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Cómo lograr el éxito con el programa de Seminario en nuestro barrio
Con el paso de los años he observado que los barrios que tienen éxito con el programa de Seminario —es decir, que inscriben en sus clases de Seminario cada año a más alumnos, incluyendo jóvenes activos, nuevos conversos, menos activos e investigadores; y que los ayudan a acreditar el curso— generalmente llevan a cabo una o varias de las siguientes acciones.
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El Obispo está muy involucrado con el programa con acciones como las siguientes:
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Él y/o sus Consejeros visitan la clase cada día o por lo menos dos o tres veces por semana.
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El Obispo sabe quién asiste a la clase y busca, junto con sus Consejeros, a los que no están asistiendo.
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Les enseña a los padres la importancia de que sus hijos asistan a Seminario y los involucra en el programa, por ejemplo, los organiza para recoger a los jóvenes antes de cada clase y llevarlos a casa o a la escuela después de la clase.
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Involucra al Consejo de Barrio, y actualmente al Consejo de Barrio para la Juventud, incluyendo en la agenda de estas reuniones los asuntos relacionados con Seminario. Invita al maestro de Seminario a la reunión y le pide que dé un informe de la asistencia y la acreditación. Ahí también se establecen acciones para ayudar a los alumnos.
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Asigna a los miembros del Consejo de Barrio o a otros adultos, como tutores de los jóvenes con mayor necesidad de ayuda para que sean motivados a asistir al programa continuamente.
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Les hace comprender a los líderes de la juventud que Seminario es muy importante para el desarrollo de los jóvenes y los involucra en las visitas a la clase y en la supervisión del progreso de los alumnos en Seminario.
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Hace participar a los alumnos en la reunión sacramental con discursos que les permitan compartir lo que han aprendido en Seminario.
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Los Padres aprenden por su propia experiencia o de otros, la bendición que el programa de Seminario representa para sus hijos cuando:
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Llevan a sus hijos a clase o por lo menos se aseguran de que alguien más los lleve, o de que ellos por sí mismos tengan los medios para asistir.
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Preguntan a sus hijos en casa lo que aprendieron en Seminario y lo incluyen en sus análisis de “Ven, sígueme”.
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Permiten que sus hijos participen en la Noche de Hogar compartiendo lo que han aprendido en Seminario.
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Le dan a la educación religiosa que sus hijos reciben en Seminario mayor o por lo menos la misma importancia que la educación secular que reciben en sus respectivas escuelas.
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Los Líderes de la Juventud valoran el programa de Seminario como un recurso para ministrar a sus jóvenes al:
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Aprovechar la clase de seminario para mantener contacto con sus jóvenes entre semana en las clases de Seminario.
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Visitar la clase de Seminario con frecuencia para saber quiénes de sus jóvenes están participando.
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Observar cómo quienes asisten a Seminario tienen más facilidad para desarrollarse en el nuevo programa para Niños y Jóvenes de la Iglesia.
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El Maestro de Seminario ama a sus alumnos y no sólo prepara sus clases, sino que se prepara a sí mismo para enseñar mejor a los alumnos procurando siempre:
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Asistir a la capacitación de Maestros que ofrece Seminarios e Institutos por medio del Coordinador.
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Mantener al día su lista de asistencia.
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Inspirar a los alumnos en cada lección, animándolos a asistir y estando pendiente de aquellos que faltan para que se recuperen lo más pronto posible.
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Enseñar a sus alumnos de una manera que conduzca al entendimiento y a la edificación. Ayudándolos a cumplir con su función en el proceso de aprendizaje y preparándolos para enseñar el Evangelio a los demás.
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Animar continuamente a sus alumnos a invitar a sus amigos y compañeros a inscribirse a la clase.
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Tener una visión amplia del resultado que se obtiene si sus alumnos acreditan y gradúan del programa de Seminario y por eso hace todo lo necesario para que eso suceda.
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