Voces de los Santos de los Últimos Días
Repartiendo gozo
Ilustración por Stan Fellows.
Mi esposo y yo éramos misioneros y prestábamos servicio en Tarbes, Francia, en los Pirineos. Era Nochebuena y decidimos ir a la ciudad, a la Plaza Verdún, a repartir ejemplares del Libro de Mormón. La calle estaba desierta, y empezamos a preguntarnos qué íbamos a hacer con tantos libros. De pronto, vimos a un joven que parecía no saber a dónde ir.
Nos acercamos a él y le ofrecimos un Libro de Mormón. Al escucharnos hablar acerca del Evangelio, empezó a sentirse feliz; explicó que aquella noche de Navidad estaba solo y que iba a leer el Libro de Mormón y no se sentiría solo.
Después de que se fue, volvimos a mirar por la calle y vimos a una mujer que caminaba lentamente hacia nosotros en el frío de la noche. Un rayo de felicidad brilló en sus ojos cuando le obsequiamos un Libro de Mormón. Nos dijo que hacía poco había enviudado, que se sentía feliz de que nos preocupáramos por ella y que estaba sumamente agradecida a nosotros. Mientras se alejaba, vimos que sostenía el libro contra su pecho.
Esa noche distribuimos todos los ejemplares del Libro de Mormón que habíamos llevado con nosotros. La mayoría de las personas a quienes se los entregamos estaban solas, angustiadas y muy necesitadas de amor. Esa noche volvimos a casa con la impresión de que habíamos recibido el regalo de Navidad más grande a causa de la alegría que pudimos dar a los demás.