diferencia entre las culturas que me rodean —incluso mi propia cultura canadiense— y la cultura del Evangelio. Es interesante ver que cada cultura promueve virtudes que el Evangelio enseña que son rectas, lo cual facilita la comunicación basada en el Espíritu Santo y que, a su vez, ayuda a las personas a entenderse unas a otras y a trascender su propia cultura”.
Jonathan también ha visto la influencia del Evangelio en los puestos de liderazgo: “Aun cuando los líderes a menudo tienen diferentes estilos de liderazgo, según su cultura, no importa. Todos son llamados por Dios mediante la revelación y por medio de la autoridad del sacerdocio; y son bendecidos”.
Para Jonathan, instituto le ofrece algo que valora: “Mientras crecía, en Toronto, no tuve muchos compañeros que fueran miembros de la Iglesia, así que me siento seguro y bienvenido en instituto. Nos une el amor que sentimos por el Evangelio. Otras personas notan la forma en que vivimos, ven nuestras normas y reconocen que somos singulares”.
Las experiencias que Jonathan ha tenido le han enseñado la importancia de la caridad, “el amor puro de Cristo” (Moroni 7:47). “Los jóvenes adultos de instituto son tan diferentes que el amarnos unos a otros no siempre es algo natural”, dice él. “He aprendido que la caridad significa prestar servicio a los demás, incluso de maneras pequeñas, y amarlos sin importar de dónde provengan”.
Ese amor y esa diversidad bendicen la obra misional. “Muchas de las personas que están aquí son la primera o segunda generación de conversos. A veces, las personas se unen a la Iglesia aquí y luego regresan a su país, donde comparten el Evangelio con su familia y fortalecen su cultura. Para mí, ése es el legado de la Iglesia en Toronto”.