Leer mejor cada día
Las autoras viven en Utah, EE. UU. y en Bolivia.
Joseph pasó la página del libro y frunció el ceño. Todavía le faltaban dos páginas.
“¿Estás bien?”, le preguntó su mamá.
“Me gusta leer”, dijo Joseph. “Pero voy muy lento. ¿Cómo puedo aprender a leer mejor?”.
“Tengo una idea”, dijo su mamá. “Lee el Libro de Mormón cada día; eso te ayudará a leer mejor”.
Joseph lo intentó. Al principio le llevó mucho tiempo; tenía que pronunciar cada sílaba de las palabras largas, pero siguió leyendo todos los días. Al poco tiempo, podía leer más de un capítulo.
Pasaron dos semanas y el marcador de páginas de Joseph pasó de 1 Nefi a 2 Nefi. ¡Y después estaba en el libro de Jacob!
Una noche, era el turno de Joseph de dar la lección en la noche de hogar.
“¡Ya sé lo que haré!”, pensó Joseph. Encontró el libro de Historias del Libro de Mormón. Tenía palabras e imágenes. Pasó las páginas hasta que encontró el relato perfecto.
Joseph leyó el relato a su familia. Leyó palabras cortas, como barco. Leyó palabras largas, como mandamientos. Los profetas escribieron esas palabras hace mucho tiempo. Era fácil leer las palabras.
Cuando terminó el relato, la mamá tenía lágrimas en los ojos.
“¿Estás bien?”, preguntó Joseph.
“Sí”, dijo su mamá. “Estoy feliz; te has esforzado mucho”.
Joseph tenía una sonrisa enorme.
“Estoy leyendo todos los días, como tú dijiste”. Le enseñó a su mamá el Libro de Mormón. ¡Su marcador estaba en el libro de Alma!
Un día, el marcador de Joseph estaría al final del libro ¡y entonces podría empezar otra vez!