2019
Historia familiar
Diciembre de 2019


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Historia familiar

Actualmente se encuentra en el colegio, le gusta mucho el curso de física; la literatura, no tanto. Sus padres se bautizaron cuando él tenía solo cuatro años. Tiene un firme testimonio del Evangelio y planea salir a la misión.

Un día, antes de mi bautismo, me pregunté si debía pertenecer a la Iglesia; aún no tenía un testimonio de ella. Recuerdo que ese día decidí leer mis Escrituras y, al abrirlas, lo que leí en Moroni 10:4–5 me impresionó; hasta el día de hoy tengo grabado ese momento porque fue cuando supe que la Iglesia era verdadera. Ese día no podía parar de llorar; intenté ocultarlo porque no me gustaba que me vieran llorar, pero no pude. Ese día me prometí que nunca dejaría esta Iglesia e hice un compromiso conmigo mismo de cumplir con todas las indicaciones de nuestros líderes.

Poco tiempo después, escuché a una hermana mientras discursaba hablar acerca de la historia familiar. Yo no tenía conocimiento de ello, pero al saber que el Señor había mandado que hagamos nuestra historia familiar, por mi compromiso, supe que tenía que hacerlo.

Al poco tiempo fui llamado como consultor de historia familiar y pude ganar muchas experiencias y aprender más sobre ello. Una de las cosas que más me gustaron dentro de la historia familiar fue la indexación. Recuerdo que una vez nos pidieron indexar cierta cantidad de nombres para participar del programa FSY, pero yo me propuse una meta personal de 2000 nombres. Recuerdo que ese mes trabajé mucho para poder cumplir con la meta, y logré indexar los 2000 nombres; realmente me sentí muy feliz de poder lograrlo porque sabía que lo que estaba haciendo podía salvar personas aun del otro lado del velo.

Cuando tenía 12 años, entré por primera vez a hacer obra vicaria, me había preparado mucho y me aseguré de llevar muchas tarjetas, había avanzado mi historia familiar hasta la quinta generación, pero al llegar a Lima, luego de un largo recorrido, me comencé a sentir mal, comenzó a darme fiebre y a dolerme la cabeza mucho, sentí temor de empeorarme más al entrar a la pila bautismal, pero aun así decidí hacerlo. Mucha fue mi sorpresa cuando a mitad de la ordenanza me di cuenta de que ya no me sentía mal, me había recuperado totalmente. Estoy seguro de que Dios fue quien me protegió y supe en ese momento que lo que estaba haciendo era sagrado y verdadero.

Cuando el presidente Monson anunció que un templo sería construido en Arequipa, yo no había entendido muy bien lo que dijo, pero al ver a todos asombrados, me pregunté: “¿Qué pasó?”, y cuando leí en la pantalla que uno de los templos sería construido en Arequipa, me emocioné muchísimo junto a todos los demás hermanos.

Cada vez que estoy en el templo me recuerda cuando tenía cinco años y pude ver a mi familia sellarse de blanco; aunque no recuerdo cada detalle, sí tengo ese sentimiento tan especial en mi corazón y sé realmente que esto es real y que el templo es el hogar de mi Padre Celestial. Esto lo comparto en el nombre de Jesucristo. Amén.