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Ministración
A Escarly Albujar le quedaban solamente cinco meses para terminar su servicio misional en La Paz, Bolivia, cuando los médicos encontraron un tumor del tamaño de una papaya en medio de sus pulmones. Su vida empeoró cuando se enteró de que tendría que dejar su misión para regresar inmediatamente a su país natal, Perú, y recibir tratamiento.
“No podía creerlo”, dijo Escarly. “No dejaba de pensar: ¿por qué yo?”. A pesar de su diagnóstico, le rogó al presidente de su misión, presidente Vallejo, que le permitiera continuar sirviendo, pensando que podría buscar tratamiento después de completar su misión. Afortunadamente, el presidente comprendió la gravedad de la enfermedad y al día siguiente, 10 de diciembre de 2018, la hermana Albujar tomó el primer vuelo a Lima, Perú, para comenzar el tratamiento y diagnóstico del cáncer.
En Lima fue llevada inmediatamente a una clínica especializada. Después de muchas pruebas, los médicos determinaron que tenía cáncer de linfoma no Hodgkin y que se estaba propagando rápidamente. Se le dijo a Escarly que necesitaría comenzar los procedimientos de radioterapia y quimioterapia tan pronto como fuera posible.
Los miembros de la Iglesia en el área de Lima fueron notificados de la situación de la hermana Albujar y no dudaron en ministrar de la manera en que lo haría el Salvador. El Barrio Santa Cruz, de la Estaca Limatambo, demostró que no solo estaba preocupado por la mejora de Escarly, sino también por el cuidado espiritual y temporal de toda su familia.
Cuando comenzó la quimioterapia, su madre no tenía dónde dormir. Dormía en las camas de las habitaciones vacías de la clínica, hasta que una afluencia de pacientes lo hizo imposible.
Los miembros del barrio demostraron su apoyo de la siguiente manera:
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El cuórum de élderes ayudó a pagar un hotel cerca de la clínica para que la mamá de Escarly pudiera descansar.
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Las hermanas de la Sociedad de Socorro le proveyeron el desayuno, el almuerzo y la cena.
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Los miembros del barrio y los misioneros mayores se turnaron para hacer las largas filas en las clínicas con la familia Albujar, quien no sabía mucho sobre seguros de salud.
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Al final, la comunidad de los santos en Perú ayudó a la familia de Albujar a trasladarse a un departamento.
Durante los últimos siete meses de lucha y temores, el barrio se ha convertido en una segunda familia para la familia Albujar, ya que ella estuvo en coma durante dos de los últimos siete meses de tratamiento, momentos en los que su familia adoptiva se unió en ayuno y oración por su bienestar y han podido sentir el amor del Salvador a través de la ministración.
Aunque Escarly no entendía al principio por qué tuvo que pasar por esta prueba, siente que el Señor nunca la abandonó. “Sé que Él vive y que siempre estará ahí para mí”, dijo. “Gracias a esta prueba, me he hecho más fuerte y he aprendido. Estoy muy agradecida de que el Señor me haya dado otra oportunidad”.
Ella sabe que no importa cuánto tiempo vivamos, sino los buenos actos que hayamos hecho en nuestro tiempo en la tierra. “No sé si viviré poco o mucho tiempo”, dijo, “pero todo lo que pido [a Dios] es que no pierda la esperanza ni la fe… Anhelo vivir, casarme y tener una familia, pero sea cual sea Su voluntad, la acepto. He aprendido a disfrutar, sonreír y vivir lo mejor que pueda cada día, como si fuera el último”.
La familia Albujar estará eternamente agradecida por los milagros que los miembros llevaron a cabo.