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Mi búsqueda
Estoy casada con Santiago González, tenemos un hijo llamado Simón y esperamos otro. Mi historia de cómo conocí la Iglesia comienza con un sentimiento de búsqueda. Fue en un momento en el que la familia de mi esposo nos expresó que querían bautizar a Simón según las tradiciones de su religión, pero a pesar de sus buenas intensiones, yo sentía que algo no estaba bien y que solo íbamos a hacer un bautismo por el festejo que se hace después y no por algo que tenga que ver con la religión o el amor a Dios.
Una tarde pasé por afuera de la capilla, era verano y vi a misioneras y mujeres jóvenes sentadas, y en ese momento mi sentimiento de búsqueda fue aún más grande y a partir de allí empecé a pensar en conocer La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Recuerdo haber soñado cómo sería ir a una reunión sacramental. Al tiempo sentí que era el momento de conocer la Iglesia, aún sin conocer nada todavía estaba segura de que era algo bueno para mi familia.
Cada vez que pasaba por la capilla estaba cerrada y no podía entrar a preguntar; fue así que, se me ocurrió buscar en Facebook. Busqué y busqué y encontré la publicación de un video de la conformación de la Estaca Tierra del Fuego. Sentía tantas ansias que no vi el video y le escribí directamente a la persona que lo compartió; Guillermo, un exmisionero argentino de Buenos Aires que sirvió su misión en Tierra del Fuego. Él me respondió y me alentó a que vaya el domingo a una reunión sacramental, pero esa semana me enfermé y no pude ir. Durante los días siguientes continué buscando en Facebook algún miembro de la iglesia de Río Grande pero no encontraba nada. Entonces fue cuando algo dentro de mí me dijo “mirá el video completo”, como si allí estuviera la respuesta. Y así fue, lo vi y encontré a una joven de mi ciudad y mediante ella llegué a su madre. Cuando le hablé estaba muy sorprendida y no entendía muy bien como había llegado a ella, pero cuando le conté mis sentimientos de conocer la Iglesia y todo lo que había buscado se emocionó mucho y fue ella quien luego mandó a las misioneras a mi hogar.
Al día siguiente recibí un llamado de la hermana Bogado y la hermana Frye para venir a visitarnos, así que pudimos acordar un día. Al terminar la llamada saltaba de felicidad y mi esposo no entendía mucho mi emoción. El día de su llegada no voy a olvidar nunca, el mirar por la ventana, verlas sonriendo y saludando con la mano, y así comenzamos a recibirlas.
Esa semana mi esposo me decía que me veía muy emocionada, pero solo me iba a acompañar para que no fuera sola, porque él ya tenía una religión y no se quería hacer “mormón”. Pero después de la primera reunión sacramental a la que asistimos donde todos los miembros nos saludaron y nos recibieron con mucho amor, el sintió algo muy especial y me dijo que jamás había sentido tanto a Dios como en ese momento, Su paz y Su amor.
Y así fueron pasando los meses. En agosto de 2019, nos casamos y al otro día nos bautizamos. Hoy sentimos que vivir el Evangelio es un modo de vida y que para nosotros es la manera más hermosa de vivir nuestra vida en familia, tal como yo lo sentía desde el principio, aun sin saber nada de la Iglesia. Esta es nuestra historia, mi historia de cómo encontré la Iglesia.