Mensaje del Setenta de Área
Fortalecer la fe de la nueva generación en Jesucristo
Una de las responsabilidades más importantes que tenemos en nuestro camino del discipulado es fortalecer nuestra fe en el Salvador y, al mismo tiempo, ayudar a otros a fortalecer su propia fe en Él. La razón es simple y poderosa: la fe en Jesucristo es necesaria para la salvación.
El Salvador resucitado enseñó este principio durante su ministerio entre el pueblo de la antigua América: “De cierto, de cierto os digo que esta es mi doctrina, y del Padre yo doy testimonio de ella; y quien en mí cree, también cree en el Padre; y el Padre le testificará a él de mí, porque lo visitará con fuego y con el Espíritu Santo”1.
La fe en el Salvador nos permite conocerlo mejor y confiar más en su poder redentor. También nos permite situar nuestros desafíos personales en el contexto del Plan de Salvación, al tiempo que nos brinda esperanza al participar de las ordenanzas y nos bendice al buscar permanecer en la senda de los convenios. ¡Qué sabiduría y amor del Padre Celestial al ofrecer a Su Hijo Amado “para que todo aquel en el crea no se pierda, mas tenga la vida eterna”!2
Nefi, hijo de Lehi, comprendía la doctrina de la fe en Cristo como un elemento necesario de la Salvación, expresándolo de esta manera: “Y hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo y escribimos según nuestras profecías, para que nuestros hijos —la nueva generación— sepan a qué fuente han de acudir para la remisión de sus pecados”3.
Tenemos una responsabilidad única, así como el privilegio de ayudar a la nueva generación a desarrollar y fortalecer su propia fe en Jesucristo. Debido a que esto es más un proceso que un evento, necesitamos enseñar la doctrina y proporcionar oportunidades para que los jóvenes desarrollen y ejerzan esa fe naciente en sus corazones.
Al pensar en esto, permítanme mencionar algunas ideas de cómo lograr ese objetivo:
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Leer las escrituras cada día y hacer partícipes a nuestros hijos, incluso a los más pequeños de este momento sagrado.
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Formular preguntas sencillas e inspiradas que permitan a nuestros hijos centrar su atención en el Salvador y cómo actuar de acuerdo con Su ejemplo perfecto.
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Involucrarlos de manera activa en la preparación, lectura y análisis de “Ven, sígueme” en el hogar.
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Conociendo e involucrándonos en el programa “Niños y jóvenes”, junto a la nueva generación, incluyendo el uso constante de la aplicación “Vivir el Evangelio”.
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Motivarlos y ayudarles a inscribirse y participar en Seminario e Instituto.
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Enseñarles a trabajar en su historia familiar y encontrar nombres para llevar al templo.
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Asegurándonos de que la participación de la Santa Cena sea una constante en su búsqueda de llegar a ser como el Salvador.
Estoy seguro de que, mediante la revelación personal y el esfuerzo conjunto, lograremos cumplir con la comisión que recibimos del Señor cuando dijo: “mirad a vuestros pequeñitos”4. Seguro estoy también que en este esfuerzo individual, familiar y como Iglesia, no sólo la nueva generación podrá fortalecer su fe en el Salvador para salvación, sino que nosotros mismos encontraremos un sentido más elevado de nuestro potencial para llegar a ser como Dios mismo es.