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¿Dónde está mi tesoro?
Febrero de 2018


¿Dónde está mi tesoro?

Ashlee Cornell

Oklahoma, EE. UU.

scriptures and temple cards

Ilustración por Joshua Dennis

Después de dejar a mis hijos en la escuela, comencé a pensar sobre el resto de mi día. Tenía muchas cosas que hacer, pero debía trabajar el turno de la noche en el hospital, así que mi tiempo era limitado. Podía trabajar en el jardín, hacer un acolchado para el cumpleaños de mi sobrino, o hacer ejercicio. Entonces recordé una cita del presidente Ezra Taft Benson (1899–1994):

“Cuando damos a Dios el lugar de preferencia, todos los demás aspectos de nuestra vida pasan a tener la posición que les corresponde o, de lo contrario, dejan de tener valor” (Liahona, julio de 1988, pág. 4).

“¡Las Escrituras!”, pensé. Me senté en mi escritorio y continué estudiando las Escrituras donde me había quedado el día anterior:

“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;

“sino haceos tesoros en el cielo…

“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:19–21).

“¿Dónde está mi tesoro?”, pensé. Junto a mis Escrituras se encontraban cuatro nombres de la familia de mi esposo que había llevado al templo recientemente. Los padres de mi esposo fueron los primeros de su familia en unirse a la Iglesia. Había pasado los dos años anteriores trabajando en la línea de mi suegro. Decidí ingresar a FamilySearch para ver si las ordenanzas se habían registrado como efectuadas.

Me fijé en los iconos del templo a lo largo de su línea. Para mi asombro, muchos de los nombres que había preparado para las ordenanzas de sellamiento no estaban registrados como efectuados. Debí haber colocado las tarjetas en otro lugar, ¡y los sellamientos no se habían efectuado! Tan pronto como volví a imprimir los nombres, un pensamiento distinto vino a mi mente: “Ahora puedes seguir con tu día”.

Sentí paz al saber que había puesto al Señor en primer lugar. Él me ayudó a dar prioridad a lo más importante. Disfrutar a mi familia por la eternidad es definitivamente lo que más atesoro. Sé que, si pongo a Dios en primer lugar, todas las demás cosas obrarán para mi beneficio espiritual y para el beneficio de los demás.