Voces de los Santos de los Últimos Días
Mis maestras visitantes me encontraron
Cuando era una joven madre con un hijito de dos años de edad, viví por un breve periodo de tiempo en Santa Catarina, Brasil, y allí conocí a muy pocos miembros de la Iglesia. Yo vivía en un vecindario en expansión pero apartado, por lo que no había muchos vecinos cerca de casa.
Un día comencé a sentirme enferma y rápidamente me deshidraté. En muy poco tiempo no pude siquiera levantarme para cuidar de mi hijo ni ir al teléfono más cercano en la calle para llamar a mi esposo. Comencé a orar, pero con cada intento que hacía para ponerme en pie, me sentía más débil.
No había pasado mucho tiempo cuando mis maestras visitantes llamaron a mi puerta. Ellas reconocieron de inmediato que habían sido guiadas por el Padre Celestial para encontrarme. Prepararon un remedio para mí, me ayudaron con mi hijo y lavaron los platos. Luego me explicaron que habían caminado bastante para encontrar mi casa, y que habían pensado en darse por vencidas, pero el Espíritu les había dicho que no lo hicieran.
Cuando se marcharon, yo ya me sentía mejor. Antes de irse, hicimos juntas una oración.
Probablemente ellas no sepan lo mucho que me ayudaron y nutrieron espiritualmente con su ejemplo de bondad y su prontitud para escuchar y prestar atención a la voz del Espíritu.