Voces de los Santos de los Últimos Días
¿Quién está listo ahora?
Un domingo, poco después de la última sesión de una conferencia general, sentí una impresión muy específica de iniciar una sesión en mi cuenta de FamilySearch y de hacer un poco de historia familiar. Estaba renuente de hacer mi historia familiar porque nunca había tenido mucho éxito en ocasiones anteriores. Mi familia ya ha realizado mucha historia familiar, por lo que pensaba que no había nada que pudiera hacer.
Me crucé de brazos y suspiré profundamente para expresar mi frustración mientras miraba al callejón sin salida en el que había intentado trabajar por muchos años, con la esperanza de que este sería finalmente el día en el que encontraría alguna información. Comencé a realizar mis búsquedas regulares por medio de registros de censos, matrimonio y nacimiento, y después de una hora no encontré nada. Luego el Espíritu, que me había susurrado todo el fin de semana en las sesiones de la conferencia, me invitó a orar y a buscar a quienes estaban listos en ese instante para que se hiciera la obra por ellos.
Al terminar mi oración, volví a mi propio nombre en FamilySearch y procedí a buscar en mi línea familiar; sentí de manera clara que el Espíritu Santo me guiaba de una línea a otra hasta que llegué a la familia por parte de mi abuelo paterno. Durante la siguiente hora, sentí que el Espíritu llenaba en abundancia la habitación, y encontré seis nombres para llevarlos al templo. Mientras finalizaba la solicitud para llevar los nombres al templo, miré algunos de los registros de los cuales había recibido información; mis ojos se llenaron de lágrimas y mi corazón rebosó de gozo al saber que la información había provenido de indexadores que habían ofrecido su tiempo voluntariamente para ingresar los registros de mis antepasados. Para mostrar mi gratitud, indexé nombres de otras personas en la hora subsiguiente.
Ese día mi testimonio aumentó y sentí agradecimiento por dos motivos: El primero es que durante la conferencia general, el Espíritu Santo me dirigió a hacer la obra de historia familiar y a saber cuáles nombres debía buscar. El segundo es para todos los miembros de la Iglesia de todo el mundo que indexan nombres para que personas como yo podamos encontrar a nuestros antepasados de manera clara y rápida y para que podamos apresurar la obra para ellos. Fue un testimonio claro y potente para mí de que la obra de Dios se está esparciendo por toda la tierra.