2019
El Señor contesta nuestras oraciones
Abril de 2019


Voces de los Santos de los Últimos Días

El Señor contesta nuestras oraciones

Miraba a mi pequeño hijo de dos años y me preguntaba, ¿de verdad nuestro
Padre Celestial nos escucha?

Un oscuro y triste 24 de diciembre, mientras observaba a través de la ventana la felicidad de mis vecinos en una hermosa época familiar del año, pensaba en lo duro y difícil que era sobrellevar mi prueba.

Miraba a mi pequeño hijo de dos años y me preguntaba, ¿de verdad nuestro Padre Celestial nos escucha? Un día antes había enterrado a mi esposo y me sentía tan sola. No sabía que pasaría con nosotros. Inmediatamente vino a mi mente la letra de una canción de la Primaria: “Ora; Él está. Habla; Él te escucha” (Canciones para niños, página número 6). “Eres Su hija”, me decía el Espíritu Santo.

Dirigí mi vista al cielo, confiando en que Él me escucharía. Pedí con desesperación que en ese día de celebración familiar alguien pudiera recordarnos y hacernos sentir amados e importantes. Cuando bajé la mirada vi pasar un carro conocido, de una familia de mi antiguo barrio. Pensé, ¡es imposible que sean ellos!

De repente, escuché la voz de mi amada hermana Karla Moncada de Interiano cuando dijo mi nombre. Al abrir la puerta me abrazó y dijo: “Aquí estamos”. No dijo más para darme consuelo, pero en esas dos palabras se resume el propósito por el cual estamos en la tierra: estar ahí para los que nos necesitan.

Esa mañana ella llegó con sus tres hijos y su esposo y nos llevaron un banquete navideño. Comida deliciosa, hecha con amor, estaba en mi mesa. Pero lo más valioso fue que me levantaron el ánimo dándome lo mejor de ellos mismos. Fueron una declaración de los cielos de que no estábamos solos; y que había instrumentos guiados por el Señor para acompañarnos a través de aquella dolorosa prueba.

Han pasado ya siete años desde aquel oscuro y triste 24 de diciembre. Las cosas han cambiado mucho, pero mi amada familia Interiano sigue demostrándome su amor al estar ahí para apoyar a mi familia.

Son un ejemplo de servicio desinteresado, de obediencia a los susurros del Espíritu Santo, porque llegaron en el momento justo. Cuán agradecida estoy al saber que nuestro Padre Celestial nos permite cada día encontrar oportunidades de prestar servicio y llevar las cargas los unos de los otros, para que sean ligeras. El servir a los demás trae felicidad a nuestra alma, incluso si estamos en medio de una tempestad. Es la medicina más eficaz ante el desánimo.

El servir y velar por los demás es el llamado del Salvador. Hagamos caso a ese gran llamado para tener el derecho de recibir Su ayuda.