2015
¿Doctor o élder?
Febrero de 2015


¿Doctor o élder?

Mukandila Danny Kalala, Liberia

illustration of a stethoscope with dr. photo

Ilustraciones por Bradley H. Clark.

Cuando terminé la escuela secundaria, sabía que tenía que esperar por lo menos dos años antes de poder prestar servicio en una misión. Decidí comenzar los estudios universitarios y calculé que podría terminar la facultad de Medicina en unos seis años si me dedicaba completamente a ello. Mi plan era prestar servicio en una misión de tiempo completo después.

Cuando terminé la facultad de Medicina a los 24 años, comencé un aprendizaje clínico que promovió mis oportunidades profesionales. En ese tiempo se me presentó un dilema: ¿Debía realmente prestar servicio en una misión o debía seguir trabajando? Mis padres, mi hermano mayor (quien había regresado recientemente de su misión), mi obispo y un consejero de la presidencia de misión local me exhortaron a servir.

Sentía que tenían razón, pero era difícil postergar mi prometedora carrera en Medicina. Oré y ayuné en busca de inspiración; también consulté mi bendición patriarcal, la cual recomendaba que prestara servicio en una misión de tiempo completo y prometía bendiciones como resultado de ello.

Un día, al dirigirme a casa en transporte público después de mi práctica profesional, me encontré con el patriarca de la estaca. Nos bajamos en la misma parada y, curiosamente, comenzamos a caminar en la misma dirección; él me reconoció como miembro de la Iglesia.

Al ir caminando juntos, me preguntó lo que planeaba hacer con mi vida. Le expliqué que era doctor y que estaba teniendo dificultades en decidir entre mi carrera y una misión. Con voz firme me dijo que fuera a una misión para prestar servicio al Señor y agregó que sería bendecido por ello. Para mí, su comentario parecía provenir del Señor.

Inmediatamente entró a mi mente el siguiente pasaje de las Escrituras: “…buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (3 Nefi 13:33).

Tuve la certeza de que el Señor me había contestado. Sin vacilar, decidí postergar mi carrera profesional y prestar servicio en una misión de tiempo completo. Mis colegas pensaban que yo olvidaría las prácticas médicas al estar ausente durante dos años; me hostigaron, pero me mantuve firme en mi decisión.

Dejando de lado mi título de “Dr.”, presté servicio por dos años en la Misión República Democrática del Congo Kinshasa.

Cinco años después, formulé una lista de las bendiciones más grandes que recibí después de mi servicio. En primer lugar, encontré una esposa: una miembro fiel de la Iglesia que es mi mayor gozo. Hasta ahora tenemos dos hijos y nuestra familia está sellada por la eternidad. Hemos actuado como representantes en el templo para llevar a cabo ordenanzas por nuestros antepasados que han fallecido. Tengo un empleo seguro, el cual permite que mi familia sea autosuficiente. Esas son sólo unas pocas de las bendiciones que hemos recibido del Señor.

Sé que el Padre Celestial nunca miente y que con el tiempo cumple todas las promesas que nos ha hecho conforme pongamos nuestra confianza en Él y guardemos Sus mandamientos.